Saben a recuerdos antiguos, a abuelas de largos delantales negros e inmensos bolsillos, a aromas de pucherosa leña y sonoras escaleras de barrio obrero, a ... traqueteo de autobús antiguo hacia la capital, a sendica y partidor de acequia, a mármol oscuro de barra tabernaria.
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Saben a Murcia pura pues escucharlas, al menos para quien ama la riqueza del idioma, es un placer. Aunque cada vez sean más difíciles de escuchar. Sobre todo, entre los jóvenes que, en tantos casos, malvan con vocablos extranjeros sus conversaciones.
Me refiero a esas palabras murcianas que están a punto de desaparecer. Son vocablos en peligro de extinción y que solo adornan las pláticas de quienes superan los cuarenta años. Ponga usted atención porque es probable que sea la última vez, y no porque vaya a morirse, que lea alguna de ellas.
Pongo por caso, los pésoles, como llamamos a los guisantes. El diccionario de la Real recuerda que el término proviene del catalán. Exacto. A Murcia llegó con los catalanes que acompañaron a Jaime I de Aragón a conquistar la taifa de Murcia en 1265.
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Similar origen atesoran las bajocas, como siempre se llamaron las judías verdes. Igual que a la coliflor se la conocía como pava. Célebres son las pavas de La Arboleja. Quizá así las denominaron en recuerdo del plumaje del ave. No hace tanto, muchos aseguraban que, por la cantidad de tabernas que había en tan singular pago de la huerta, quienes regresaban a la ciudad o habían cogido una pava (otra acepción de borrachera) o la llevaban debajo del brazo. La vegetal siempre sabe a gloria, un pelín sofrita, en lo alto de un arroz con verduras y boquerones.
Por cierto, a tan sabroso plato también se añaden unas crillas a tacos. Crillas o patatas al horno que quitan todas las penas con su 'morterá' de ajo. Y, si acaso antes, una cerveza bien fría y un plato de cascaruja, otro murcianismo reconocido por la Real que lo define como «conjunto de frutas de cáscaras secas».
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Aguarde usted, amable lector, un segundo en la cocina. Imagine que le espeto, con la calor que está cayendo: «'Trame la 'arcuza' de la leja del 'chinero'». Igual piensa que, como se veía venir, ya he perdido del todo la cabeza. Pues no eche las campanas al vuelo. Los 'chineros' son alacenas o armarios con puertas acristaladas y estantes, estantes que son lejas, otro término murciano aceptado por esos señores de la RAE, que suena a televisión italiana
Así que se puede usar del tirón, sin emplear letra cursiva, ni comillas, ni 'capullás'. ¡Ahí tienen otro sinónimo de tonterías! Resulta sorprendente que la Real autorice su uso y nosotros, en esta Murcia olvidadiza, dejemos caer en desuso tan bella palabra. Casi tan bonita como aletría, también reconocida por los académicos.
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-Quiere decir usted aletría de rollo, ¿verdad?
-¡Con sus costillejas de cerdo!
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