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La pandemia no puede con la ilusión por los Reyes Magos en Murcia
Grandes y pequeños recorren el itinerario de una cabalgata estática que se articuló de manera fluida y dejó buen sabor de boca
Tirando de la teoría de la relatividad de Albert Einstein cabe preguntarse: ¿cambia la naturaleza y percepción de una cabalgata si los que se mueven no son los Reyes Magos sino los más pequeños, llenos de ansia por verlos? Más allá de la metafísica, y a la vista de los resultados de este particular experimento navideño, lo que desde luego no se vio alterada fue la ilusión de los niños murcianos que se acercaron este miércoles hasta la avenida Teniente Flomesta de Murcia para encontrarse con Melchor, Gaspar y Baltasar en sus 'Aposentos Reales'. La propuesta del Ayuntamiento de Murcia de repartir los espectáculos del desfile a lo largo de un circuito estático no fue mal recibida por los padres y ni mucho menos por sus vástagos.
«Dada la situación de Covid, la solución ofrecida ha estado muy bien», apuntaba Sandra a la salida del recorrido. «A mí, que llevo ya unas cuantas cabalgatas a mis espaldas, me gusta más el formato tradicional, supongo que por la costumbre, aunque reconozco que, pese a la espera, esto ha sido más cómodo», defendía Celestino. Sin punto de referencia se encontraba algún padre primerizo y Letizia, mamá italiana recién mudada a Murcia a la que fascinó una propuesta deconocida en su país. Las constantes fotos que tomaba, como la de muchos otros progenitores, daban prueba de ello. Gigas y gigas de imágenes para llenar memorias y hasta una carroza.
El éxito de esta cabalgata estática también podía medirse por la cantidad de gente que se acercó al centro a participar en ella. Una hora -de las 4 a las 5- esperaron Juan y Lucas, los primeros niños de la fila, para acceder al llamado Jardín Real, que quedó inaugurado tras el saludo que les dedicó el alcalde, José Antonio Serrano, acompañado de varios ediles. Los tiempos de espera para acceder se situaron después en torno a la media hora, periodo más o menos razonable al comprobar que la cola ocupaba el trecho existente entre la entrada del Puente de Hierro y la pasarela Miguel Caballero. «Yo creo que me he portado bien y que los Reyes me dejarán algo esta noche», comentaba con seguridad Francisco, de 9 años, antes de cruzar la puerta del Jardín Real. Uno sabía que había cruzado esa frontera mágica por el efecto que generaba en los dedos de los más pequeños, que empezaban a señalar con entusiasmo todo lo que encontraban a su paso.
Más de una decena de estaciones se toparon antes de presentarse ante sus Majestades: el saludo de los carteros reales y el de un bosque animado de cuento; el encuentro con los camellos reales; diversos espectáculos de bailes, o una banda de música perruna. Tras el contacto con un grupo de trolls, con unas figuras de lego animadas, con unas pastorcillas muy huertanas y con una marioneta gigante de Pinocho y Gepetto, la ruta acaba en uno de los espectáculos más aplaudidos: el de las acrobacias. Allí, payasos y bailarinas practicaban trapecismo y danza aérea, al son de Rosalía, y arropados por grupos de pequeños que gritaban un '¡qué chulo!'.
Finalmente, y sobrepasada la gran bola de nieve que regaban una máquina de copos, era el momento de presentar sus respetos a Melchor, Gaspar y Baltasar, acompañados de las estrellas de Oriente. Los tres saludaban a los más pequeños desde sus carrozas, ubicadas frente al Ayuntamiento, y rodeados de 'ballets' felinos y sacados de los cuentos de las mil y una noches. Y para que la visita fuera completa, justo antes de abandonar el circuito, pajes reales repartían pelotas de plástico.
A pesar de la considerable afluencia de público, no se percibieron aglomeraciones en prácticamente ningún punto del amplio recorrido, ya que el tránsito de los visitantes fue fluido. Si acaso, la mayor acumulación de gente se dio entre aquellos que, huyendo de la larga cola, se agolparon en las vayas exteriores del recorrido.
Recorrido por pedanías
Antes, por la mañana, ni toda la magia de Oriente pudo librar a los Reyes Magos y a las Estrellas de Oriente del frío y el molesto viento que corría a primera hora. Arrancaron la jornada Sus Majestades llevando juguetes a los menores tutelados del Centro Cardenal Belluga y a los pequeños ingresados en La Arrixaca. Cumplida esta bella misión era momento de subir a sus carrozas e iniciar el recorrido previsto por el Consistorio. «Se me vuela la capa y hay que tener cuidado para no perder la corona», reconocía Melchor, al que representaba en esta ocasión el jefe del Servicio de Hematología de La Arrixaca, José María Moraleda. La ruta pilló de sorpresa a muchos menores e hizo las delicias de los grupos no muy numerosos de pequeños que aguardaban a los Magos en las aceras.
