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Los sintecho proliferan en el centro de Murcia atraídos por el buen tiempo y la oferta laboral agrícola
La Fundación Jesús Abandonado atiende a un centenar de temporeros que llegan para la campaña de recogida de fruta
Pocos temas concitan tantos sentimientos encontrados como el de la mendicidad callejera y el de las personas sin techo que ocupan la calle para ... dormir. La ciudad de Murcia, sobre todo en el centro, es especialmente proclive a ambas actividades por su clima benigno y por el vacío normativo que hay para ponerle freno. Estos días, además, el comienzo de las campañas agrícolas para la recogida de fruta de temporada ha propiciado la presencia en los soportales de varios barrios de sintecho que los utilizan de dormitorio.
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Son entre 80 y 100 personas las que están «de paso» y a los que se les podrá ver mientras dure la temporada, explicó el director de la Fundación Jesús Abandonado, Daniel López. Estos temporeros (que acuden a los campos de Cieza y de Lorca) suelen ir al comedor social de esta entidad sin ánimo de lucro y algunos se desplazan hasta el centro de acogida que tienen en la carretera de Santa Catalina. Otros optan por dormir a cielo abierto.
Este colectivo se termina desplazando a otras localidades en busca de trabajo, pero no ocurre así con las casi medio centenar de personas (44) que viven en la calle de manera permanente en el municipio, y a las que tienen 'controladas' las trabajadoras sociales de Jesús Abandonado en el marco del programa de intervención en la calle con personas sin hogar. Las trabajadoras recorren cinco rutas en el municipio, que son las que suelen frecuentar estas personas: los entornos del barrio del Carmen, Gran Vía y La Fama, la zona del ZigZag (las viviendas okupas de Espinardo) y San Andrés.
Arrecian las quejas contra la mendicidad agresiva, mientras la Concejalía anuncia un refuerzo policial como medida «disuasoria»
«Conocemos a cada uno de ellos y solemos visitarlos cada semana o quince días», comentó López, destacando que el 95% son «población nacional», en su mayoría hombres (30) y con problemas de salud mental y de drogadicción. Tienen entre 40 y 50 años y «es una población muy constante».
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El hecho de que tengan estos problemas de salud mental hace difícil trabajar con ellos y puede provocar que, en ocasiones, estas personas «tengan conductas disruptivas» cuando, por ejemplo, piden dinero, y terminan comportándose con agresividad. Otros, sin embargo, «intentan pasar desapercibidos».
«No sabemos si son los problemas de salud mental lo que les lleva al consumo de drogas o es lo contrario, pero sí hemos comprobado en estos años que estamos trabajando con ellos que es la realidad de la calle y del sinhogarismo, que está muy cronificado y que es difícil que salgan de esta situación», indicó López.
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Pero la Fundación no tira la toalla y dentro de su programa para la recuperación de estas personas ya han logrado que nueve indigentes salgan de esta espiral y se reinserten en la sociedad. «Ha sido un trabajo constante y de muchos años, pues lo primero que tiene que crear son vínculos afectivos que les animen a salir de donde están».
Lo que el director de Jesús Abandonado tiene claro es que una herramienta clave para mejorar los resultados sería contar con más recursos especializados, especialmente en salud mental. «Nunca acudirán a un centro, sobre todo si están solos».
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En cualquier caso, Daniel López quiso subrayar que el colectivo de personas sin hogar no es una población muy elevada teniendo en cuenta que Murcia es la séptima ciudad de España y que localidades como la vecina Alicante «tienen mucha más población entre los sintecho que los que residen aquí».
A estas personas hay que añadir las que simplemente están de paso o han decidido trasladarse desde sus localidades de origen porque han tenido que abandonar su casa por no tener trabajo y no poder pagar un alquiler. Es el caso de una familia de Águilas, que, junto con un amigo y su perro, duermen en los soportales de la céntrica plaza de La Aurora de Murcia. Esperan que les ayuden a encontrar una vivienda.
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Juan, un vecino del entorno de la Catedral, se preguntó si no se podría hacer algo más para que las personas no duerman en la calle. Explicó que tuvo una experiencia «poco agradable», al pasar por los soportales de la plaza Periodista Jaime Campmany, detrás de la plaza de la Cruz, donde cuatro personas estaban preparándose para dormir. «Lo cierto es que mi mujer y yo pasamos bastante miedo».
Los hosteleros, cansados
Una casuística paralela, que también tiene como escenario la vía pública, es la de la mendicidad, que en ocasiones se entrecruza con el sinhogarismo y a la que, por circunstancias de la vida, muchas personas se ven abocadas. Son los vecinos y la hostelería de los barrios de Murcia donde más acuden estas personas los que «sufren» y denuncian reiteradamente la situación, a la espera de que se pueda alcanzar una solución «que nos permita a todos llevar nuestro día a día sin sobresaltos», comentó Sergio Andrade, el copropietario del bar La Terraza de la plaza Belluga.
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«Nadie dice que no pidan dinero, pero que lo hagan en la calle; nos gustaría que respetasen las terrazas, nuestros negocios», añadió. Andrade explicó que él tiene pruebas de lo agresivos que en ocasiones se muestran algunas de estas personas, que se resisten a salir de los locales cuando se les pide o que se meten con los clientes, insultándolos, si estos no les quieren dar limosna. «Se bajan la mascarilla y amenazan con escupirles; si son mujeres mayores, les quitan cosas del plato...; nos sentimos, bares y clientes, desprotegidos», resumió Andrade, quien dijo que uno de sus camareros fue agredido y la persona tuvo una orden de alejamiento del bar durante un tiempo.
Iván Montiel lleva varios años de camarero en El Pasaje de Belluga. «Nuestra lucha es que no se bajen la mascarilla o que respeten a las personas mientras están comiendo; pero lo peor es cuando les da el 'mono'», dijo y comentó que, salvo en ocasiones puntuales, «suelen ser los mismos».
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«No está prohibida»
«La mendicidad no está prohibida en el municipio», puntualizaron desde la Concejalía de Seguridad Ciudadana. Añadieron que la Policía Local solo actúa cuando estas personas «provoquen molestias distintas a la petición de limosna», tal y como se recoge en la ordenanza reguladora de determinadas actividades o conductas en el espacio público de Murcia. Es decir, cuando haya coacciones, insultos, amenazas...
En cualquier caso, las mismas fuentes subrayaron que la Concejalía tiene previsto reforzar el servicio de agentes que actúa de forma disuasoria» en las calles.
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