Uno de los agentes que procedió a la clausura del prostíbulo. p. n.

La Policía Nacional alerta de la proliferación de prostíbulos clandestinos en Murcia

Un juzgado ordena la clausura de un burdel ilegal ubicado en Zarandona, en el que se explotaba a mujeres en situación irregular

LA VERDAD

MURCIA

Martes, 12 de noviembre 2019, 02:46

En cualquier tipo de inmueble, chalé o casa, con total ausencia de cualquier clase de licencia, proliferan los prostíbulos. Sobre todo en zonas residenciales. Así lo explicó ayer la Policía Nacional en un comunicado, en el que informó de la clausura y cese, por orden judicial, que llevaron a cabo los agentes hace unos días sobre uno de estos burdeles ilegales, ubicado en la pedanía de Zarandona.

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La operación comenzó el pasado mes de julio, cuando la Policía Nacional detuvo a seis personas implicadas en la gestión de este establecimiento: dos hombres y cuatro mujeres, todos ellos con edades comprendidas entre los 23 y 65 años y nacionalidad española, hondureña, paraguaya y venezolana, a los que se les acusa de delitos de prostitución, tráfico de drogas y favorecimiento de la inmigración ilegal.

Hace unos días, como consecuencia de esta actuación policial, el Juzgado de Instrucción número siete de Murcia dictó el auto de clausura temporal y cese de la actividad ilícita del prostíbulo.

Los supuestos gerentes del chalé solo dejaban una hora libre al día a las chicas para ir a comer

Los investigadores de este caso son los que han alertado del aumento de este tipo de inmuebles dedicados a la prostitución ilegal, que además de ser lugares donde se producen actos delictivos, generan «molestias en el vecindario por la llegada masiva de clientes a cualquier hora del día», destacaron.

En concreto, en el prostíbulo que ahora han cerrado en Zarandona, los detenidos se dedicaban, presuntamente, a la explotación sexual de mujeres, en su mayoría «en situación irregular en España y en un precario estado de necesidad económico». Según publicó 'La Verdad' cuando se procedió a su detención, los gerentes del burdel cobraban porcentajes excesivos a las chicas de las relaciones que mantenían con sus clientes, a veces casi del total del importe. Si un cliente solicitaba a una chica y esta no podía cumplir con el servicio, se la castigaba con el pago de la cantidad que el cliente hubiera abonado tras haber mantenido la relación sexual. Otra de las reglas que se les imponía era la de no dejar ir a ningún hombre insatisfecho.

La condición para trabajar allí era convencer a los clientes para que tomaran estupefacientes

Las condiciones tan duras que tenían que soportar las mujeres fueron las que animaron a una de ellas a hablar con la Policía Nacional.

Además de estos abusos, los sospechosos habían creado un sistema de multas sobre las chicas que explotaban, por si alguna no realizaba un servicio por no encontrarse bien. «Tenían que estar siempre disponibles y libraban solo una hora al día para poder adquirir su comida», explicó la Policía.

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Venta de cocaína

Una buena parte del negocio de los implicados en la gestión de este prostíbulo se nutría, además, por la venta de sustancias estupefacientes, sobre todo cocaína. Una venta de la que no se escondían en absoluto, pues lo publicitaban con toda claridad en anuncios de internet. De hecho, la condición imprescindible que ponían a las chicas para poder trabajar en el lugar era que debían convencer a los clientes para consumir cocaína, y así lucrarse ellos directamente de la venta.

Al entrar en el chalé y detener a los sospechosos, la Policía Nacional se incautó también de «marihuana y una gran cantidad de dinero, así como diversos dispositivos electrónicos relacionados con la investigación». La Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedad Documental fue la que procedió al arresto, de forma escalonada, de estas seis personas.

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