Los cazadores velan por el cuidado y protección del medio ambiente
La actividad cinegética realiza distintas acciones en las zonas rurales para la conservación de los ecosistemas, como la instalación de comederos y bebederos, siembras y mantenimiento de vías
Benito Maestre
Murcia
Jueves, 26 de mayo 2022, 00:32
La cinegética es una de las actividades que más se ocupa y preocupa por el mantenimiento y cuidado del medio ambiente, al ser este su principal espacio de actuación. Los cazadores y también los gestores del mundo rural tienen una fuerte vinculación con el tema medioambiental y, además, poseen un gran conocimiento de la fauna silvestre que habita en los diferentes ecosistemas, lo que los convierte en una herramienta de gestión clave para el control de sobrepoblaciones, el control de enfermedades animales, el cuidado del medio rural y la conservación de hábitats naturales.
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El próximo 5 de junio se celebra, desde hace 50 años, el Día Mundial del Medio Ambiente, una jornada que recuerda la importancia de cuidar el planeta y salvaguardar sus recursos finitos. En este sentido, la actividad cinegética contribuye de forma positiva en la preservación de ciertas especies animales y en el control de su población e incluso de enfermedades, como la tuberculosis, que afecta a otras especies y a la ganadería extensiva.
Equilibrio poblacional
Las superpoblaciones de ciertas especies de animales generan graves problemas no solo en los cultivos, ganado, bosques, pesca y aguas continentales, sino también a su propia población y a las de otras especies de fauna y flora con las que interactúan. Uno de los casos más notorios es el del jabalí, cuya población ya supera el millón de ejemplares en España, y la previsión es que el número de ejemplares pueda llegar a duplicarse en 2025. Su expansión se debe a múltiples causas, entre ellas destacan la facilidad para obtener comida, tanto de las cosechas de maíz y otros cultivos en el campo como de contenedores de residuos en las zonas urbanas y periurbanas, donde la caza está prohibida; la falta de depredadores naturales que lo combatan, y la capacidad reproductora de las hembras, con una media de cuatro crías por gestación (a los seis meses cada una ya pesa 30 kilos). Esta tendencia se ha repetido en el norte de Europa, donde en los últimos años ha recolonizado varios países, entre ellos Noruega y Suecia.
Para ello, los cazadores se erigen como la opción más sostenible para regular la población del jabalí o de cualquier otra especie, ya que la caza está reglada por la orden de vedas, un documento (lo aprueba el Gobierno autónomo) que recoge los periodos de caza de cada especie cinegética, las modalidades, las zonas y los requisitos legales para ejercer esta actividad.
Defensa del lince ibérico
Los cazadores, igualmente, están siendo esenciales en la conservación del lince ibérico, cuya población ha pasado de los 94 ejemplares en 2002 a superar el millar a día de hoy (aún está clasificado como especie en peligro de extinción). Porque en muchos cotos y fincas de titularidad privada se encuentran la mayor parte de las poblaciones y sobre las que desarrollan buen número de trabajos de reintroducción, como el uso de comederos y bebederos y el mantenimiento de las poblaciones de conejo de monte y perdiz que le sirven de alimento. A esto se suma que los planes de recuperación nacionales del lince ibérico incluyen a las sociedades de cazadores para que participen activamente en su elaboración y seguimiento.
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Precisamente, uno de cada tres propietarios de cotos de España participa activamente en este tipo de programas de conservación, lo que a su vez motiva más de 180.000 movilizaciones de cazadores anualmente, calcula un informe de la Fundación Artemisan. En este contexto, la comunidad cinegética promueve actuaciones a favor de la fauna silvestre, cumpliendo el marco normativo, con una gestión sostenible y buenas prácticas. De ellas, destacan las repoblaciones en caso de descenso poblacional y sueltas dirigidas a la caza, la translocación de especies de zonas con daños a espacios habilitados y debidamente autorizados, y el suministro de alimentos y puntos de agua de los que se aprovechan todo tipo de animales silvestres, entre otras. Otra acción relevante de los titulares de los cotos es que ayudan a la prevención y control de las enfermedades animales, ya que en los terrenos de caza mayor y algunos de caza menor existen veterinarios encargados de examinar las piezas capturadas, lo que permite detectar de manera precoz cualquier alarma.
Valedor del legado natural
La actividad cinegética también pone en valor el cuidado del medio rural, así como la conservación de los hábitats naturales. Para muestra, ciertas especies de ungulados, como los ciervos y arruís, ayudan a paliar los efectos negativos de la desaparición de la ganadería tradicional en extensivo en dehesas y otros puntos de media y alta montaña, mediante la ingesta de hierbas y alimentos que solían ser alimento para vacas, ovejas y cabras. Al mismo tiempo, estas piezas de caza mayor son alimento de aves carroñeras, como los buitres.
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Según un estudio de la Fundación Artemisan, el 36% de los titulares de cotos y el 46% de los organizadores profesionales de caza que gestionan terrenos cinegéticos en España invierten en el mantenimiento de vías y caminos en sus cotos de caza. Además, realizan desbroces, podas, plantaciones y siembras; protegen la vegetación con postes y mallazos, y se encargan del mantenimiento de pantanos, charcas, cauces y cortafuegos, entre otras acciones.
Agua y comida para la fauna salvaje de la Región
Los cazadores que pertenecen a la Federación de Caza de la Región de Murcia (FCRM) desempeñan una labor encomiable en defensa del medio natural y la fauna salvaje, no solo circunscribiéndose su actividad a la cacería. Porque este colectivo lleva a cabo numerosas actuaciones durante todo el año, que en la mayoría de ocasiones son poco conocidas, pero con un gran impacto para el medio ambiente, con el objetivo de proteger los ecosistemas y las poblaciones de animales.
Solo en la Comunidad, los cazadores suministran 1,5 millones de litros de agua anuales a las charcas y otros puntos instalados por ellos mismos para que las especies tanto cinegéticas como no cinegéticas pueden saciar su sed. También les proporcionan un millón de kilos de alimentos en grano más la siembra de mínimo dos hectáreas por coto, para que de este modo no tengan que acercarse a los cultivos más cercanos y dañar las cosechas de los agricultores. Igualmente, se encargan de las labores de mantenimiento de los comederos y bebederos. Otras acciones que realizan son los tratamientos silvícolas de poda y la conservación de los caminos ante posibles incendios forestales.
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