El padre Alarcón, esta semana, en la Catedral de Murcia. GUILLERMO CARRIÓN

José Alarcón cumple 60 años de sacerdote y vuelve a Argentina

Su nueva misión es la construcción de un colegio para personas con necesidades especiales en la provincia de Corrientes

Domingo, 18 de mayo 2025, 08:22

El padre José Alarcón celebró esta semana 60 años como sacerdote. No es el único, pero tampoco son tantos. «Los hay, y también son de ... La Ñora», ríe con gracia este misionero de la huerta de Murcia que, con 82 años y tres riñones –los suyos, que no le funcionan, y uno que le donó su hermana Lourdes, con la que es 100% compatible–, vuelve esta primavera al nordeste de Argentina, donde ya es una celebridad en Santo Tomé y Gobernador Virasoro, en la provincia de Corrientes. A su empuje y carácter emprendedor se debe toda una red de escuelas parroquiales y privadas –teniendo como modelo los colegios Nelva y Monteagudo de Murcia–, institutos profesionales y fábricas rurales que han formado y dado empleo a varias generaciones. También promovió una radio parroquial y una factoría de embutidos.

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De nuevo, Alarcón se pone en marcha en una misión que le apasiona: la construcción de un colegio para menores con necesidades especiales. La figura de Alarcón es de sobra conocida en la tierra del Papa Francisco, con quien no coincidió nunca. Pero sí conoció personalmente en Perú a León XIV, es decir, a Robert Francis Prevost, el 267 papa de la Iglesia católica y noveno soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 8 de mayo.

Alarcón estuvo 11 años en Perú como misionero. Primero en la Universidad de Piura, en la sede de Lima, donde fue capellán durante siete años y profesor de Teología para universitarios. Antes estuvo cuatro años en el seminario mayor de Tacna. «El obispo de la diócesis de Tacna y Moquegua [Marco Antonio Cortez Lara] fue alumno mío en Chiclayo, quinta ciudad más poblada del país. Hay otro obispo en Ica, Monseñor Héctor Eduardo Vera Colona, que también fue alumno mío», celebra.

A España volvió por la pandemia después de su periplo por América Latina; estuvo dos años en Rincón de Beniscornia, y tres años en la Escuela Familiar Agraria (EFA) de Jacarilla (Orihuela).

Precisamente él montó en Argentina una EFA, que pretende revitalizar. «Yo estoy jubilado, y me siento bien, es la verdad, aunque tengo operaciones por todas partes. Hace un año me pusieron un marcapasos, estoy operado de cataratas y de una hernia, además del riñón que me dio mi hermana Lourdes hace 25 años. En mi familia siempre bromean con lo del 3-1». Dice, como curiosidad, que «los dos riñones que no me valen, ahí quedan muertos, no se quitan, y el tercero me lo pusieron en la barriga. En alguna ecografía he tenido que advertirlo porque incluso hay médicos que no lo saben».

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Con Juan Pablo II coincidió en una misa en Trujillo (Perú). «Todos los curas se fueron a dar la comunión, y yo me quedé a tres metros de él, mirándole y alzando por él, porque era la primera vez que yo veía a un papa», recuerda con buen humor. «Me pareció una maravilla para la Iglesia, muy intelectual y muy metido con la gente; Benedicto XVI era otro tipo de primera categoría, será uno de los doctores de la Iglesia a nivel mundial. Y a Francisco no lo conocí, porque él vivía en Buenos Aires, y yo en Corrientes, y no bajaba tanto». A León XIV sólo lo saludó una vez en Chiclayo (Perú): «Llegó al seminario en pantalón corto por la tarde a jugar al tenis, yo me presenté, le dije que estaba durmiendo en su habitación, en su despacho. Como era obispo de Chiclayo, allí tenía una habitación, y él me dijo que hacía muy bien en usar su cuarto. He pedido la opinión a muchos sacerdotes de la zona, y se preocupaba uno por uno de la necesidad económica que tenían. Eso no lo hacen todos».

De 60 años de sacerdocio –estuvo cuatro años en su primer destino, Molina de Segura, con el padre Joseico–, de lo que más orgulloso está es de haber formado «a un puñado de sacerdotes diocesanos, muy fuertes, y dos obispos. Esa ha sido mi mejor labor. Y en Argentina, feliz de trabajar por gente buena y sencilla del campo».

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