El desfile infantil devuelve la Gran Vía de Caravaca a la Edad Media
Las fiestas patronales cumplen con el ritual de la Bendición de las Aguas en el Templete
La inocencia y la alegría desfilaron ayer por la Gran Vía. La cantera de la fiesta tomó la principal arteria de la localidad para brillar con luz propia durante el desfile infantil. La Misa de Pontifical abrió las celebraciones del Día de la Cruz por la mañana que culminaron por la tarde noche con la Procesión del Baño, el Parlamento entre el Rey Cristiano y el Sultán, el Simulacro de Combate y la Bendición de las Aguas, actividades que surgieron a través de los casi ocho siglos de presencia de la Sagrada Reliquia de la Vera Cruz.
La misa tuvo lugar a las diez de la mañana en la parroquia de El Salvador y estuvo presidida por el obispo de la Diócesis, José Manuel Lorca Planes, y concelebrada por varios sacerdotes. Lorca Planes animó a los caravaqueños a seguir preparando la ciudad para acoger física y espiritualmente a los peregrinos que llegarán a la ciudad durante próximo Año Jubilar. «Tenéis una gran responsabilidad, porque sois una puerta a la esperanza de los que vienen hasta la Vera Cruz».
Tras finalizar la eucaristía comenzó el desfile infantil. La Gran Vía se inundó de pequeños festeros que, emulando a sus mayores, desfilaron mostrando su vestuario medieval. Los Infantes de Castilla, los hermanos Sergio y Marta Marín, estrenaron sus cargos. Por su parte, para la Sultana Infantil, Maravillas Álvarez, y para la Amazona Infantil, María Marín, el de ayer fue su segundo desfile representando a los más pequeños en sus respectivos bandos.
Por la tarde, se volvió a realizar el Baño de la Cruz, ritual que se celebra desde 1384 y que es el origen de las Fiestas de Mayo. Por las calles del casco antiguo, moros y cristianos se dirigieron hacia el Templete, cuando el Carro Triunfal llegó a lo más alto de la Cuesta de la Cruz; el Rey Cristiano, Roberto Mateo, y el Sultán Moro, José Manuel López, protagonizaron el Parlamento, acompañados por la Reina Cristiana, Patricia Fernández, y la Sultana, Carmen López, respectivamente. La falta de entendimiento les llevó a la contienda de los dos ejércitos, que dio paso al ritual de la Bendición de las Aguas, que fue realizado por el vicario episcopal, David Martínez.
