La Policía desmantela un arsenal clandestino en la casa de un anciano en Murcia
Los agentes intervinieron después de que un viandante alertara de que un hombre caminaba por una calle de Murcia con un revólver en la mano
Un incidente callejero, en el que la alarma generada superó al riesgo real existente, ha acabado conduciendo a la Policía Nacional de la Región a desmantelar un auténtico arsenal de armas de fuego, algunas de gran potencia, que un anciano guardaba en su domicilio de forma clandestina, ya que nunca había contado con autorización formal alguna para acumular tan ingente armamento.
La operación policial, desarrollada por agentes de la UPR (Unidad de Prevención y Reacción) de la Jefatura Superior de Policía, se puso en marcha después de que un hombre que transitaba por una calle de Murcia requiriera la ayuda del 091 por haber sido víctima de una aparente amenaza. En concreto, el afectado explicó que un individuo de edad avanzada, que iba sin camiseta, andaba deambulando por el barrio con un arma de fuego de grandes dimensiones en sus manos. El testigo, tras ser localizado por los integrantes de una patrulla policial, especificó que el anciano portaba un revólver y que, al sentirse observado por este viandante, le preguntó directamente: «¿Crees que te voy a pegar un tiro?».
La descripción física y otros datos aportados por este vecino permitieron a los agentes seguir el rastro del sospechoso hasta su propio domicilio. Cuando llamaron a la puerta, el hombre aseguró no recordar nada y, como todo apuntaba a que realmente tenía problemas de salud y no era muy consciente de lo que había ocurrido en la calle, los funcionarios acabaron llamando a su hijo y le explicaron la situación que se había producido. Este hombre confirmó que su padre no se encontraba bien y que durante largos años tuvo licencia de armas y se dedicó a coleccionar armas de fuego a lo largo de toda su vida.
Inutilización 'casera'
A partir de ese momento, de manera voluntaria y con ánimo de colaborar con la Policía Nacional, tanto el anciano como su hijo accedieron a mostrar las armas que tenían en el domicilio, todas ellas, al parecer, inutilizadas, pero sin la correspondiente documentación extendida por el Servicio de Armas de la Guardia Civil. Más concretamente, la capacidad de hacer fuego de muchas de las armas había sido anulada, con ayuda de un taladro, mediante la perforación de los cañones o el sistema de percusión. Este sistema no está actualmente autorizado, ya que debe ser una armería la que oficialmente deje inactivas las armas y lo certifique. Por esta razón, los policías intervinieron todas las armas, que ascendían a 26 revólveres, once pistolas, nueve rifles, cinco subfusiles y siete escopetas, además de tres granadas de mortero y otras tres de mano.