Más metros y menos energía para el edificio del Puerto de Cartagena

Se trata de una obra compleja que se realiza en dos fases, con un presupuesto cercano a los 3,2 millones de euros. Tanto, que sus responsables esperaban hace un año, cuando entraron los albañiles de las constructoras Ferrovial y Lirola, tenerla lista en los primeros días de 2023. No será posible. Quedan meses de trabajo por delante. LA VERDAD comprobó hace unos días que el grado de avance de la reforma es aún lento por los retos técnicos que el equipo de MCEA Arquitectura, que dirige Manuel Costoya, ha ido encontrando y resolviendo.

El edificio fue proyectado en 1909 por Antonio de Paula Oliver Rolandi -que quiso darle tres alturas en lugar de las dos actuales- aunque, en 1923, el ingeniero director Vicente Maese redactó un proyecto reformado para dejarlo casi tal como se conocía hasta ahora. La última rehabilitación, incompleta, fue en 1999. Ahora, según la presidenta de la Autoridad Portuaria, Yolanda Muñoz, era necesario adaptarlo a las necesidades actuales, ampliando el espacio mediante la recuperación como oficinas de lo que fue la casa del ingeniero director. Precisamente, la altura de esa segunda planta, donde se ubicaba la vivienda, será aprovechada en la parte posterior del edificio para construir una entreplanta destinada a nuevas oficinas y al centro de información de datos.

El edificio ganará 220 metros, aunque la mejor distribución de espacios permitirá acoplar de forma más eficiente al personal de los servicios administrativos. El arquitecto destacó la «visión de conjunto» que están dando a una intervención de la que solo quedará excluida la zona de la planta baja, donde se ubican la presidencia y la secretaría general.

Una de las mayores y más evidentes transformaciones se dará en la vestíbulo del acceso principal, «lleno de obstáculos», resaltó Costoya. Quedará limpio de barreras arquitectónicas, sustituyendo el actual sistema de control de accesos y colocando una puerta automática de vidrio antirreflejos. El ascensor añadido en los noventa también desaparecerá de esa estancia noble para ocupar un espacio en la parte trasera, la de la calle Joaquín Navarro Coromina, donde se abrirá una nueva entrada adaptada y otra directa al salón de actos. El patio central, uno de los espacios singulares del edificio, será recuperado.

Además de suprimir aquellas «huellas arquitectónicas» que no se consideran óptimas, como los distintos tipos de acabados de obras anteriores, carpintería y colores de estancias, la completa renovación del edificio permite mejorar la eficiencia energética por medio de luces led y sistemas de ventilación que recuperan el calor. La sostenibilidad es marca de la casa de MCEA Arquitectura, según Costoya, quien en los quince años de trayectoria del estudio murciano ha proyectado trabajos en varias ciudades y posee ya reconocimientos internacionales.