El resultado de no hacer nada causa dolor
En el cuarto de la Guardia Civil, los perjudicados son personas cuyos sueños se disuelven en una ruina que los deja en la calle
Repasaba en el ordenador las fotografías que hice hace unas semanas de las viviendas de la casa cuartel de Cartagena. Como la imagen no tenía ... contexto, un familiar que se hallaba tras de mi preguntó: «¿Son pisos okupados?». Sonreí y dije: «son casas donde viven algunos de los guardias civiles en Cartagena. Van a ser desalojadas». «¡Pues vaya sitio para vivir!», dijo mi interlocutor.
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Cartagena es este verano la punta visible de un gran problema en la Guardia Civil; el estado de sus cientos de casas cuartel. Es uno de los muchos desastres en el cuidado, administración y mantenimiento de las instalaciones de un cuerpo policial víctima de oscuros acuerdos de la política. Acuerdos que no solo afectan a las instituciones. En Cartagena, los perjudicados son personas cuyos sueños se disuelven en una ruina que les deja, literalmente, en la calle.
Los avisos vienen de lejos. Algo deberían haber sospechado los responsables cuando durante años han tenido que colocarse apeos y refuerzos en una estructura que se abría por todas partes. He visto enormes grietas en las casas de los compañeros que he visitado en Cartagena. Esos desgarrones gritan el olvido en el que han vivido los agentes y sus familias. Edificios que apenas superan los sesenta años se caen a pedazos. Puede achacarse a la mala calidad de la construcción, ¡seguro! Pero, ¿y los trabajos de mantenimiento? Al volver de Cartagena reclamé una reunión urgentísima con el director general de la Guardia Civil, Leonardo Marcos, pero debe seguir de vacaciones. Por el contrario, la alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, me recibió y pude comprobar cómo ha tomado la causa de los guardias civiles desalojados de sus viviendas en el cuartel de la ciudad con más ímpetu e interés.
¿Y llegados a este punto, qué? Cartagena es un ejemplo. No es el único ni será el último, de años de abandono de las necesidades más básicas de la Guardia Civil y de sus integrantes. Instalados en edificaciones abandonadas a su suerte, con escasez de material, con cicateras dotaciones de medios, con salarios inferiores a los de otros cuerpos policiales, los guardias civiles sufren el resultado de años de no hacer nada. Esa inacción causa dolor, no solo a los propios guardias civiles, también a sus familias. Y ese no hacer nada, además de ocasionar miles de problemas a las personas, es el origen de muchos gastos, los que conlleva el traslado de servicios y dependencias y, más tarde, levantar nuevos edificios. Nada parece caro para quienes tienen la responsabilidad de tomar estas decisiones cuando los que pagan son otros. En JUCIL nos importan las personas, los guardias civiles y sus familias a las que daremos apoyo hasta que haya para ellos una solución rápida y digna a su situación actual.
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