Antonio Pascual y la lechuga iceberg

Cerca de uno de cada cuatro kilos de hortalizas que salen de los campos murcianos se corresponde con un único producto: la lechuga iceberg. En 2015 se recogieron en total más de 333 millones de kilos de este alimento, todo un éxito, y más por tratarse de una única variedad. La cifra es un 15% superior a la media de los cinco años anteriores y exactamente 333 millones de kilos más que los producidos hace 35 años. Entonces, a principios de los ochenta, el mayor éxito hortofrutícola de la Región aún no había llegado a Murcia.

La lechuga iceberg vino en esa época desde California de manos del empresario Antonio Pascual. Este emprendedor ya era uno de los pioneros en la exportación de frutas, en gran medida cítricos, a Reino Unido. Pascual observó que el lugar de Europa más parecido en invierno al Estado norteamericano era el Levante español, y con la ayuda de un socio, el alemán Fritz Marshell, comenzó a plantar la hortaliza en Murcia.

Tras un par de años de ensayos, el producto ya estaba listo para lanzarse a conquistar mercado. Antonio Pascual, que había comenzado alquilando un almacén en Torre Pacheco, adquirió varias fincas pequeñas y construyó una nave propia en Pozo Estrecho, Cartagena, a la que bautizó Campo Cartago. El siguiente paso fue el envasado de la lechuga iceberg a gran escala.

En la segunda mitad de los años ochenta otros productores siguieron el ejemplo de Pascual, pero él continuó siendo el líder. Estableció un sistema de rotación y gran aprovechamiento dentro de la Región de Murcia por el que inició la cosecha en octubre en el Campo de Cartagena, siguió en Águilas cuando arreciaban los fríos del invierno y volvió a Cartagena en primavera. Más adelante terminó las campañas en Albacete, alargándolas un poco.

Pascual Hermanos SA se convirtió en un gigante que exporta a toda Europa. En 2002, la empresa fue adquirida en su mayor parte por GS España, encabezada actualmente por el británico afincado en Murcia David Abram, quien recuerda con gran cariño el trabajo de Antonio Pascual. «El proceso ha cambiado mucho», aclara.

«Ahora la lechuga se corta en el campo en cosechadoras con plataformas móviles donde se envasan, de ahí pasan al almacén, se enfrían y se mandan directamente a las grandes superficies». Así, hasta varios cientos de millones de kilos.