Infantes de Castilla y Reyes Cristianos durante el pasacalles por la Gran Vía previo a la Jura del Rey. Juan F. Robles

Nobleza y belleza en el Bando Cristiano

Dulzura ·

Andrés Navarro y Guillermina Andújar encarnan a Fernando III El Santo y Beatriz de Suavia

Martes, 30 de abril 2024, 00:06

El cortejo que hoy componen Cristianos y Moros tiene su origen en el acompañamiento que desde finales del siglo XIV se hacía desde la fortaleza donde se custodia la Sagrada Reliquia hasta las afueras de la ciudad, al lugar conocido como Bañadero, para realizar el ritual de la Bendición de las Aguas. Según un documento de 1384, los concejos de Lorca y Totana pidieron agua bendecida por la Cruz al concejo caravaqueño para rociar los campos asolados por una plaga de langosta, recogiendo que ya es una costumbre que se venía celebrando en Caravaca con anterioridad a esa fecha.

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Los Moros y Cristianos de Caravaca tienen una historia secular y son herederos de aquel acompañamiento en el que fueron dándose cita compañías de arcabuceros y la soldadesca que con atuendos de la época formaban parte del cortejo. Durante siglos, Caravaca fue tierra fronteriza con el reino nazarí de Granada, razón por la que se hacía necesario contar con una escolta armada que custodiase la Sagrada Reliquia durante la procesión. El final de la reconquista fue convirtiendo, con el paso de los siglos, aquel acompañamiento medieval en los grupos de hoy procesionan junto a la Vera Cruz.

El Bando Cristiano, al igual que el Bando Moro, es, por tanto, una recreación medieval de la historia de Caravaca en la que se mezclan la marcialidad, a la hora de desfilar de los guerreros cristianos, con la belleza y la hermosura de las damas, en el cortejo festero que acompaña a la Vera Cruz. Los grupos que componen en la actualidad este bando son herederos de esa larga tradición que se remonta a la Edad Media. Las confrontaciones, las batallas y las ocupaciones, con continuas incursiones que se transformaban en conquistas y reconquistas, dieron paso a la convivencia de dos culturas que se prolongó durante varios siglos.

Actualmente, en la tarde del 3 de mayo, cuando el sol se va perdiendo por las colinas que circundan la ciudad de la Cruz, miles de personas se dan cita en el Templete para asistir a este ritual. La Sagrada Reliquia es sumergida en las aguas que más tarde riegan una extensa y rica vega. Es costumbre empapar un pañuelo en estas agua para luego llevarlo a personas cuya enfermedad u otros motivos le impiden estar presentes en el Baño del Cruz, o simplemente para guardarlo hasta el año siguiente.

En el pabellón cristiano desfilan mesnadas castellanas y aragonesas que recrean la presencia en estas tierras del Reino de Murcia. El vestuario es muy singular y trata de recuperar el que lucieron caballeros y damas medievales. Desde órdenes tan conocidas como Templarios y Santiaguistas, pasando por los Cruzados de la Vera Cruz y los Almogávares de Aragón, así como los Nobles Aragoneses, los Caballeros de Navarra o los hospitalarios de San Juan de Jerusalén, los grupos cristianos son una impresionante actualización del pasado de esta ciudad que surgió a la sombra de las almenas del Castillo.

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Los caballeros y damas del Bando Cristiano destacan por su exhibición de nobleza y hermosura. Con un vestuario inspirado en el rigor histórico sorprenden a quienes contemplan sus desfiles. Coreografías, muy estudiadas en el caso de las damas; y un imponente desfile, que en algunos grupos se caracteriza por la marcialidad y en otros por la alegría, son las señas de identidad de quienes engrosan las filas que desfilan bajo el pabellón del Bando Cristiano.

Andrés Navarro y Guillermina Andújar, encarnarán por primera vez las figuras de Fernando III El Santo y Doña Beatriz de Suavia; mientras que a los Infantes de Castilla, darán vida los hermanos Javier y Elena Ramírez, que darán vida a Alfonso X y Doña Violante.

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