Urgente Un terremoto de 2,6 grados sacude la ciudad de Murcia y alarma a los vecinos
Cecilio Peregrín, ayer, en la plaza de abastos de Verónicas, en Murcia. Javier Carrión / AGM
Presidente de la patronal española de frutas, hortalizas y flores (Fepex)

Cecilio Peregrín: «Corremos el riesgo de que tengamos una dependencia alimentaria de terceros países»

Critica que la UE legisla de espaldas a los productores, y alerta de la competencia desigual y la falta de relevo generacional: «Estamos en una encrucijada»

Domingo, 22 de diciembre 2024, 07:20

Con un respaldo abrumador a nivel nacional, el empresario Cecilio Peregrín (Águilas, 1961) se ha puesto al frente de Fepex, la Federación Española de Asociaciones ... de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas Vivas, un portaviones económico que integra a 30 asociaciones, entre ellas Proexport, y que genera cientos de miles de empleos. Es una de las puntas de lanza de las exportaciones españolas, que tiene su mejor escaparate anual en Fruit Attraction y Fruit Logistica. Es director corporativo de la empresa familiar Primaflor, un referente en lechugas y ensaladas con sede en Pulpí. Cecilio Peregrín resalta la labor realizada por su antecesor, Jorge Brotons, desde 2006. «Deja un nivel muy alto», señala, y acto seguido se adentra en los desafíos a los que se enfrenta la federación; el último, el acuerdo de la UE con Mercosur.

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¿Qué situación atraviesa el sector hortofrutícola en este momento en el que toma las riendas de la patronal nacional Fepex?

–El sector se encuentra en una encrucijada, y mucho más después del acuerdo de la Unión Europea con Mercosur. Tenemos varios problemas, y el más importante sigue siendo el agua, especialmente en la Región de Murcia y Almería. En esta nueva etapa de sequía que atravesamos nos hemos percatado todavía más de que se trata de un recurso escaso, y que cuando no llueve el problema afecta a todos en España. El Gobierno tendría que realizar algún tipo de gestión, no sé si llamarlo Plan Hidrológico Nacional, para la interconexión de cuencas. También nos enfrentamos a otra encrucijada con la normativa actual cada vez más restrictiva con el uso de las materias activas (fitosanitarios para combatir plagas y enfermedades). Estamos cerca de perder la independencia energética, pero estamos viendo que podemos perder también nuestra independencia alimentaria, y eso sí que sería un riesgo importante. Otros desafíos apremiantes para nuestro sector son la competencia de terceros países y la falta de mano de obra.

–Ha mostrado una importante lista de retos y problemas. Empezando por el acuerdo con Mercosur, ¿cómo afecta a las asociaciones de productores y exportadores de frutas y hortalizas?

–Las cláusulas espejo no se cumplen en este tipo de acuerdos con terceros países. Por ejemplo, cada vez nos reducen más las materias activas para nuestras aplicaciones en los cultivos, tenemos cada vez más dificultades, y sin embargo resulta que le abrimos la puerta a productos que no cumplen la normativa que a nosotros sí nos impone la Comisión Europea. Esto nos hace mucho daño. Nos lo ponen tremendamente complicado. Otro ejemplo: en Europa los transgénicos están prohibidos, y sin embargo, la producción de soja o de cereal que se lleva a cabo en América es todo transgénico. No digo que esté bien ni que esté mal, pero al final no competimos con las mismas armas. Habrá productos que no se vean tan afectados como pueda ser la lechuga, pero si hablamos de patatas, cebollas, cereales, y de otros muchos productos, sobre todo de la carne, en esos casos sí que se van a encontrar con un problema enorme.

Interconexión de cuencas

– Para resolver el déficit de agua plantea inversiones claramente dirigidas a los trasvases y a la interconexión de cuencas.

–Hay que plantearse que las cuencas mediterráneas están secas, y sin embargo las cuencas atlánticas tienen superávit. Y plantearse igualmente la solidaridad entre todas las regiones, y eso solamente se puede hacer desde el Gobierno central. Hay que buscar también la despolitización que existe con el agua a nivel nacional. He mencionado la interconexión de cuencas, pero también hay que acelerar las desaladoras. Cuando hubo tantos problemas hace un año con el olivo en la zona de Andalucía, la gente empezó a pensar en la desalación, y yo les dije 'bienvenidos al club', pero el problema sigue estando ahí, porque la climatología es la que es, y por ahora las perspectivas no son de años muy lluviosos.

