El aeropuerto de Corvera afronta su semana con más tránsito pendiente de despegar
Desánimo entre los taxistas y agencias que dan servicio a los viajeros: «Los paneles deberían estar llenos, ¿por qué no se ponen más vuelos?»
Uno de los taxistas que espera pillar alguna carrera a las puertas del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia sigue el recorrido de los ... aviones que sobrevuelan nuestras cabezas a través de una aplicación en el móvil. Y no porque el hombre esté especialmente interesado en los entresijos del tráfico aeronáutico. La herramienta le sirve para calcular si el tiempo de espera en la parada, en lo que llega algún cliente, será mayor o menor en función de la puntualidad de los vuelos en cuestión. Hoy con más motivo, si cabe, porque hay alerta por tormentas. Uno de los aviones que debe aterrizar en Corvera «ya ha dado un par de vueltas ahí arriba y no sabemos si al final llegará a tiempo», protesta el conductor que, como el resto de sus compañeros, lleva buena parte de la mañana con los brazos cruzados.
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Es miércoles, 14 de agosto, víspera de un festivo que parte por la mitad la que se supone que es la semana con más tráfico de viajeros del año, también en la Región de Murcia. Hoy están programados varios vuelos en el Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia, hasta once salidas y otras tantas llegadas, 22 operaciones en total, con conexiones tan dispares como Gran Canaria, Marrakech y un buen puñado de ciudades británicas como Manchester, Birmingham y Londres (Gatwick).
Ojo al dato
3,8% más de pasajeros
ha ganado el Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia en los siete primeros meses del año respecto al mismo periodo del año anterior, según los datos de Aena.
3.996 vuelos se han registrado en el aeródromo desde enero, lo que supone un 4,1% más que en 2023.
Solo este fin de semana, entre sábado y domingo, hay programadas medio centenar de operaciones entre salidas y llegadas.
Pueden parecer un montón de salidas y llegadas en un solo día para nuestro modesto aeródromo regional, teniendo en cuenta las bajas cifras de años anteriores y lo que le está costando a la instalación alcanzar una velocidad de crucero aceptable. Pero, comparado con la provincia vecina de Alicante, son las mismas operaciones que se registran en el aeropuerto Miguel Hernández solo entre las 6 y las 7 de la mañana en el mismo día de agosto. Aunque ya se sabe que las comparaciones son odiosas, claro. Así que volvemos a Corvera, que ha registrado un total de 516.593 pasajeros durante los siete primeros meses del año, lo que supone un incremento del 3,8% respecto al mismo periodo de 2023, informó Aena esta semana.
No son aún las doce del mediodía y en la carretera de acceso al aeropuerto, desde la autovía, nos cruzamos con un total de nueve coches. Puede que se nos haya escapado alguno en el recuento. Precisamente, nueve son los taxis que esperan en la parada donde se sigue la trayectoria aérea de los aviones como el que espera el agua de mayo en un terreno baldío. «Antes estábamos obligados por el Ayuntamiento de Murcia a venir tres veces al mes. Ahora solo tenemos que venir una y, aún así, no compensa para nada. Esto es una pérdida de tiempo y de dinero», relata otro de los taxistas, que tiene la misma cara de hastío que los demás. «Esto es una cruz que tenemos. ¿Qué le vamos a hacer?». Pues «poner más vuelos, más rutas», por ejemplo, responde un compañero. Ahí estaría el 'quid' de la cuestión, según nos repiten después quienes también se ven obligados a ganarse las lentejas con este puchero.
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Poco desgaste
Primeras quejas, primeros debates, y aún no hemos atravesado las puertas giratorias que dan acceso a una terminal que luce casi tan impoluta como aquel 15 de enero de 2019, cuando abrió sus puertas este aeropuerto 'made in Murcia' con toda la pompa y el boato. Tampoco es que haya tenido un excesivo desgaste la instalación en estos cinco años y pico. «Hoy se ve más gente, sí, pero no es lo habitual. En invierno esto está muy tranquilo. Va por temporadas. Pero aquí no hay el follón de Alicante, claro, eso es otra cosa. No tiene nada que ver», resume un agente de la Guardia Civil que apura un pitillo en la zona exterior habilitada para fumadores. Es el único que lo hace y que apaga el cigarro en el cenicero.
Ejemplo de civismo y menos quebradero de cabeza para los (pocos) trabajadores de limpieza de la empresa Limcamar que pululan entre los viajeros, y que tampoco es que se les vea sudar la gota gorda realizando su trabajo. Uno de ellos, que prefiere mantener su nombre en el anonimato -como casi todo el personal al que preguntamos- saca tiempo de sobra para contarnos el día a día en su curro: «Yo estoy de refuerzo, ahora que hay más viajeros. Hoy, por ejemplo, estamos seis o siete por la mañana y seis o siete por la tarde. Pero para todo el aeropuerto, también en pista», explica. Un pequeño batallón de limpieza más que suficiente para recoger la basura que deja el intermitente paso de aviones y viajeros. «Si hubiera más vuelos, seríamos más trabajadores, eso es de cajón», razona.
