El canto del gallo francés llega a la Región de Murcia

Porque los vínculos históricos entre ambos territorios son una realidad incontestable dentro de una prolífica relación de intercambio social, cultural y económico que no ha dejado de crecer a lo largo del tiempo, aunque sea también en menor medida que el de otras autonomías geográficamente más próximas, como es el caso de Cataluña. Tampoco han faltado aquí nunca los afrancesados, en el sentido más amplio de la palabra, que siempre han mirado al 'état français' como si fuera un espejo donde reflejarse.

El cónsul honorario de la República de Francia en la Región, Philippe Cazeaux, que se vino a vivir hace casi un cuarto de siglo, tras conocer a su mujer en Playa Honda, destaca a LA VERDAD «la perfecta integración de nuestra comunidad en la sociedad murciana». Y subraya «las excelentes relaciones con las diferentes instituciones regionales, locales y militares» que se mantienen desde la agencia consular, dentro de su objetivo de «prestar apoyo social y administrativo a los franceses turistas, estudiantes y a los franceses residentes en la Región».

Desde el Consulado cifran en 3.500 los ciudadanos con nacionalidad francesa inscritos en el registro consular en la Región, de los que 1.425 componen el censo de personas con derecho a voto, mientras que en España el total asciende a 80.369. Precisamente, será Cazeaux quien presida a lo largo de la jornada la mesa electoral habilitada en las instalaciones del Liceo Francés de Murcia, ubicado en la urbanización de Altorreal (Molina de Segura).

Aunque lo que está por ver, más allá de las llamadas a la movilización dentro de una campaña tan polarizada, es si el hartazgo político y la decepción reinante lo que provoca es una nueva caída de la participación, que siempre ha sido históricamente baja en la Región, como igualmente ha ocurrido en el resto del territorio español.

Y es que resulta muy significativo, tal es lo reseñado sobre la desmovilización, que en la primera vuelta de los comicios presidenciales, cuando se postulaban todos los candidatos de los diferentes partidos, el abstencionismo volvió a ser abrumador en suelo murciano, ya que apenas fueron a votar el 23,9% del censo, por debajo del registro cosechado a nivel nacional, que fue del 30,5%.

En esa criba inicial en Murcia, sobre la docena de candidatos presentados (4 mujeres y 8 hombres), los más votados fueron, precisamente, Emmanuel Macron, 33,6% (39,7% en España); Marine Le Pen, 13.2% (6,96%); Éric Zemmour, 13.5% (9,45%); y Jean Luc Mélenchon, 18,3% (22.21%).

Este último, como gran abanderado de la izquierda -tras la debacle socialista-, hunde precisamente sus orígenes familiares en tierra murciana, en concreto en el municipio de Mula, de donde era su abuelo paterno, Antonio Melenchón, que emigró a Orán (Argelia) y se casó con una francesa de origen español con la que arrancó la nueva saga familiar. De hecho, el líder del movimiento Francia Insumisa (FI), nacido en Tánger (Marruecos) en 1951, tiene aún parientes en la pedanía lorquina de Zarzadilla de Totana.

Pero con él fuera de la carrera, habrá que ver qué pasos dan hoy sus votantes, si finalmente decidirán acercarse masivamente a las urnas o, por el contrario, abstenerse. De ellos y de los verdes depende mucho que el actual presidente resista la presión por la derecha. Macron ganó la primera vuelta con el 27,84% de los sufragios, mientras Le Pen alcanzó el 23,15%. La duda estriba en saber hacia dónde se irán ahora el otro 50% de votos que se repartieron entre Mélenchon, Zemmour y el resto de candidatos.

«Puede pasar cualquier cosa, está todo muy igualado», advierte José María Marco, profesor de Historia en un instituto en la ciudad de Villerbaune, de casi 150.000 habitantes -junto a Lyon- cuyos orígenes son de Abanilla. Una zona donde existe todavía una importante comunidad de murcianos que se fueron a ganarse la vida a tierras francesas dejando atrás la dictadura de Franco.

Eso sí, es notorio que aquel voto colectivo de aquellos emigrantes que se volcaban entonces con el Partido Comunista en sus ansias de conquistas sociales, comenzó a evolucionar en las décadas posteriores hacia el socialismo, hasta asumir después posturas más centristas y de derechas desde finales de los años 90, para acabar por arrimarse en muchos casos hacia la derecha más extrema. Tal como ha hecho una parte importante de la sociedad francesa.

«En la actualidad, existe mucho distanciamiento entre el pueblo francés y los políticos. Hay mucha decepción. Los ciudadanos sienten, por un lado, que el país ya no es la gran potencia que era en el ámbito internacional». Además, «existe un deterioro económico y hay un problema interno de inseguridad, ligado a la falta de integración de una parte de las nuevas generaciones de origen magrebí», puntualiza Marco, que llegó a ejercer la política como edil socialista en Villerbaune durante 19 años, acompañando al entonces alcalde, Charles Hernu, histórico ministro de Defensa del Gobierno de Francia bajo la presidencia de Francois Miterrand.

Un análisis con el que coincide Antonio Rubira (1969), nacido en esa ciudad de la región de Auvernia-Ródano-Alpes e hijo también de emigrantes abanilleros, que, tras incorporarse como trabajador en la antigua CAM, se vino a vivir a Murcia en el año 2000, donde vive junto a sus dos hijos y su mujer, María -de padres alicantinos-, y a quien conoció mientras estudiaba en el instituto. «Los españoles siempre nos integramos perfectamente. Recuerdo que mi padre siempre me decía que me comportara como un francés», rememora.

