Un estudio de la UMU concluye que el avance del hormigón agrava las noches tropicales en Murcia
El informe halla diferencias en horario de madrugada de hasta 4,5 grados entre zonas urbanizadas con diferentes porcentajes de superficie pavimentada
Existe un consenso más que claro sobre que el uso excesivo de hormigón aumenta la incidencia de las altas temperaturas en entornos urbanos frente ... a los registros que presentan los entornos verdes y zonas rurales. Es lo que se conoce popularmente como efecto 'isla de calor'. Pero una cosa es conocer la formulación de este fenómeno y otra distinta es aterrizar su magnitud, poniéndole cifras en un área concreta. Eso es lo que ha hecho un estudio del Departamento de Geografía de la Universidad de Murcia (UMU) en lo que respecta a la relación entre el calor urbano y el sellado del suelo en una región semiárida mediterránea, y, en concreto, en lo que ocurre en el área metropolitana de Murcia.
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Emilio José Illán Fernández y Alfredo Pérez Morales, en colaboración con Martin Sudmanns y Dirk Tiede, ambos de la universidad austriaca de Salzburgo, llegan en su estudio a una conclusión que no por lógica deja de causar una cierta sorpresa, al menos en cuanto a sus cifras: los procesos de urbanización agravan la incidencia y generalización de las noches tropicales durante el verano que ya de por sí parece estar trayendo el cambio climático. De hecho, la temperatura media en una madrugada estival, medida a pie de calle, puede variar hasta cuatro grados y medio entre zonas –de una hectárea de extensión– con un 50% de superficie sellada y otras con entre el 80% y el 100% de su superficie pavimentada, superando en estas últimas los 25 grados.
En ese sentido, indica el estudio que existe un consenso en que los termómetros no deben rebasar durante la noche, en el interior de los domicilios, los 26 grados por sus consecuencias negativas para el descanso de las personas –y por tanto para su salud–, teniendo en cuenta, además, que el confort térmico comienza a disminuir de manera abrupta a partir de los 24 grados centígrados. No obstante, las magnitudes registradas en dicho informe sugieren que estos límites se rebasan con regularidad y durante el verano en áreas fuertemente urbanizadas del municipio de Murcia, particularmente en el interior de las viviendas.
Para constatar esta circunstancia se ha generado un modelo, echando mano a través del programa Copernicus, de los datos de sellado de Murcia que se encontraban disponibles, los de 2014 –atendiendo siempre a áreas con una altura similar–, y se han cruzado con registros de temperatura recogidos tanto por las estaciones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) como por satélite entre los años 2008 y 2017, es decir, una serie de una década. «Aunque los datos de sellado tengan más de diez años, el sentido común nos dice que la situación solo puede haber ido a peor por los avances urbanizadores», explica el investigador principal de este trabajo, Emilio José Illán.
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Retención de la radiación
La explicación sobre el porqué de esa diferencia térmica entre zonas con una abundante construcción y, en este caso, los entornos de huerta no puede ser más simple: los materiales como los que emplea el asfalto, el hormigón u otros utilizados en la edificación actual absorben y retienen la radiación solar en mayor cantidad que las superficies naturales. «Las aglomeraciones de viviendas y superficies duras impermeables evitan la evapotranspiración, que es un proceso por el cual la evaporación del agua del terreno, unida a la liberación de humedad por parte de los árboles y plantas del entorno –que, además, dan sombra–, ayudan a regular la temperatura, haciendo que esta baje claramente», añade Illán.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, las consecuencias del efecto 'isla de calor' y de la falta de evapotranspiración se exacerban en horario nocturno, según las conclusiones de este estudio. Ello ocurre porque mientras durante el día –cuando más aprieta el calor– los rayos solares calientan todas las superficies de manera similar, es por la noche cuando las superficies impermeables muestran sus mayores dificultades para enfriarse. Es cierto que estas diferencias de temperatura entre distintos materiales son mayores durante la primavera y el invierno, pero es en verano cuando se dan los valores absolutos más altos, al acumularse una mayor cantidad de calor por absorción y contar con más horas de sol y noches más cortas.
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Estos elevados registros se plasman en el mapa de Murcia, por ejemplo, en el centro urbano –en zonas como puede ser la de la Gran Vía– o en el Polígono Oeste, y ello a pesar de que las zonas industriales cuentan con materiales metálicos que se calientan más rápidamente, pero también se enfrían a la misma velocidad. Mientras, zonas residenciales diseminadas de pedanías muestran menores índices de calentamiento a lo largo de la madrugada. «Te puedes encontrar diferencias de dos grados en apenas unos kilómetros», apostilla Illán. Curiosamente, siguiendo el trazado del río, esta investigación ha detectado que en la zona oeste del municipio los termómetros suben más que en la este por la incidencia del viento de levante, que ayuda a disipar el calor.
Descenso matinal
Es por tanto a partir de las 8 de la mañana cuando la influencia del hormigón en la temperatura ambiental suele descender, para convertirse en neutra entre el mediodía y las cuatro de la tarde. Todas estas observaciones se ven finalmente plasmadas en una fórmula que apunta a que por cada un 1% más de superficie sellada o pavimentada se produce un incremento de la temperatura media anual nocturna de una zona de 0,02 grados, por lo que, sin tener en cuenta otros condicionantes, entre un paraje de huerta y un entorno duro urbano puede existir una diferencia media de dos grados, «que es una magnitud muy importante», remarca el autor.
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Destaca Illán, además, que los altos registros alcanzados en verano se traducen en consecuencias para la salud de los más humildes y débiles, que cuentan con menos medios para paliar la incidencia de estas temperaturas. Por ello, defiende, mirando al futuro –dado que hay situaciones ya consolidadas con difícil solución–, la necesidad de apostar por soluciones de construcción y urbanización basadas en las superficies permeables y la revegetación. «No podemos seguir comiéndonos huerta y entubando acequias si no queremos agravar aún más la situación». Los datos lo corroboran.
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