La 'Niña de Cartagena' de Peremar
José Pérez Martínez dejó un legado como compositor con más de un centenar de canciones, además de numerosas poesías, y puede ser considerado el mayor ... coplero de Cartagena.
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Conocido popularmente como Peremar, fue una figura de la cultura popular cartagenera, un creador nato que combinó poesía y música para rendir homenaje a su tierra natal. Su apodo, una fusión de las primeras sílabas de sus apellidos, no solo se convirtió en su seudónimo artístico sino también en sinónimo de identidad y pasión por Cartagena.
Hijo de Ana María, nació el 9 de mayo de 1924 en la diputación de Perín, un rincón del término municipal que marcó su identidad a lo largo de toda su vida. A los 16 años de edad entró a trabajar en el Taller de Herreros de la Ribera de los astilleros de la Empresa Nacional Bazán. Luego le salió un trabajo mejor pagado y se marchó a Jaén, donde trabajó en una gestoría en la que obtuvo un buen porvenir. Pero al poco tiempo regresó a su tierra más por añoranza que por otra cosa. Salvador era cartagenero de pura cepa y eso marca carácter de una persona para toda su existencia. A Salvador Peremar le faltaba su Cartagena para poder seguir viviendo, por eso en el año 1955 dejó todo aquello y regresó a Cartagena donde se colocó en un bar de la firma Establecimientos Román.
Descubrió desde muy joven una vocación artística que se manifestó en la escritura de canciones y la composición de melodías. Aunque carecía de formación musical formal, colaboró con técnicos (músicos y arreglistas) que transformaban sus creaciones en partituras. Como decía en una entrevista concedida al diario 'El Noticiero' en 1972: «Cartagenero hasta la médula. Mi afición al cante viene desde pequeño, y no es el clásico tópico. Poco a poco me fui haciendo».
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Se puede decir que toda su formación fue autodidacta y sus primeras composiciones y coplas más reconocidas las ofrecía él directamente a los artistas del conocido entonces Teatro Argentino cuando este llegaba a Cartagena.
Fijó su residencia en la casa número 22 de la calle Vergel del Barrio de la Concepción donde residió muy modestamente hasta el final de sus días. Allí vivió junto a su madre en soledad sin otra compañía más que sus poesías, sus letras contables y sus coplas extraordinariamente pegadizas.
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Peremar, hombre sencillo y creador incansable, demostró que el amor por una ciudad y sus tradiciones puede transformar la vida en arte y la música en memoria. Precisamente este amor por su comarca quedó inmortalizado en los pasodobles y rumbas que dedicó a barrios, pueblos y diputaciones de Cartagena, como Tallante, Molinos Marfagones, Canteras y sobre todo a su querido Perín. Estas obras aún resuenan en las celebraciones populares de estos lugares, testimonio de su compromiso con las raíces cartageneras.
Gracias a su insistencia creadora logró ingresar en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) el 25 de noviembre de 1955, donde registró más de cien canciones que narraban historias y emociones profundamente enraizadas en su entorno cartagenero y en su vida.
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En estos archivos de la SGAE figuran obras emblemáticas como 'Caracola de colores', 'Chiquilla torera', 'España pierde un torero', 'Qué bonita es la mujer valiente', 'Calamidad', 'Carambó, carambé' (1972), 'Chalupa tú' (1971), 'El bombo de España' (2001), 'El Cascabe'l (1974), 'Jolines con la negra' (1989), 'La Manga del Mar Menor' (1977), 'La Rumbera' (1972) y 'Mi negra María' (1987) entre otras muchas más.
Muchas de estas canciones fueron popularizadas por figuras de la canción española como Rocío Jurado, Marujita Díaz, Manolo Escobar, Luis Lucena y Maruja Garrido.
Pero sin duda su mayor triunfo fue la copla 'La Niña de Cartagena', una joya que alcanzó fama internacional en la voz de Manolo Escobar. Inspirado por las farolas del puerto cartagenero y la espera romántica de una joven por su amor marinero. Peremar plasmó en esta canción el alma de su ciudad. Aunque inicialmente fue ofrecida a Juanito Valderrama, quien la rechazó, fue Escobar quien la transformó en un himno eterno y de Cartagena.
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A principios de los años 90 del pasado siglo, su salud se deterioró drásticamente a causa de la diabetes. En 1991, enfrentó la amputación de una pierna debido a complicaciones circulatorias, lo que lo llevó a ser ingresado en el Asilo de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, en su Barrio de la Concepción. Sumido en una profunda depresión y enfrentando la posibilidad de una segunda amputación, esta vez de un brazo, Peremar no pudo soportar el dolor físico y emocional. Finalmente, el 12 de septiembre de 1992 puso fin a su sufrimiento de manera trágica, ingiriendo ácido clorhídrico.
A pesar de su trágico final, su legado musical continúa vivo, resonando en los pasodobles y rumbas que compuso para los pueblos de la comarca de Cartagena y en las melodías que cautivaron a intérpretes y público de toda España.
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En su copla más conocida, 'La Niña de Cartagena', queda encapsulado el espíritu de su arte y de su vida: amor por su ciudad, devoción por la música y una inquebrantable pasión por cantar las historias de su pueblo. Peremar es, y será siempre, un símbolo de Cartagena aunque algo olvidado hoy día.
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