Algo que siempre tuvo muy presente y, por ello, siente muy compartido su amor por ambos países, aunque su vida esté ya muy focalizada aquí, ya que toda su familia terminó regresando.

«La aparición del Frente Nacional -impulsado por Jean-Mari Le Pen- empezó a marcar una evolución en el panorama político», sostiene Rubira, director de Relaciones Institucionales de la Fundación Mediterráneo, heredera de la obra social de la antigua caja de ahorros. De hecho, los preceptos conservadores de ese partido han calando cada vez más en la sociedad, ya no solo en las clases medias, sino entre los obreros, ante el retroceso industrial, y en el propio ámbito agrario «debido a su mayor empobrecimiento». Desde ahí se explica la consolidación como aspirante firme de la heredera Marine Le Pen o la irrupción como 'outsider' del periodista ultra Éric Zemmour.

En suma, incertidumbres globales que ponen patas arriba todo y hacen crecer los temores en la calle hasta favorecer los planteamientos más populistas. Por ello, se entiende el retroceso producido en la visión europeísta de una nación que forma el eje central de la UE junto a Alemania.

«Se tiene la sensación de que Europa va mal y la gente busca un cambio en el país», afirma María Padilla, presidenta de la Casa Cultural de Murcia en la que participa toda la comunidad murciana y el resto de españoles residentes en el entorno metropolitano de Lyon y Villerbaune.

Padilla, que adopta como es costumbre en Francia el apellido de su marido, José, originario de Cieza, llegó con 13 años. Y aunque allí tiene toda su vida, empezando por sus tres hijas y sus nueve nietos, reconoce que tiene el corazón dividido y, de hecho, afirma que «sueño en español». Tal vez por eso se mantiene muy activa para que la asociación siga adelante como «un punto de encuentro para disfrutar de nuestras raíces y de todo tipo de actividades».

«Ese amor a la tierra, a Murcia, nos lo han transmitido siempre nuestros padres», añade al respecto Antonio Rubira, quien en su periplo profesional ha vivido también en Ginebra (Suiza) y en tierras escocesas. Igualmente lo siente su amigo José María Marco, que nunca ha dejado de volver junto a su esposa, María, así como trasmitir siempre a sus dos hijos la pasión por su pueblo.

Unas conexiones emocionales que han llevado a pactos de hermanamiento y acuerdos de amistad entre una decena de ayuntamientos de la Región y otros tantos municipios de Francia. Por ejemplo: Albudeite con Saint Geniès de Fontedit; Abanilla-Villerbaune; Beniel-Liffré; Ceutí-Saint Berthevin; Fortuna-Cazaubon; Librilla-Saint Jean de Vedas; Lorca con Saint Fous, Adissans y Mauguio Carnon; Murcia-Grasse; Puerto Lumbreras-Mably; Santomera-Saint Brevin Les Pins; Ricote-Nébian; y Las Torres de Cotillas con Firminy.

Otro referente de unión que merece una mención especial es el centro educativo Liceo Francés de Murcia, dirigido por Christophe Gallais, que se ha convertido en faro aglutinador para las familias de los 585 alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria que reciben clases en sus aulas en la lengua de Balzac. Y no son solo estudiantes propiamente franceses, ya que representan el 15%.

Un colegio en el que en este domingo se respira el ambiente de una de esas grandes citas electorales. Hasta allí tiene previsto acudir Serge Ambit, dueño del restaurante La Terraza de Belluga, junto a la Catedral, que en 2007 se vino a Murcia a montar su negocio, «aunque tengo que reconocer que estoy ya más pendiente de lo que pasa con la política en España, porque es lo que me afecta». Sobre la polarización que acontece hoy en su país, donde viven sus padres y sus hermanos -en Tarbes, cerca de Lourdes-, subraya que «no me sorprende nada», ya que la gente «está cansada de este sistema».

Unas incógnitas que palpan directamente Encarna de Gea y Paco Abellán, un matrimonio de Cehegín que a finales de los años 60 emigraron a la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, donde trabajaron en fábricas de conservas y en la construcción. Residentes en el pueblo de Pertuis, donde criaron a sus tres hijos, que les han dado después seis nietos, reconocen que «hay muchos indecisos» en estas elecciones. Aunque en su caso tienen claro su voto por Macron. «Pero no se sabe lo que va a pasar», admite Encarna, que nunca se olvida de su tierra murciana, a la que tanto quiere.

Porque queda por comprobar el grado de movilización definitivo, ante una abstención que se prevé elevada, más aún tras una participación en la primera vuelta del 73,69% -la más baja desde 2002 y hasta un 4% inferior a la de la primera vuelta de 2017-.

En el caso de la Región, si es significativo que la solicitud de procuración en el consulado -delegar el voto en otra persona de la misma circunscripción- ha sido muy alta por parte de votantes, pero sobre todo de Erasmus y estudiantes que cursan estudios en la UMU, la UPCT y la UCAM por no poder acudir a su mesa electoral en Francia. Este curso se estima que hay unos 600 universitarios y auxiliares de conversación.

Desde su experiencia, el profesor Marco deja muy patente que, aparte del resultado de las presidenciales de Francia, «hoy lo que se juega además es el porvenir de Europa», concluye.