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–¿Qué piensa del 'mix' de agua? ¿Cómo está funcionando en la Región y en Almería la combinación de recursos hídricos, sobre todo del trasvase, la desalación y los acuíferos?

–Es lo que nos está salvando. Hago dos puntualizaciones a propósito: por un lado, los niveles freáticos están descendiendo en muchas zonas, y por otro lado, no podemos estar doce años con la desaladora de Bajo Almanzora paralizada después que se viera afectada por una riada. Parecía que se iba a poner en funcionamiento el año que viene, pero tememos que pasen otros dos años hasta que arranque una vez realizadas las pruebas. Esto no puede ser. Hay que agilizar los procesos y el papeleo con la desalación y la depuración. En Murcia y Almería somos especialistas en ello desde hace mucho tiempo; el mix de agua está solucionando parcialmente el problema, pero dicho problema sigue ahí. No podemos hacer un planteamiento de hoy para mañana, sino a muy largo plazo. Las administraciones no pueden estar pensando en las próximas elecciones. Tienen que pensar en nuestros hijos y nietos, por decirlo de alguna manera. Existe lógicamente una demanda para el consumo humano, con un turismo que va en aumento, pero el sector agrícola no puede ceder ante los recursos hídricos que necesita porque hay muchísimas familias que dependen de ello.

–¿Comparte el planteamiento del presidente de los regantes del Trasvase de que el año 2027 puede ser apocalíptico si se recorta el agua del Tajo y se cierran acuíferos?

–Pretendo ser optimista. Dicen que el pesimista es el optimista con experiencia, pero creo que sería un golpe muy duro. Pienso que la sociedad española no se da cuenta de lo que eso podría suponer, ya que no tenemos alternativas. Cuidado con que se cierre al final el Trasvase Tajo-Segura. Mi calificativo en ese caso sería el de un riesgo excesivo. No nos damos cuenta de lo que se nos puede venir encima.

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Jugar con cartas marcadas

–¿Teme que los terceros países, a los que no se les aplican cláusulas espejo, vaya ganando cada vez más terreno a los productores y exportadores españoles? ¿Que ganen al final la partida, compitiendo con ventaja?

–Estamos jugando con cartas marcadas. Evidentemente, aquí estamos reciclándonos y reinventándonos toda la vida. Esos países también lo están haciendo bien, y nadie discute que puedan entrar, pero deben hacerlo con las mismas condiciones que nos ponen a nosotros. No tiene ningún sentido que a nosotros nos estén marcando unas pautas, que nos impongan unas condiciones que hacen muy complicada la producción y que además la encarecen, mientras que a países terceros les permita todo. Insisto: no decimos que no vengan, porque al final la globalización es para todos, pero tienen que hacerlo en igualdad de condiciones. De lo contrario, van a conseguir que en España, en muchas líneas de productos, sea muy complicado producir y dependamos de países terceros. Cuando empezó la guerra de Ucrania, Europa tuvo problemas de suministro energético, y los sigue teniendo, sobre todo los países del centro. Y donde antes se iban a cerrar muchas centrales nucleares, ahora se están volviendo a abrir. Lo que antes no era verde, ahora es verde como una lechuga. Estamos volviendo a la historia del carbón. El riesgo que corremos es que tengamos también dependencia alimentaria de países terceros, con lo que eso supone.

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–¿Hay una tendencia de empresas del sector para instalarse en países del norte de África? ¿Existe esa tentación?

–Yo no lo llamaría tentación. Hablaría en muchos casos de necesidad. Pero ojo, las empresas españolas que se están estableciendo en el norte de África, en la cuenca mediterránea sur, están produciendo con los mismos estándares de calidad que se están utilizando en España. Eso lo quiero dejar bien claro, ya que nosotros no sabemos producir de otra manera. Puede que haya una tendencia o a lo mejor una necesidad, lo cual nos conduce a una tercera encrucijada relacionada con la caída de productividad en nuestras empresas. Tenemos una legislación que no nos deja organizar las horas de trabajo, tratándose en nuestro caso de productos de temporada. Me parece bien que establezcan equis hora al año, pero que me permitan organizarlo con mis trabajadores. No se lo tengo que imponer. La gente trabaja para ganar dinero y tener una mejor vida. Si también se limita eso, creo que en muchos casos se estará fomentando otra cosa. Tenemos asimismo necesidad de contratar en origen, con toda la regulación necesaria, pero ahí también hay dificultades. Son trabajos de temporada, en ocasiones muy cortas. La legislación resulta complicada para las empresas y hay que hacerlo con muchísima antelación.