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«Esta es una cruz que tenemos, qué le vamos a hacer», se resigna uno de los taxistas que aguarda esperando una carrera
Desde la inauguración, lleva trabajando aquí la responsable de la única cafetería de la planta baja , que tampoco quiere dar su nombre, y que deja claro que «aquí no me aburro, porque también damos servicio a los trabajadores, y siempre hay cosas que hacer. Aunque en invierno es otra cosa, claro. Hay menos movimiento». Y es entonces cuando el pincho de tortilla a 3,15 euros o el bocadilllo de salchichón a casi 7 euros tienen aún menos esperanzas de ser adquiridos por algún pasajero incauto. La tajada de melón -cortada hace ya unas horitas- no tiene precio asignado en el escaparate, o al menos no está tan visible como el resto de los artículos. Mejor. Con todo, la cafetería está a medio aforo. Y la tormenta que caerá en unos minutos hará que se acabe llenando el local. Que viva la Virgen de la Fuensanta.
El turismo es un gran invento
A no más de veinte pasos de la cafetería, justo enfrente de la puerta de Llegadas-Arrivals, está la Oficina de Turismo. Un turismo que, como ya dejó claro aquella comedia de 1968 dirigida por Pedro Lazaga y protagonizada por Paco Martínez Soria, es un gran invento. Una de las ventajas de tener un aeropuerto pequeño -o «low cost», como define otro de los taxistas- es que está todo a mano. «Es muy cómodo, muy accesible. Para mis padres también, porque ahora estoy estudiando en Madrid y ellos también cogen avión aquí para ir a verme», celebra Paula, de 20 años, que hoy ha venido a buscar a su pareja, Chirag, procedente de Canarias.
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Ellos tampoco pasan por la Oficina de Turismo, donde Eva lleva más de un año atendiendo las dudas y consultas de los pasajeros que llegan por aire a la Región de Murcia. En este rato han aterrizado varias decenas desde Canarias y Manchester, pero parece que todos lo tienen claro y van directos a la salida. También se nos puede haber pasado alguno, pero el caso es que a Eva no se la ve especialmente agobiada. «Suelo atender a unos 20 o 25 pasajeros por vuelo, de media», discrepa, quizá engordando un poco esa cifra. Al menos, la del día. «Sobre todo preguntan por transporte y alquiler de coches. La mayoría son de Reino Unido, y también marroquíes». Se nota en la estadística el porcentaje de extranjeros predominante en los datos del padrón regional.
Estadística que también confirman los taxistas: «Casti todos nuestros pasajeros son británicos, ingleses que residen aquí y que viajan a Reino Unido para visitar a su familia una temporada y luego vuelven a su casa en el Mar Menor», explica otro de los conductores. «El 80% de los pasajeros van al Mar Menor, y muchos van a La Torre o El Valle». Don, por ejemplo, acaba de llegar en taxi al aeropuerto junto a su esposa y sus hijas después de pasar 10 días de vacaciones en El Valle Golf Resort, a solo 20 minutos en coche. Es la una de la tarde y el vuelo a London-Gatwick no sale hasta las cuatro. Y encima va con prisas, Don. Que no se ponga en duda la puntualidad británica. «Es un buen aeropuerto, pero los vuelos son más caros que en Alicante», protesta este padre de familia británico.
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Steve, empresario de jardinería, deambula a unos metros. Viene a recoger a su hijo, residente en Manchester. Steve habla perfecto castellano porque vive en Corvera desde hace años. Aunque, paradójicamente, «nunca» ha cogido un avión aquí, a unos pocos kilómetros de su casa. «Yo siempre voy a Alicante, hay más combinaciones y los vuelos son más baratos», zanja sin rodeos.
Los mostradores de facturación están desiertos pasada ya la una de la tarde, algo impensable en un aeropuerto internacional en pleno 14 de agosto. Solo un puñado de turistas británicos se acercan a la zona cuando se va aproxima la hora de salida del vuelo a Londres. Una de las trabajadoras de Ryanair que atiende las reclamaciones del público asegura que su ritmo de trabajo también «depende de los vuelos» que llegan. Ahora mismo, por ejemplo, no hay nadie reclamando nada. La mujer dice que hace «un rato» tenía más jaleo. «Hace un rato» solo había un vuelo en toda la mañana. Este domingo, por ejemplo, la compañía irlandesa tiene ocho salidas programadas. La mujer necesitará refuerzos casi con total seguridad.
