Los molinos de viento renacen
La federación vecinal apoya la iniciativa a través de las asociaciones, que darán varios usos a estas edificaciones singulares para evitar su derrumbe El proyecto municipal abarca siete edificaciones, tres de ellas ya rehabilitadas
Los molinos de la Cerca (Santa Ana), de la Corona (Perín), del Tío Paco el del Garabito (Alumbres) y de El Algar se han incorporado al proyecto municipal para rehabilitar este tipo de edificaciones y darles inmediatamente un uso regular. Se trata de evitar que queden en desuso, vuelvan a deteriorarse y puedan derrumbarse. Las restauraciones del que corona el Monte Sacro y del de Zabala, así como la que está a punto de concluir en el de Las Peñas (Alumbres), han sido la piedra de toque. La inversión, hasta el momento, ronda los 200.000 euros, con aportaciones de las arcas municipales y de subvenciones regionales. El equipo de gobierno local que salga de las elecciones, el 26 de mayo, tendrá que buscar los recursos para continuar esa labor.
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En el término municipal de Cartagena hay alrededor de 180 de los 220 molinos de viento censados en toda la Región. Hace entre una década y una década y media, hubo un primer intento de restaurar los de Alumbres, Santa Ana y Zabala. Sin embargo, después fueron abandonados. Por eso, el concejal de Cultura, David Martínez, ha acordado con la Federación de Asociaciones de Vecinos, la elaboración de un listado corto de edificaciones que las asociaciones vecinales de los lugares donde se encuentran se comprometan a mantener, una vez restaurados. Vincular la recuperación a la reutilización posterior de los inmuebles es básico, según Martínez. Por eso, el vocal de Patrimonio de la Federación vecinal, Luis de Miquel, ha incluido en esa lista «aquellos molinos que las asociaciones vecinales pueden comprometerse a reutilizar, adelantando incluso alguna aportación para su rehabilitación».
PARA TENERLO CLARO
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Arreglados
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Monte Sacro: Ha costado 95.000 euros restaurar este molino de agua, situado en pleno casco histórico. Es municipal.
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Zabala: Con 27.000 euros han repuesto el eje o botalón y las aspas. El resto estaba bien, porque fue restaurado en 2004. Es privado.
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En reparación
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Las Peñas (Los Mateos): Con 80.000 euros, se ha descombrado el interior y han sido remediados los defectos del muro. Falta el chapitel de cobertura. Es municipal.
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Santa Ana: Es privado. Fue restaurado hace quince años, pero fue posteriormente abandonado.
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El Algar: En mal estado. Es municipal. Su ubicación entre casas complica la colocación de las aspas.
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La Corona: Deteriorado. El Ayuntamiento ya tiene un proyecto y busca fondos para llevarlo a la práctica.
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Alumbres: La asociación vecinal se hizo con el uso. Está a la espera de que el Ayuntamiento presente el proyecto a la Comunidad y la Consejería de Cultura lo autorice. También hay que conseguir los fondos para la restauración.
La fórmula utilizada será la firma de convenios de cesión de uso entre los propietarios y los colectivos vecinales. En los que son de titularidad municipal, el Ayuntamiento llegará a acuerdos vinculados a una programación de actividades; en los privados, actuará como mediador y garante del pacto.
En Alumbres y Santa Ana, la restauración es sencilla porque los inmuebles están en buen estado
En la Corona y en El Algar habrá más problemas, debido a la mala conservación y al entorno
Por lo que respecta a la rehabilitación, el Ayuntamiento se ha comprometido a buscar la financiación necesaria. No habrá dos proyectos de rehabilitación iguales, porque cada uno depende de la actividad que tenía el molino y del estado de conservación. «Algunos molían grano para producir harina; otros eran de sal; también los había de agua e incluso para la fabricación de esparto», recuerda David Martínez.
Desde ferias a conciertos
Visitas guiadas, cursos sobre los oficios relacionados con su actividad, ferias culturales e incluso conciertos al aire libre son algunos de los posibles usos. Todo vale mientras se garantice su integridad, amparada por la legislación regional sobre protección del patrimonio.
