Alfonso Guerra conversa con los militantes y simpatizantes socialistas que se acercaron a saludarle en el acto en Caravaca.

Alfonso Guerra: «No hay que arriar ninguna bandera ni avergonzarse»

El histórico dirigente del PSOE arropa a María González Veracruz, y asegura que «hay opción de ganar, a pesar de la intoxicación con los sondeos y datos»

JUAN F. ROBLES

Viernes, 11 de diciembre 2015, 00:49

Alfonso Guerra pidió heroísmo a los asistentes al mitin celebrado anoche en Caravaca. El histórico dirigente socialista animó a los militantes y simpatizantes a reivindicar ante la sociedad los logros conseguidos en las etapas en las que han gobernado. Y les dejó claro que «no hay que arriar ninguna bandera ni avergonzarse», porque «hay opción de ganar, a pesar de que hay mucha intoxicación con los sondeos y datos».

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Ante 400 personas que asistieron al mitin, Guerra advirtió de que el PSOE sabe que «pelea con una mano atada la espalda», porque los demás «tienen muchos medios a favor, y no solo me refiero a los medios de comunicación, pero así sabemos que es la realidad y así estamos dispuestos a luchar la batalla y a ganarla».

El exvicepresidente del Gobierno bajo el mandato de Felipe González cerró el turno de intervenciones del acto que abrió el alcalde José Moreno, al que siguió la cabeza de lista por Murcia, María González Veracruz, a quien en todo momento arropó Guerra. Y no defraudó; desde el principio hasta el final de su discurso arrancó risas, aplausos y ovaciones de un público que disfrutó de su verbo fácil.

Sus primeras palabras fueron: «Voy a estar un rato hablando con vosotros»; que remató con un «Rato, ¡no!, Rato no, por favor». Habló de todo y acabó pidiendo un esfuerzo a todos para «salir a las calles y hacer reflexionar a los que piensan que da igual votar a unos que a otros, a los que piensan ¡que todos son iguales!; es necesario recuperar el apoyo de los que un día nos votaron».

Con la calma de siempre y su mordacidad habitual fue desgranando tema por tema. «No soy candidato y ya no lo seré nunca -se apresuró a decir- soy un adolescente jubilado que cree cosas y las transmite». Sobre las encuestas, aclaró que al principio se hacían para otear el horizonte electoral pero hoy se utilizan para «orientar» los votos. «Quieren desmovilizarnos, desmotivarnos, pero no lo van a conseguir», insistió. Además, «no es verdad que haya que conformase con lo que hay; en la historia de este país se le ha dado la vuelta varias veces».

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Sobre el debate a cuatro del pasado lunes, repartió para todos. «Rajoy no fue al debate, probablemente estaría ocupado enviando mensajes a los imputados de su partido, a los 23 alcaldes de la Región de Murcia, diciéndoles: aguanta, aguanta». Sobre Soraya Sáenz de Santamaría soltó que «la vicepresidenta mintió en el tema de la pensiones», y sobre Albert Rivera, «el del baile de San Vito» comentó para referirse a él, no es más que el mismo discurso de siempre de la derecha pero con otra cara. «A Pablo Manuel Iglesias, que así se llama, lo que pasa es que parece que hasta en eso lo quieren favorecer suprimiendo su segundo nombre, lo han hecho emerger desde los platós de televisión con la intención de debilitar a la izquierda, aunque aparentemente pueda parecer otra cosa», dijo.

El espíritu de la Transición

También hizo un llamamiento para que la literatura y la filosofía no desaparezcan del sistema educativo, y en un análisis de la Historia de España se remontó al siglo XVI para afirmar que «entonces era una potencia, hasta que los reyes se pusieron a jugar a las cartas y a irse de putas y se cargaron todo; a principios del XX resurgió de nuevo la ilusión, la libertad, hasta el golpe de Estado del año 36».

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Guerra reivindicó también el «espíritu de la Transición, del que algunos reniegan». Y sobre la Carta Magna dijo que «no le vamos a regalar la Constitución a la derecha que además la votó en contra». Para el presidente, al que llamó «don Mariano», comentó que «es una especie de plaga que nos ha caído encima». También insistió en varias ocasiones en una idea: «España tiene futuro». Y con su acento andaluz bromeó sobre las elecciones, «ya las hemos ganado, fijaos, hasta la derecha ya habla del Estado del Bienestar».

Otra parte de su discurso la dedicó a hablar de Europa, de la crisis de los desplazados: «No se pueden poner fronteras, no se puede tolerar, parece algo propio del siglo XI. ¿Es que no hemos avanzado nada en derechos humanos? Este problema también tiene solución, hace falta voluntad política y mucha humanidad». Y en cuanto al terrorismo yihadista, fue contundente: «No es una situación como la de Irak, hay que aclararlo bien; en abstracto nadie quiere la guerra, pero cuando los asesinos matan es necesario dar una respuesta, no se puede ser un cobarde para gobernar un país».

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Tampoco se olvidó del mal reparto de las riquezas, de los falsos empleos que se han creado y del 'honorable' [en referencia a Jordi Pujol] que acabó «quedándose con todo lo que pudo». Entre sus palabras finales, aportó la reflexión que él hace cuando le preguntan qué es ser socialista: «Es no tener tanto para poder poner a alguien de rodillas delante de ti, ni tener tan poco que te tengas que arrodillar delante de nadie».

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