La Lupe.

La Lupe, estrella fugaz

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Sábado, 22 de junio 2024, 08:00

Guadalupe Victoria Yoli Raymond siempre fue una leyenda. La recuerdo como tal. Cuando estuve en Puerto Rico, mis tres inseparables Carlitos, Joselito y Alexis, me ... hablaban de ella como si fuera una estrella fugaz que acabó en las cunetas. La cosa, por suerte, no fue tan dramática pero sí triste.

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Cuando íbamos a Crash –una disco gay 'of course'– algunos chicos se disfrazaban de ella. Lupe era un cruce de Lola Flores, Olga Guillot y Billie Holiday. Un tornado en el escenario que interpretaba, reía, lloraba, pegaba al pianista y se quitaba los zapatos ¿Era excesiva? Sí. También única. Intelectuales de todo el mundo llenaban el local de La Habana cuando ya actuaba en solitario. Para nosotros la rescató Almodóvar. Su figura es inseparable de ese comienzo magistral en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'.

Guadalupe nace en el 39 en un barrio muy humilde de Santiago de Cuba, San Pedrito. Su padre quería que fuese maestra y Maestría estudió. Muy joven se sube a los escenarios con el que fuera su primer marido, Yoyo Reyes. Él, Tina y ella montaron el trío Tropicuba. Catástrofe. Yoyo se lía con Tina y Lupe, con el corazón destrozado, vuela en solitario.

A Fidel no le gustaba La Lupe. Comprensible. Era una mujer demasiado libre. Se marchó a México, pero tampoco tuvo un encaje perfecto en aquel país de modales tan pulidos, donde te atracan con un por favor por delante. Mongo Santamaría se puso en contacto con ella y marcharon a Nueva York. Allí, La Lupe triunfó a lo grande. Con Mongo la cosa no llegó muy lejos. Lupe era corajuda, cabezona. Tito Puente aprovechó las desavenencias y se la llevó con él. Hicieron cuatro discos muy exitosos. No sólo eso, Lupe se convirtió en la primera cubana en actuar en el Madison Square Garden.

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Su canto aguerrido y arrabalero, su lolaflorismo, su fraseo tan especial al decir el bolero –contenido cuando tocaba– la convirtieron en un icono.

La Lupe se hizo santera y los «mayore» le sacaron mucha de su platica. Por si fuera poco, su esposo de entonces, Willie García, padecía esquizofrenia y La Lupe se gastó el dinero que tenía y el que no tenía en intentar curarle. Ella tampoco se quedaba manca: se compraba abrigos de visón valorados en millones de dólares y vivía en la mansión que había sido de Rodolfo Valentino en New Jersey. Se dice que bebía, que tomaba drogas. Es posible. Pero todo esto, aunque negativo, no fue lo determinante.

Lupe y Celia Cruz eran rivales. La guarachera llegaba con mucha fuerza a los escenarios de la gran manzana y estaban juntas en Fania All-Stars. Aquello era mucho más que una disquera. Los Fania gestionaban actuaciones en muchas salas de fiesta. A Guadalupe no se le ocurre otra cosa que acusar al marido de Celia, Pedro Knight, de ser «palero». Un insulto gravísimo. En la santería, los paleros son aquellos que hacen la magia más oscura. El trompetista tenía su mala sombra, pero para Celia Cruz su Pedrito era sagrado y la cosa llegó a tal extremo que puso a Fania Records contra la espada y la pared: o ella, o yo.

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A la Lupe la botaron, por supuesto. Por más que rogó y suplicó, hasta unos extremos dramáticos, no hubo compasión.

Su amigo y amante por entonces, Tito Puente, la intentó ayudar con otro disco, denominado 'La pareja que pasó sin pena ni gloria'.

Lupe no sólo no tenía disquera sino que fue vetada en los locales nocturnos de Manhattan. Se vio obligada a vender sus posesiones y vivir de los cheques sociales de Estados Unidos. Se marchó al Bronx, a un pisito modesto, con su hija Rainbow. Antes probó suerte de forma fugaz en Puerto Rico. La cosa no cuajó.

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La cantante, fuera de su pedestal, abandonó la santería y abrazó la fe católica evangélica. Cantaba en su iglesia y eso le dio cierta paz. Hasta sacó un disco religioso. Los pocos bolos que le salían se vieron interrumpidos por una caída tonta que le malogró la espalda algo más de un año. A los 52 años, un ataque fulminante al corazón se llevó a la Yiyiyi mientras dormía.

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