Una banda prostituía a nigerianas tras someterlas con rituales de vudú

La Policía Nacional ha desarticulado una organización, integrada por una veintena de ciudadanos nigerianos, que al parecer explotaban sexualmente a compatriotas. Las víctimas, según informó el Cuerpo, eran captadas en su país de origen con falsas promesas de trabajo y luego eran obligadas a ejercer la prostitución en diferentes provincias, entre ellas Murcia, sometiéndolas con ritos de vudú.

La red estaba asentada en Italia, Nigeria y Argelia. Tras convencer a las mujeres para venir a España con supuestas ofertas de trabajo, la organización presuntamente les comunicaba que habían contraído una deuda de 30.000 euros que tenían que saldar ejerciendo la prostitución. Para mantenerlas, les retiraban los papeles y las sometían a rituales de 'yuyu-vudú', entre ellos comer el corazón recién arrancado de un pollo o beber güisqui. El dispositivo concluyó ayer con la liberación de nueve víctimas y doce registros simultáneos en Murcia, Valencia, la localidad valenciana de Torrent, Bilbao, Benidorm, Parla y el municipio madrileño de Getafe.

La operación comenzó a principios de este año con el cruce de dos investigaciones que paralelamente estaban llevando agentes de la Policía Nacional especializados en la trata de seres humanos tanto en Murcia como en Valencia. Los agentes tuvieron conocimiento de que varias mujeres de nacionalidad nigeriana estaban siendo explotadas sexualmente en esas provincias.

Averiguaron que las víctimas eran captadas en su país de origen con falsas promesas de un trabajo digno y bien remunerado en España. Una vez aceptaban, eran sometidas allí a rituales de 'yuyu-vudú' con los que las controlaban, doblegando su voluntad y garantizando su fidelidad.

Por medio de estas prácticas, las mujeres se comprometían con sus captores a pagar una deuda económica y a no denunciar a la organización, bajo amenazadas de muerte en caso de incumplir lo pactado. Así comenzaban un largo viaje por tierra que las llevaba hasta las costas de Libia en compañía de otras jóvenes, también víctimas de la misma organización, utilizando documentos falsos.

Una deuda de 30.000 euros

Durante el trayecto las mujeres eran informadas del volumen de la deuda contraída, en torno a los 30.000 euros, y de que una vez en España deberían ejercer la prostitución hasta saldarla por completo.

Desde Libia las víctimas embarcaban rumbo a Italia, donde normalmente ingresaban en centros de internamiento de los que escapaban a instancias de la organización. Eran alojadas mientras se gestionaba su viaje en avión hasta España. Una vez aquí, las víctimas se encontraban en una situación de «absoluta dependencia» de sus explotadores, según la Policía, ya que no disponían de ningún tipo de documentación y desconocían la cultura, la legislación y el idioma.