Multas en verso contra el cáncer
Inocentes, obispillos, alguacilillos y demonios invaden la ciudad, la llenan de fiesta y recaudan casi 4000 euros a beneficio de la AECC
juan f. robles.
CARAVACA DE LA CRUZ
Domingo, 29 de diciembre 2019
La Fiesta de los Inocentes invadió ayer de nuevo las calles y las calles de la ciudad de alegría, música y solidaridad. Esta costumbre ancestral, recuperada
hace catorce años, recauda fondos para una buena causa y en esta ocasión los 3.966,48 euros se destinarán a la Asociación Española contra el Cáncer. La fiesta, fiel al espíritu de la renovación de 2006 volvió a ser solidaria con quienes más lo necesitan y la ciudad se llenó de demonios, de obispillos, y alguacilillos que al mando de Lucifer, un año más encarnado por Jesús Martínez, y del Alcalde de Inocentes, Juan Antonio González Peris, multaron a diestro y a siniestro para hacer una 'buena obra'; bajo la supervisión del Inocente del Año, Juan Sánchez Collados, conocido como «el Gamba».
El programa festivo se inició sobre las diez de la mañana, la comitiva de Inocentes, arrancaba desde la parroquia de El Salvador, para dirigirse hacia la plaza del Arco por la calle Mayor y Gran Vía. A su llegada a la Casa Consistorial, el cortejo pasó al Salón de Plenos, donde tuvo lugar la Investidura del Alcalde de Inocentes y la entrega del bastón de mando por parte del primer regidor caravaqueño, José Francisco García, a quien iba a ostentar el mando de la ciudad durante unas horas.
Con el signo del poder municipal en sus manos, el Alcalde de Inocentes procedió al nombramiento de Inocente del Año e impuso, con mucho humor y versos, las primeras multas entre los concejales presentes en el Salón de Plenos; al vicario de la zona episcopal de Caravaca-Mula; al Inocente del Año; y, por supuesto, al primer edil caravaqueño.
La fiesta continuó en la puerta principal de la parroquia de El Salvador con el pleito entre Inocentes y Demonios. González Peris, como alcalde, y Jesús Martínez, como Lucifer se enfrentaron en un enconado y divertido debate porque los demonios no dejaban salir a la calle a los obispillos y alguaciles para iniciar la recaudación. El diálogo fue gracioso y ocurrente; finalmente, los representantes del bien y del mal llegaron a un acuerdo, «para mí los bondadosos y generosos – propuso el Alcalde de Inocentes – y para ti los roñosos y gurruminos». Aplausos y cencerros sonaron al unísono en señal de aprobación general de la propuesta.
Durante todo el día, con un breve receso para reponer fuerzas, y la comitiva recorrió las calles principales, multando a unos y a otros por las causas más graciosas y divertidas. La música de un grupo de dulzaineros y percusionistas fue aderezando la fiesta compitiendo con el sonido de tracas, petardos y cohetes que estallaban bajo un cielo azul, propio de otras estaciones del año, que colaboró a que el festejo brillase de nuevo por las calles del pueblo.
El recuento tuvo lugar en el Salón de Plenos a partir de las siete y media de la tarde y, tras devolver el bastón de mando, Inocentes y Demonios se trasladaron a la plaza Nueva donde tuvo lugar la «Quema del Herodes», momento que aprovecharon muchos de los presentes para escribir el mal que les aqueja en el reverso del resguardo de la multa y arrojarlo al fuego a la espera que desapareciera con el fuego a la misma vez que se quemaba el papel.