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Imposible seguir diciendo que el Mar Menor está «en franca recuperación», que «mejoran sus parámetros», o incluso que «está mejor que nunca», mensajes lanzados antes del episodio de mortandad masiva por el Gobierno regional y altos cargos del PP, en un intento de imponer una verdad oficial que provocó una nueva desbandada en el Comité de Asesoramiento Científico. Por este motivo, antes de que la anoxia hiciera estragos también en el palacio de San Esteban, el presidente ordenó la redacción a toda prisa de una Ley de Protección Integral cuya preparación había rechazado solo unos meses antes en la Asamblea Regional.
Este texto legal, aprobado en el Consejo de Gobierno el pasado día 26 –y criticado por ecologistas, biólogos y plataformas sociales por insuficiente–, impone unas restricciones a las actividades económicas que en teoría garantizan la conservación del humedal. Pero el Boletín Oficial no sirve de nada si no hay voluntad política y medios humanos y materiales. La prueba es que el Mar Menor está ahora mismo casi muerto pese a contar con numerosas figuras de protección y a ocupar un lugar principal en la memoria sentimental de cientos de miles de personas. Esas a las que el presidente López Miras incluyó en el «fracaso colectivo» de pudrir la laguna.
PD. Artículo publicado el 31 de diciembre en el suplemento especial de fin de año de LA VERDAD.
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