Comienzan los movimientos vecinales en Murcia ante el hartazgo por los gorrillas
Residentes del área de Centrofama estudian organizarse frente a un problema que no ha logrado atajar la norma aprobada hace 4 años
«¿Cincuenta céntimos? Eso es poco dinero; dame algo más que enseguida viene la Policía y me echa», señalaba hace unos días un aparcacoches a ... un desconcertado conductor en pleno centro de Murcia, con malas maneras y acercándose peligrosamente al interior del vehículo. De poco ha servido la aprobación, hace algo más de cuatro años, de la Ordenanza Reguladora de Determinadas Actividades o Conductas en el Espacio Público, más conocida como regulación antigorrillas y que ha dado lugar a más de 20.000 intervenciones policiales en este ámbito.
Publicidad
Basta con darse una vuelta por las principales zonas de aparcamiento del casco urbano de Murcia para comprobar cómo estos pedigüeños siguen desarrollando una actividad que, 'a priori', no sería tan molesta ni preocupante si no llegara acompañada de ciertas conductas intimidatorias. De hecho, esta circunstancia está comenzando a generar movimientos vecinales de hartazgo, tras constatar que la situación, pese a la actuación policial, no sólo no mejora, sino que va a peor.
Normalmente hay que esperar a media mañana para ver cómo los gorrillas empiezan a poblar sus emplazamientos habituales. Esta semana era fácil encontrárselos, más allá del disuasorio del Malecón, en zonas de estacionamiento regulado -la ORA- como el entorno de la Jefatura Provincial de Tráfico, la iglesia de San Antón, el palacio de San Esteban o en el entorno de los hospitales La Vega o Morales Meseguer. Allí, en la calle de los Buenos Libros, dos agentes de la Policía Local pedían a uno de estos aparcacoches el pasado miércoles tanto la documentación como el dinero obtenido durante la mañana gracias a esta actividad, medida a la que les faculta la citada ordenanza.
La Policía Local ha desarrollado más de 20.000 actuaciones en el municipio relacionadas con los aparcacoches
Este gorrilla se vaciaba los bolsillos, asegurando no haber recaudado nada. Sin embargo, con los agentes ya lejos de allí, se acercaba a una esquina, recogía algo, y abandonaba la zona entre el tintineo de las monedas escondidas que acababa de recuperar. Era inevitable que la capacidad de adaptación del ser humano funcionara también para burlar una normativa incapaz de atajar un problema que, más que de orden público, es de índole social, ya que en él se mezclan cuestiones como la pobreza, el desarraigo social de la inmigración y los problemas de adicciones, unidos a la presencia junto al centro de uno de los principales supermercados de la droga del municipio. Es difícil gestionar situaciones que implican a personas sin nada que perder.
Publicidad
El ejemplo más claro de ello es la situación que vienen sufriendo desde hace ya tiempo los vecinos de las inmediaciones de Centrofama. «Pasé por aquí de noche no hace mucho y un individuo empezó a exigirme que le diera dinero; la cosa se puso tensa y llegué a pasar miedo hasta que un compañero suyo lo frenó, porque no sabía qué hacer», relata María, que suele aparcar en este entorno. Los residentes dan fe de la degradación, a causa de esta actividad, de una zona céntrica pero con un fuerte carácter residencial y un vecindario de alto poder adquisitivo.
Una veintena de bloques
De hecho, en entornos donde no suelen prosperar las asociaciones vecinales de barrio ha comenzado a fraguarse un movimiento que quiere cuajar en una plataforma o entidad para aglutinar a los residentes de las inmediaciones de Centrofama y de las calles Greco, Rector Loustau, Puerta Nueva y Gutiérrez Mellado. Será en la semana que comienza cuando vecinos de casi una veintena de edificios y una quincena de negocios se reúnan para poner en común impresiones y quejas y comenzar a estudiar posibles medidas.
Publicidad
Así lo relataba a LA VERDAD Francisco Javier Navarro, cansado de lidiar a diario con muestras de incivismo, si no con conductas directamente delictivas. «Sufrimos peleas continuas, amenazas, robos a transeúntes y comercios y daños en vehículos cuando no se consigue la recompensa esperada, y eso sin contar que esta gente, que muchas veces va drogada, hace sus necesidades, de todo tipo, donde pillan», subraya, destacando que ha subido el nivel de agresividad de las personas que rondan la zona.
«Sufrimos robos, peleas, amenazas y daños en vehículos; casi que en vez de aparcamientos, prefiero un jardín», dice un vecino
«Nosotros incluso hemos perdido negocio, ya que muchas clientas habituales se niegan a venir aquí y enfrentarse a esta gente; yo lo he hecho y tuvieron que protegerme hasta con una orden de alejamiento», cuenta Massimo Virgolini, dueño de la peluquería que lleva su nombre, consciente de que sólo la presencia continua de un agente de seguridad evitaría estos problemas por la vía policial.
Publicidad
«Esta zona se degrada cada vez más y está dejando de ser habitable; por mí, que eliminen los aparcamientos de este punto y pongan un jardín», añade Francisco Javier. No obstante, las propuestas y medidas a consensuar están todavía por ver. Ahora comienza el camino de este movimiento vecinal; mientras seguirá lo que para muchos se ha convertido en una «extorsión».
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión