El Santa Lucía de Cartagena aplica una técnica pionera para frenar los desmayos

A los tres pacientes se les monitorizó con un catéter con posibilidad de seguimiento remoto, «con excelente resultados tras casi dos meses desde la intervención», explicó el jefe de la unidad, Ignacio Gil. Esta está incluida en un registro nacional donde se reportan los resultados de seguimiento de estos pacientes, cuyas conclusiones serán publicadas en revistas de gran impacto en el mundo de la cardiología, concretamente en la electrofisiología.

«Estos procedimientos abren una puerta a la esperanza a pacientes muy seleccionados, con episodios sincopales limitantes, y pueden también suponer una alternativa al marcapasos en aquellos pacientes con enfermedad sinusal (células que actúan como marcapasos del corazón) con bradicardia sintomática de etiología funcional», señaló Gil Ortega. Este médico cuenta que ha tratado a pacientes «desesperados», con desmayos continuos que afectan a su vida personal.

«Son personas que tienen miedo a sufrir un síncope conduciendo o en otras situaciones, como tener a un bebé en brazos o realizar actividades cotidianas. A uno de nuestros pacientes le dio el otro día en el gimnasio, aunque le puede dar en cualquier situación. Son incontrolables», indicó.

La lipotimia o el síncope vasovagal genera de forma momentánea un desvanecimiento, en el primer caso, y la pérdida de la conciencia, en el segundo, como consecuencia de una bajada de la tensión arterial y de la frecuencia cardíaca. El problema es que este tipo de patología pueden darse en momentos inesperados.

El síncope, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una pérdida brusca y temporal de la conciencia, de duración breve y con recuperación espontánea. Se calcula que alrededor del 3% de la población va a presentar un síncope a lo largo de su vida, aunque puede alcanzar hasta el 50% en pacientes jóvenes, de los cuales, se calcula que entre el 40% y el 60% de los casos es debido a causa neromediada. De hecho, el perfil que maneja la Unidad de Arritmias del hospital Santa Lucía es la de una persona de entre 30 y 40 años, sano y que realiza deporte regularmente.

El factor o estímulo que desencadena el síncope vasovagal hace que la frecuencia cardíaca y la presión arterial disminuyan abruptamente. Como consecuencia, se reduce el flujo sanguíneo al cerebro y el paciente puede perder el conocimiento por un momento. En general, esta sintomatología es inofensiva y no requiere apenas tratamiento. El aplicado en el hospital va dirigido a evitar desencadenantes, si están identificados, a mantener una correcta hidratación y, sobre todo, a evitar un traumatismo una vez se inician los síntomas incipientes o premonitorios, conocidos como pródromos, según este especialista.

En determinados pacientes, estos síntomas recurrentes, y a veces no predecible y evitable, puede condicionar una gran limitación para una buena calidad de vida, llegando a afectar a la esfera personal, familiar e incluso en un factor limitante en la esfera laboral.

En estos pacientes, hasta ahora, lo único que se les podía brindar era el implante de un marcapasos, y siempre que tuviera más de 40 años. Esta solución era solo de una utilidad limitada en los usuarios con un predominio vasodilatador o hipotensor. El papel de la cardioneuromudulación, según Gil, viene a cubrir este espectro de pacientes con síncopes de perfil neuromediado, recurrentes y muy limitantes, a los que hasta ahora no podíamos ofrecer ninguna alternativa.

Este procedimiento se realiza en un entorno médico controlado por especialistas altamente capacitados de la Unidad de Arritmias del hospital Santa Lucía. La cardioneuroablación se realiza bajo anestesia general utilizando un catéter de electrofisiología que se introduce a través de los vasos sanguíneos, de la ingle, y se guían hasta el corazón.

Mediante la ablación cardíaca se pretende restablecer el equilibrio entre los dos componentes del sistema nervioso autónomo, esto es el sistema nervioso simpático y el parasimpático, mediante la identificación de las áreas específicas del sistema nervioso que causan la respuesta anormal y exagerada que conduce al síncope vasovagal.

Según el jefe de este servicio, el especialista Ignacio Gil, en un estudio recientemente publicado en una de las revistas más prestigiosas del mundo de la electrofisiología (Estudio Elegance, Heart Rhythm 2023), los autores comunicaron unas tasas de éxito agudo del 92% que se mantenía del 88% a los ocho meses. Tras la intervención quirúrgica, los pacientes quedan prácticamente libres de síntomas. «Algo muy importante para alcanzar estos resultados es la selección detallada de los pacientes», indicó Gil.