Mucho ruido y las mismas nueces
Fue uno de los debates más vibrantes de los últimos años, de candidatos con facundia y mucha mercancía usada
Manuel Buitrago
Viernes, 17 de junio 2016, 03:47
Admito que esperaba una reedición del día de la marmota. Un 'déjà vu' de los cuatro candidatos dando la vara. Y tanto. Las propuestas que lanzaron Teodoro García, María González, Miguel Garaulet y Javier Sánchez sonaban a material de segunda mano. El fogonazo del debate se produjo con la puesta en escena, el fuego cruzado y una agilidad pocas veces vista en veladas de este tipo. Un cuatro por cuatro que permitió dibujar a cada candidato y a sus partidos en esta reedición electoral. «En seis meses hemos visto lo que somos cada uno», proclamó con lucidez María González. Amén. Quizás sean malos o buenos gobernando -si llegan a ese trance- pero no se les puede discutir la labia y la capacidad de flirteo ante las cámaras y la audiencia. Es lo que se lleva. Se pegan en público pero luego tienen un buen rollito en Madrid, por los pasillos del Congreso y las casas de comida de la capital.
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Las propuestas de los candidatos iban desde el brindis al sol (hubo mucho sol) hasta las obviedades. ¿Qué de original o sorpresa se puede esperar de este suspenso legislativo? De representantes de cuatro partidos que fracasaron para poner en marcha a España y a la Región. Culpables de seis meses sin pena ni gloria. Y que pueden recaer en la misma incapacidad después de lo visto ayer. ¿Cómo son capaces de volver a presentarse en público como no sea culpando al otro del naufragio político?
Dicho esto, el espectáculo valió la pena. Si tanta energía y ganas se canalizaran en acuerdos y consensos, esto sería otra cosa. Los cuatro tienen madera, pero les pierden el amor a sus líderes y a sus colores. «Puede que no tengamos mucha agua, pero sí mucho sol», dijo Javier Sánchez. Podemos tiene una empanada considerable con el agua y con sus milagros económicos. Soltó el rollo de las cuentas de la lechera y la panzá de millones que piensan recaudar. También llamó «colaborador» a Pedro Arrojo, buque insignia de la política de aguas de Podemos y enemigo declarado de los trasvases. De risa. Podemos se mueve mejor denunciando la pobreza y la precariedad que sufren miles de familias. En eso coincide con el PSOE. La ministrable María González cayó en la nostalgia del gobierno fracasado, pero estuvo sembrada en las réplicas: «Si el país va tan bien, ¿por qué no repercute en las familias?» «Con Rajoy ha venido menos agua. El agua es suficiente para no votar al PP». «Lo que pasa aquí con el AVE no ocurre en ningún sitio», comentó para identificar el origen del desastre ferroviario en la gestión de Miguel Ángel Cámara y Ramón Luis Valcárcel. Luego sacó el Twitter de alabanza que le dedicó Teodoro García al exdirector de Acuamed, Arcadio Mateo, encarcelado por la trama del agua. ¡Pero qué traviesa!
La corrupción fue una especie de baile en el fango, donde Teodoro García se abrazó a sus contrincantes para evitar los goles donde más dolían, como hace un boxeador entre las cuerdas. El candidato del PP llegó preparado para este round, cortando la palabra continuamente y vendiendo las medidas tomadas por el PP para echar a los granujas. La verdad es que el debate moderado por García Cruz resultó la pera. Muy vibrante. Los cuatro fueron con papeles, dibujitos, recortes de prensa y hasta una caja de medicamentos contra la hepatitis C, pero fue Teodoro quien bordó el guión reproduciendo en una tablet las palabras de Pedro Sánchez sobre los imputados, diciendo que deben marcharse cuando se abra juicio oral, y no antes. Lo mismo que propuso Pablo Iglesias.
Estaba claro que salía en defensa del presidente Pedro Antonio Sánchez, por lo que pueda pasar. El candidato popular reclamó claridad al PSOE y a Podemos en este asunto y golpeó en ese flanco todo lo que pudo. Y puestos a meter coletillas, hizo toda la publicidad que fue menester de la gestión de PAS. María González y Javier Sánchez se dieron lo suyo por ver quien es más socialdemócrata, aunque el 'cuatro por cuatro' fue en muchas ocasiones un 'tres contra uno', por simple aritmética, donde tuvo que fajarse Teodoro.
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Garaulet estaba en tierra de nadie, mirando a diestra y siniestra. Su frase más acertada fue comparar la catenaria de un AVE que no llega con el aeropuerto de Corvera sin aviones. Atención, primicia: puso al personal en vilo cuando declaró que su partido no cree en los soterramientos de las vías del tren porque son obras muy caras y es mejor gastar ese dinero en sanidad y educación... pero añadió que fueron los valerosos militantes de Murcia quienes convencieron a Rivera de lo contrario, y más en el caso de Murcia. Acabáramos.
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