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Entre los mejor conservados, porque ya fueron objeto de rehabilitaciones en el pasado, está el Molino del Tío Paco el del Garabito. Esta construcción fue levantada a finales del siglo XVIII, en el paraje de Zaraíche, como molino harinero, pero cien años más tarde le cambiaron los mecanismos (sustitución de las muelas por batanes). Quisieron «reutilizarlo en la fabricación de esparto», apuntó el presidente del colectivo vecinal, Juan Zapata.
La maquinaria interior desapareció, pero la restauración realizada en 2001 por el Ayuntamiento, por unos 24.000 euros (seis millones de pesetas de las de antes), surtió efecto y recuperó su fisonomía exterior original. Supuso instalar un chapitel fijo de imitación y encalar la fachada. También mejorar el mantenimiento de las aspas.
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La Asociación Cultural Los Alumbres Nuevos (Aclan) se hizo cargo del uso por diez años, pero su actividad ha decaído en los últimos tiempos. En 2016, llegó a un acuerdo de colaboración, por el que la asociación de vecinos asumió darle una utilidad. Cambió el vallado exterior, que se había roto, e iluminó el entorno. Ahora espera que el Ayuntamiento acabe el proyecto de rehabilitación y lo remita a la Comunidad Autónoma, para que esta le dé el visto bueno, lo incluya en su Plan Director de los Molinos de Viento y, si es posible, colabore con la aportación de fondos, para culminar la restauración.
Visto bueno de la Comunidad
Ese es el modelo que se pretende utilizar en otros como el de Santa Ana, donde también la asociación de vecinos está de acuerdo. Fue construido a finales del Siglo XIX, junto a la iglesia de la localidad, para acarrear agua. Cayó en desuso hasta que, en 1999, el Ayuntamiento firmó un convenio para restaurarlo. Allí tuvo lugar la organización de una semana cultural, con visitas y con una persona que se hacía cargo de ponerlo en funcionamiento. Hace diez años, todo eso acabó. En los años transcurridos, las velas se han podrido y las aspas de madera sobreviven, algo maltrechas. El resto está bien conservado, incluido el chapitel superior y el botalón o eje de giro de las aspas, por lo que la restauración no sería muy costosa, según el presidente de la Asociación de Vecinos, Juan Diego Cánovas.
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Todo lo contrario de lo que ocurre con el Molino de la Corona, para cuya rehabilitación David Martínez ya tiene una estrategia. Nunca ha sido restaurado y actualmente es poco más que un muro circular de piedras, sin techo, maquinaria, aspas ni velas. La actividad harinera en la zona oeste fue intensa y dio trabajo a ese molino y otros dos más, el de Miguel el Jarapa (Perín) y el de la Tía Jarapa (Cuesta Blanca). Todos han acusado el paso del tiempo, pero el de la Corona necesitará una cantidad elevada de fondos para volver a ser lo que era.
El cuarto molino que Luis de Miquel ha incluido en su lista es el de El Algar. En este caso, no hay que negociar con ningún propietario privado, porque el edificio es de titularidad municipal. Su estado de conservación es malo, pero no amenaza ruina. Será posible restaurarlo. El principal problema es que es uno de los pocos inmuebles en los que no se ha podido definir un entorno de protección, porque se encuentra rodeado de edificios. Ni siquiera será posible ponerle las aspas porque, literalmente, no caben.
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Litoral del Mar Menor
También en este caso, la implicación de los vecinos es importante. La presidenta de la Junta Vecinal, María Francisca Valenzuela, mantendrá, la próxima semana una reunión con técnicos del departamento de Patrimonio del Ayuntamiento, para avanzar en el proyecto.
La actuación municipal debe someterse a las guías que establece la Comunidad Autónoma. «El problema es que el plan estratégico que prometió en 2015 quedó en nada y el Plan Director que salió a concurso el 29 de noviembre del año pasado, todavía está pendiente de adjudicación», indicó Martínez. La Comunidad tiene presupuestados 96.800 euros para que una empresa privada lo redacte, a partir de abril, y tenerlo listo antes de acabar el año.
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