Carmen ya tiene su parada de autobús

Carmen no puede disimular la «inmensa felicidad» que siente al haber conseguido el objetivo que se propuso el pasado mes de abril, cuando decidió solicitar formalmente al Ayuntamiento de Murcia una parada de autobús cerca de la residencia de mayores donde vive su hermano Antonio, al que visita casi a diario. «Los ancianos esperan con ilusión nuestras visitas. Por favor, pongan una parada lo antes posible», exponía esta vecina del Polígono de la Paz de 91 años en su escrito al concejal de Movilidad en su batalla por acortar el camino de un kilómetro –entre ida y vuelta– que tenía que recorrer desde la Ciudad de la Justicia, donde la dejaba el transporte público, hasta la residencia. Una petición que, según recalcaba Carmen Rivera en su día, no solo hacía por ella, sino «por todos los que vendrán, porque hay muchos mayores como yo a los que les cuesta caminar y no pueden permitirse venir en taxi a visitar a sus familiares».

Preocupada por la falta de respuesta oficial, Carmen se puso en contacto con LA VERDAD a finales de junio desde el teléfono fijo de su casa, ya que se resiste a vivir pegada a un móvil. Fue entonces cuando empezó una aventura mediática que ha dado sus frutos, ya que desde el pasado jueves el autobús para en la mismísima puerta de la residencia ubicada en la avenida de la Justicia. «Me siento muy orgullosa; aunque estoy muy mayor y me queda poco tiempo de vida, la gente se acordará de aquella mujer mayor que tuvo la osadía de pedir la parada de autobús», resalta sobre su proeza.

Después de la publicación del reportaje en este periódico, en el que el Consistorio mostraba su disposición a «estudiar la viabilidad» de su propuesta, un canal de televisión nacional se hizo eco de la noticia y Carmen viajó a Madrid, cumpliendo «un sueño en el que se sintió como la reina de un cuento», según destaca sobre su experiencia como entrevistada en un conocido magacín de tarde. Su aparición en la pequeña pantalla ha contribuido a que su fama se haya disparado de la noche a la mañana. «Tengo muchos años y me encanta hablar con la gente; cómo no me van a conocer», explica sobre las muestras de cariño que recibe a cada paso que da. «Me paran por la calle y me felicitan por haber conseguido la parada; hasta me piden fotos y me dan besos sin conocerme», detalla esta mujer para la que la mejor medicina es «estar alegre y activa».

Prueba de las ganas de Carmen de seguir contribuyendo a mejorar las condiciones de vida de las personas mayores es su próximo reto: que los bancos reabran oficinas. «En mi barrio teníamos tres y ahora solo podemos sacar dinero del cajero. Muchos viejos no se aclaran con estas máquinas y se sienten muy desatendidos», lamenta. En este sentido, se plantea «mandar una carta al ministro de los bancos para que nos den el trato que merecemos porque tenemos ahí nuestras pensiones y estamos ya para pocos trotes», explica. En su caso, dice que «lo que no sé es ingresar dinero porque siempre estoy sacando y en qué me veo de llegar a final de mes con todas las pagamentas que tengo».

Sobre sus ganas de vivir, Carmen no deja lugar a dudas: «Yo no me quiero morir ni loca». Y aprovecha para animar a los mayores a hacer llegar sus peticiones a quien corresponda, siempre y cuando «no sean tonterías, sino cosas de necesidad», ya que considera que «hay que quejarse menos y dar un paso al frente».

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