Reforestar con un ojo puesto en el Holoceno
Un estudio de la Universidad de Alicante demuestra que el clima del pasado y los acuíferos determinan la distribución actual de los bosques en zonas áridas
Los bosques de las zonas áridas del planeta conservan una memoria climática que se remonta 6.000 años atrás, en la mitad del Holoceno. Y ... la distribución actual de estas manchas forestales en espacios marcados por la sequía está condicionada no solo por la disponibilidad actual de agua, sino por el clima del pasado y los recursos hídricos subterráneos. Estas son las principales conclusiones de un estudio de la Universidad de Alicante que establece una modelización útil para elegir las especies y los lugares idóneos donde abordar reforestaciones en territorios como la Región de Murcia, donde se necesita una mayor cobertura vegetal para hacer frente al calentamiento global.
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El trabajo científico, liderado por el Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global de la Universidad de Alicante (Drylab) y publicado en la revista 'Nature Plants', cuantifica la extensión de los bosques en las zonas áridas del planeta y aporta nuevas evidencias sobre el papel clave del clima del pasado y los acuíferos en su distribución actual y futura.
La utilización conjunta de una base de datos fotográfica de 100.000 bosques, herramientas de inteligencia artificial y modelos estadísticos avanzados ha permitido a los científicos calcular la extensión de los bosques de las zonas áridas, cuantificada en este estudio en 1.283 millones de hectáreas –200 millones de hectáreas más que las estimas existentes hasta la fecha–, así como su localización actual.
La Región de Murcia perderá el 30% de su superficie forestal en 2100, según las predicciones de este modelo científico
«Las estimaciones actualizadas y más precisas de la extensión y localización actual y futura de los bosques de las zonas áridas son importantes para mejorar su gestión y conservación», indica Emilio Guirado, investigador postdoctoral del Drylab. «Más de la mitad de la superficie forestal mundial de las zonas áridas está fuertemente influenciada por las condiciones climáticas del pasado. Nuestros hallazgos ponen de manifiesto la importancia de un pasado más húmedo y de unos acuíferos bien conservados para explicar la distribución actual de los bosques de las zonas áridas», añade.
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«De acuerdo con nuestros modelos, considerando el clima pasado y los acuíferos, con un escenario impulsado por combustibles fósiles con un rápido crecimiento de la economía mundial, la extensión de los bosques en el Sureste ibérico (Almería, Albacete, Murcia y Alicante) se reducirá en torno a un 40% en 2100. En la Región de Murcia se perderá algo menos, aunque la cifra sigue siendo muy significativa, alrededor de un 30%, con lo que de las 500.000 hectáreas actuales de bosque se pasará a 345.000», estima Guirado, consultado por LA VERDAD.
«Sin embargo, las predicciones de la pérdida de bosques en el Sureste se podrían minimizar si adoptamos medidas más saludables con nuestro entorno, como la transición de energías fósiles a renovables», aconseja.
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Un mundo cada vez más seco
El estudio relaciona la información sobre el clima del pasado y los acuíferos con modelos climáticos futuros para predecir las zonas áridas que podrían sufrir futuras pérdidas y ganancias de bosques bajo escenarios socioeconómicos y climáticos realistas. «Una zona árida que sustenta un bosque establecido en condiciones pasadas más húmedas y frías o que se sustenta en recursos hídricos subterráneos puede no soportar este bosque en el futuro bajo condiciones climáticas más secas o con acuíferos agotados», advierte el investigador de la UA Fernando T. Maestre, director del Drylab y coautor del informe.
«Nuestros hallazgos cuestionan la idea de que podemos usar las estimaciones de la distribución de los bosques basadas solo en las condiciones climáticas actuales para guiar los esfuerzos de restauración en las zonas áridas, especialmente teniendo en cuenta el aumento de aridez previsto para las próximas décadas en buena parte de las zonas áridas del mundo», argumenta Maestre.
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Los resultados de este trabajo pueden servir para orientar las restauraciones forestales evitando las zonas inadecuadas para la plantación de árboles y seleccionando especies alternativas, como arbustos, en áreas donde las futuras condiciones climáticas o el agotamiento de los acuíferos impidan que la vegetación leñosa de gran porte arraigue en un mundo cada vez más seco.
«Así como reforestaciones bien planificadas pueden ayudar a abordar con éxito la desertificación de las zonas áridas, si estas actuaciones se acometen masivamente sin atender a su efecto en el balance hídrico, más que resolver un problema, puede crearse otro mayor», avisa Jaime Martínez-Valderrama, investigador postdoctoral del Drylab y también coautor del artículo.
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