La hornacina del Carmen de San Bartolomé A.B.

Una obra menos en el purgatorio

La Murcia que no vemos ·

Cultura restaurará, tras años de denuncias en LAVERDAD, la histórica hornacina del Carmen de San Bartolomé

Jueves, 4 de septiembre 2025, 11:13

Hace hogaño ochenta que se publicó, ya muerto el gran García Lorca, su obra 'Así que pasen cinco años'. En ella cuenta la historia de ... un joven que se compromete, el muy bobo, a esperar ese tiempo para casarse con su prometida. Sin embargo, al cumplirse el plazo, descubre que la vida y el amor han seguido su curso. La amada se ha enamorado de otro. Y a escupir a la calle.

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Recuerdo este título pues pertenece al ciclo lorquiano llamado «teatro imposible». Como yo creía imposible que alguna vez, aunque fuera por casualidad, se restaurara la histórica hornacina que existe, mal que bien, en el lateral de la parroquia murciana de San Bartolomé.

Curiosamente, hace cinco años justos, por este mismo tiempo del veranico de los membrillos, denuncié en LAVERDAD que daba vergüenza su estado. Como venía denunciándolo, si escarbamos en la hemeroteca, hace al menos dos décadas. Como otros muchos murcianos. Aunque ahora vendrán algunos, con menos papeles que una liebre, a colgarse la medalla.

Lo importante, en fin, es que se salve ese tesoro compuesto por un cuadro de la Virgen del Carmen, con su Niño y sus escapularios y a sus pies los condenados al Purgatorio. Debajo, un inquietante letrero advierte: «A las ánimas benditas no pese hacer bien, que Dios sabe si mañana serás ánima también».

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El cuadro y su hornacina se conservan de milagro. Como suele ocurrir en esta Murcia desmemoriada. De hecho, en 1873 alguien propuso desmontar el letrero que, «por vía de consejo, suelte el siguiente trabucazo [en referencia a la frase] a todo federal que pasa por aquel sitio», denunciaba la revista 'El Chocolate'.

Por aquellos años ya no se tañía la llamada campanilla de las ánimas que, cada noche, conjuraba las apariciones de muertos en la ciudad. Aunque seguían activas las cuadrillas dedicadas a recaudar fondos para los cultos y las parroquias. Aguantarían hasta entrado el siglo XX y resurgen con fuerzas renovadas en la actualidad. Que se lo digan a la de Patiño.

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El valor de la hornacina no reside solo en la obra. Su ubicación en la estrecha calle, que invita al recogimiento y se nutre de misterio, forma parte del paisaje histórico urbano desde hace generaciones.

El cuadro es obra de Saura Pacheco, padre del pintor Saura Mira. Fue inaugurado en 1952, un quince de julio, durante la novena que se le dedicaba a la Virgen del Carmen. La nueva obra sustituía a otra que había sido colocada, a su vez y en 1940, después de que unos salvajes destrozaran la original durante la Guerra Civil. De manera que, en apenas una década, hubo tres cuadros distintos en el lateral de San Bartolomé que, por cierto, antaño fuera su puerta principal. El tercero será salvado estos días de tan injusto Purgatorio patrimonial.

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