Casco del barco fenicio 'Mazarrón II', en aguas de la playa de La Isla, antes de ser protegido con un sarcófago metálico. ARQUA

Los cabos sueltos del barco fenicio de Mazarrón

Los arqueólogos esperan que la recuperación del pecio de Mazarrón permita arrojar luz sobre los carpinteros que construyeron la nave y su hundimiento

Lunes, 23 de mayo 2022, 02:12

Con sus modestas dimensiones –podía irse a pique con el golpe de «una ola de apenas medio metro»–, el barco fenicio de La Isla ( ... Mazarrón) no estaba preparado para completar la singladura desde Tiro, Biblos o Sidón, en lo que hoy es Líbano, «ni siquiera a remolque de otra nave mayor». Al arqueólogo Carlos de Juan, responsable de los últimos trabajos de conservación del pecio, no le cabe duda de que la embarcación –de 8,10 metros de eslora, 2,25 de manga y 50 centímetros de francobordo– se construyó en un astillero local, pero ve aventurado asegurar que fuera obra de «gentes de esa etnia cultural». La extracción del barco prevista para el próximo año –si no hay otra vez cambio de planes– abre ahora la puerta a resolver este y otros interrogantes que aún envuelven a esta joya del patrimonio subacuático, descubierta en 1994 y, desde el año 2000, cubierta por un sarcófago metálico dentro del mar.

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«Lo correcto sería hablar de un barco de época fenicia, porque su datación, en el siglo VI antes de Cristo, se corresponde con el momento en que este pueblo de navegantes explota comercialmente la costa sureste de la Península Ibérica. Pero eso no quiere decir que fueran fenicios quienes construyeron las dos naves de La Isla», aclara De Juan desde Mallorca, donde excava el pecio púnico El Sec, con un proyecto de la Universidad de Valencia. El experto en arqueología submarina –quien hace dos años iba a dirigir el fallido proyecto de recuperación del conocido como 'Mazarrón II'– plantea dos posibilidades: que indígenas de la zona construyeran la embarcación aplicando tecnología fenicia –la hipótesis más probable– o que la nave «fuera en su origen fenicia y, tiempo después, tuviera una segunda vida a manos de quienes se encargaron de su mantenimiento, y que la reaprovecharon para su uso».

El experto Carlos de Juan apunta la posibilidad de que en la embarcación se utilizase una técnica ibera para recrecer los costados

De los estudios realizados hasta ahora, añade, se sabe que tanto en el 'Mazarrón I' (la quilla y algunas cuadernas conservadas ya en el museo Arqua de Cartagena) como en su 'hermano' de la playa de La Isla «aparecen elementos de dos tradiciones de arquitectura naval». En el caso del primero, los carpinteros emplean en el casco la construcción arquetípica fenicia de espigas y mortajas fijadas con clavijas; «pero a la vez, para resolver unos problemas de estanqueidad, recurren al cosido de las maderas con fibras vegetales, que parece una singularidad autóctona». En el 'Mazarrón II' «no hemos encontrado esos cosidos, pero sí que se recrecieron los costados del barco mediante una técnica con un paralelo conocido en el mundo ibero».

Bajo el agua puede haber elementos sin excavar, como restos de poleas y de la vela, que aportarían nueva información

«Enorme relevancia»

Por tanto, parece clara una coexistencia de dos tradiciones, lo que no resta importancia al yacimiento de Mazarrón. «Su relevancia es enorme», remarca De Juan, «pero no nos podemos quedar con leer solo las primeras líneas de ese documento histórico que es el barco de La Isla. Tenemos que profundizar y seguir investigando para averiguar, por ejemplo, cómo llegó ese conocimiento cultural a la península. Una tecnología que, durante la época arcaica, también se utiliza en la construcción de embarcaciones a lo largo de las costas siriopalestina, chipriota, egipcia y del sureste de Anatolia».

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Los constructores quizás dejaron alguna marca personal en el casco, que ahora quedaría a la vista para su estudio

Aunque el conjunto subacuático de La Isla ha sido objeto de varias excavaciones desde su descubrimiento hace más de tres décadas, los expertos consultados por LA VERDAD no descartan que puedan aparecer nuevas pistas que ayuden a recomponer el puzle histórico. Manuel Martín Bueno, catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza y miembro de la comisión de seguimiento del barco fenicio, plantea la posibilidad de que los carpinteros dejaran alguna «marca personal» debajo del casco que ahora, al extraerlo, quedaría a la vista. Su estudio podría servir a la hora de identificar a los constructores de la nave, diseñada «para costear distancias cortas y no para cruzar el Mediterráneo. Su misión sería transportar el mineral de explotaciones locales hasta las fundiciones de la misma zona [probablemente, a la Punta de los Gavilanes, en la cercana playa de La Reya] para extraer la plata».

De Juan añade que en la arena sobre la que se apoya la embarcación aún podría haber enterrados elementos no descubiertos, como restos de la vela y de poleas. Quién sabe si esos objetos tendrían la clave para resolver los enigmas pendientes. «Se ha dicho que el barco naufragó a consecuencia de un temporal. Pero también pudo ocurrir que los tripulantes, no más de tres y probablemente del mismo clan familiar, entraran a la playa buscando refugio y decidieran encallar voluntariamente ante el temor a perecer ahogados por un problema con el gobierno de la embarcación». Quizás la respuesta aún se halle en el fondo del mismo mar que se tragó el barco hace 2.600 años.

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Los expertos barajan separar el casco para extraerlo del mar

Los expertos designados por el Ministerio de Cultura y la Comunidad Autónoma trabajan ya en el plan que permitirá la extracción y conservación del barco fenicio de La Isla. Las dos administraciones han pedido a sus asesores que redacten un informe a partir de las conclusiones del congreso internacional celebrado en Cartagena. En principio, los especialistas parecen decantarse por no extraer el pecio en bloque, sino que se optaría por «separar» el casco en «grandes porciones aprovechando varias líneas de fractura que ya presenta el pecio». Así, alegan, también se facilitaría el tratamiento en la cámara liofilizadora –para el desecado de la madera– que el Arqua dispone en sus laboratorios. Todo el proceso (desde la extracción a la consolidación del barco para su exposición pública) podría alargarse entre tres y cinco años. Sobre dónde quedaría alojado de forma definitiva, el Consistorio de Mazarrón reivindica su vuelta para mostrarlo en un museo propio (cuya construcción sigue pendiente), mientras que el Ministerio opta por Cartagena.

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