Intereses geopolíticos

–Ciertos intereses geopolíticos perjudican a algunos sectores. Le pongo el ejemplo del tomate y otros productos, que se han utilizado como moneda de cambio en las relaciones con Marruecos. ¿Eso todavía ocurre?

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–Sí, sí, claro. La presión es la que es. Se ha vivido con los bancos de pesca en el Sáhara, con los tonelajes de tomate o cualquier otra cosa. Se establecen unos cupos que luego tampoco se cumplen. Si analizamos las estadísticas de las entradas de Marruecos en Europa se comprueba que cada año se supera el tope establecido. Teóricamente hay unas sanciones o un plus que hay que pagar, pero al final esos volúmenes de entrada se consolidan, y un año tras otro se va introduciendo más producto del autorizado. Eso, sin olvidar que los costes de producción son diferentes.

–El campo ha estado muy enfadado y movilizado este año que acaba, y anuncia más protestas para 2025 contra la legislación europea. A su juicio, ¿qué tiene que cambiar la Comisión Europea respecto al campo?

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–Creo que debe cambiar un poco la mentalidad. A muchos funcionarios europeos y españoles, yo los traería a trabajar a una explotación de lechugas, de tomates o de pimientos, a un vivero o a una empresa de patatas, para que viviesen un poco más de cerca lo que es el agro. Al final, lo que muchos ven es la lechuga en el supermercado. A nivel particular, muchas veces tengo la sensación de que la gente piensa que las lechugas crecen metidas en una bolsa. Hay una serie de regulaciones que tienen muy poco sentido, como la normativa sobre el envasado de plástico. Resulta que no podemos utilizar plástico para frutas y verduras por debajo de cierto peso, pero vamos al súper y hay gran cantidad de productos envasados en plástico. Un botellín de agua contiene en proporción mucho más plástico.

–¿Hasta dónde llega el compromiso de Fepex con los objetivos que marca la agenda verde europea y con la sostenibilidad?

–La agenda verde o la estrategia de la granja a la mesa son políticas que se hacen sin consensuarlas con los productores. Existe gente en Bruselas que piensa o que decide cómo hay que hacer las cosas sin ese diálogo con la parte productora. En sostenibilidad, las empresas agrícolas españolas hemos demostrado suficientemente que no lo hacemos como una moda. Lo estamos haciendo porque creemos en ello. Me refiero a toda la evolución que se ha producido, por ejemplo, en los sistemas de riego, y en la tecnología que se emplea en los procesos de producción. Estamos en la punta de lanza de la innovación para reducir todo; para reducir el agua que precisamos, o las aplicaciones fitosanitarias que necesitamos... Pero es que nos dejan sin argumentos. Que alguien decida, sin contar con los productores, lo que se puede aplicar y lo que no, carece totalmente de sentido. Tenemos asimismo un problema de relevo generacional, y ahí sí que existe la tentación de tirar la toalla. Además, nos están demonizando. Para ciertos foros, el problema somos los agricultores. Pero resulta que durante la epidemia de covid, en la que por cierto nadie nos aplaudió, hicimos todo lo que teníamos que hacer para alimentar a la población con todas las medidas de seguridad. Nuestro sector tiene una fuerte conciencia social para alimentar a la gente. Lo hemos demostrado con creces.

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  1. «El cuello de botella de Lorca puede retrasar la llegada del AVE a Almería»

Usted también preside la Asociación de Empresarios de Almería (Asempal). Además del agro, la provincia vecina tiene muchos intereses compartidos con la Región de Murcia. ¿Qué opina de las obras de la alta velocidad?

-Van a buen ritmo, aunque tenemos la sensación de que el cuello de botella se encuentra en Lorca (la nueva estación soterrada). Las obras van muy avanzadas en Almería, pero tememos que las actuaciones en Lorca van a retrasar la llegada del AVE a Almería, con lo que eso supone. Junto con Huelva, somos las dos provincias andaluzas con mayor empuje económico pero a la vez las más perjudicadas, por lo que nos sentimos dolidos y agraviados. Una vez que llegue el AVE, será un revulsivo para Almería, que es una de las grandes desconocidas. Está demostrado que con la alta velocidad aumenta el flujo de personas, y queremos estar preparados.

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-¿El territorio común se hace cada vez más grande?

-La similitudes entre ambas provincias es muy grande, con muchos puntos en común. Tanto a nivel agrícola como entre las confederaciones empresariales, cada uno con su idiosincrasia.

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