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No es el caso de los mismos taxistas con los que hablábamos al principio, que siguen esperando clientes una hora después. «Y encima no tenemos ni una sombra en la parada porque 'rompe con la estética', nos dijeron. Esto es una mierda, hablando mal y pronto», protesta el más joven, ya con las pilas de la paciencia bajo mínimos.
Sin pasajeros... en el autobús
Tampoco necesita refuerzos, ni de lejos, el autobús directo que puso el Gobierno regional para transportar pasajeros al aeropuerto desde Murcia y desde Cartagena por 1,85 euros, que no siempre hay alegría para los 29 que cuesta el taxi a la capital. Preguntamos al conductor:
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-¿Cuántos pasajeros ha traído?
-¿Desde dónde?
-Desde donde venga.
-Vengo de Cartagena.
-¿Y cuántos pasajeros han venido desde Cartagena?
-¿Al aeropuerto? Ninguno. Vienen dos personas, pero van directas a Murcia. Pero vamos, que esto es lo habitual.
Pues no hay más preguntas. Luego se subió alguno más para bajar a Murcia, eso sí.
Algo más de faena parecen tener unos trabajadores de varias agencias y empresas de transporte privado, que enseñan los típicos carteles con nombres de pasajeros a los que deben recoger. En 'tablet', móvil con pantalla grande o folio escrito con lápiz, como le ha tocado a un tal Paul. El resto de clientes de estas empresas también son británicos: Philippa Blunt, Victoria Williams, Louis Gray y Jo Crowther, mujer rubia platino que llega con cinco niños con una cara de decepción tremenda al ver la granizada que empieza a descargar nada más aterrizar en esta tierra de sol y playa. «Oh, my God!».
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La limpieza de las instalaciones, tanto en la pista como en la terminal, corre a cargo de seis trabajadores por turno
«Solo hay que mirar el panel de las llegadas. Para la fecha en la que estamos, el panel debería de estar lleno, ¿no?», razona uno de los trabajadores, en este caso de la empresa Mangabus. «Está claro que debería haber más vuelos. ¿Por qué no le dan más rutas al aeropuerto?», se pregunta. El aeródromo, que sigue tratando de recuperar el tráfico previo a la pandemia, tiene ahora mismo 22 destinos regulares, 15 internacionales y 7 nacionales, mientras el Gobierno lucha por hacer despegar la instalación con incentivos comerciales a las aerolíneas.
Por ahora, el aeropuerto «no da faena suficiente», tampoco en su hora punta de agosto, a estos empresarios que siguen con el cartel nominativo en ristre: «De los diez servicios que hacemos, nueve son en Alicante y uno es en Murcia», calculan. «No compensa. Corvera está más lejos y es más caro para la mayoría de los turistas que buscan la costa. Esto está donde Cristo perdió el mechero».
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A eso de las dos de la tarde, los taxis empiezan a moverse a buen ritmo. Pero es también gracias al empujón del granizo, que ha obligado a algún conductor a meter el coche en la acera, casi hasta la puerta giratoria del aeropuerto, para recoger a algún pasajero en apuros. Si la montaña no va a Mahoma...
De cerrar la tienda en mayo «con pérdidas» a embarcarse en juicios con Aena
Además de la cafetería, que aquí es lo más parecido a un oasis, en todo el edificio se pueden contar otras tres tiendas y el 'duty free'. Es decir, una tienda supuestamente exenta de tasas fiscales pero no exenta de puñaladas monumentales para compensar la pérdida de tasas fiscales. El resto de los locales están vacíos. Hace solo unos meses había alguna tienda más, como la de ropa y complementos de un empresario de Cartagena que prefiere no dar su nombre porque ahora está en juicios con Aena. El motivo, recuerda, «es que el de Murcia fue el único aeropuerto de España donde se exigió a los locales el pago total de la renta en pandemia», mientras a los demás se les aplicó la tabla de renta mínima por tráfico de pasajeros. «Por suerte», recalca, «terminamos el contrato el pasado 29 de mayo. No podemos regalar Ferraris en el desierto si no pasa nadie», ejemplifica. Por supuesto, este empresario ha cerrado el negocio con una «pérdidas cuantiosas», y eso que abrió el local en 2019 «por las expectactivas respecto al de San Javier». Pero, «con una media de seis y ocho vuelos, este aeropuerto es una estafa. De haberlo sabido, no hubiera abierto nunca. Ruina total. Estamos hablando de un aeropuerto internacional, no de un aeropuerto en un poblado del Congo». En su opinión, el problema central es «la falta de vuelos», pero también señala «el precio de los billetes de avión y la falta de servicios».
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