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Lou Andreas-Salomé, la mente original

Domingo, 5 de marzo 2023, 19:23

El personaje de Lou Andreas-Salomé es enigmático porque apenas sabemos de su vida lo que nos cuentan sus memorias, por lo tanto, su punto ... de vista es eso, el suyo. Los biógrafos y amantes del psicoanálisis se dividen en alabar su figura o denostarla como 'femme fatale', que vivió sorbiendo la savia de los otros. ¿Pero no es esto lo que hacen siempre todos los grandes creadores antes de alumbrar algo completamente original?

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Sus trabajos sobre el papel de la mujer en la sexualidad influyeron al mismo Sigmund Freud. Su teoría sobre el narcisismo positivo sigue en la vanguardia del psicoanálisis. Si acaso, su papel como novia o pretendida de Paul Rée y Friedrich Nietzsche y amante y amada de Rainer María Rilke ha oscurecido su gran obra literaria y científica, compuesta por 22 trabajos de ensayo y novelas. Otros estudiosos añaden a estos tratados ocho más.

Lou vivió su infancia en San Petersburgo y fue la niña mimada de su padre. La llamaban Ljola y más tarde fue Lou. Este apelativo se lo puso un profesor particular que intentó casarse con ella cuando apenas contaba 17 años. La maldición de esta mujer era su belleza por la que los hombres, parece ser, enloquecían.

Ljola hablaba con Dios por las noches y le pedía que cuidase de su progenitor, que ya peinaba unas cuantas canas. Éste murió cuando ella contaba con 16 años. Se acabaron las conversaciones. Ya desde niña detestaba el papel que la sociedad daba a las mujeres y cuando mató a su dios, vio en la religión otro veneno que inventa el matrimonio para enclaustrar a las damas.

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El otro camino era el de complacer en la cama a los hombres. Lou intento sin éxito mantener amistades intelectuales, enamoramientos sin besos ni caricias. Algo muy complicado.

Durante un tiempo, Lou, Paul Rée y Nietzsche crearon un 'menàge a trois' de pensamiento que satisfacía a la joven Louise. Se empapaba del saber, llevaba la voz cantante y disfrutaba muchísimo de esta amistad y de los debates y las ideas. Llegó un momento en el que a Nietzsche se le hincharon los bigotes y le pidió casarse con ella, contraviniendo el pacto alcanzado. Fin del trío. Rée se sintió por momentos victorioso, pero, en esta historia, Lou fue ecuánime. Nietzsche la llamó en unas cartas 'mona apestosa, sucia y árida con falsos pechos'.

Poco después se embelesa, siempre intelectualmente, del orientalista Carl Friedrich Andreas. Andreas se embelesa también y de qué forma. Amenaza con suicidarse si ella no accede a casarse con él. Aunque parezca mentira, logra su objetivo con una condición: ella le prohibirá cualquier acercamiento carnal. Quizá Friedrich confiaba en que Lou cambiaría de parecer con el tiempo. Pero esto no ocurriría.

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Es en esta época cuando hace su aparición Rainer María Rilke, quien conquistó a una Louise de 36 años que aún permanecía virgen. El poeta tenía 22. La pasión los unió de forma arrolladora. Lou había encontrado un alma y un cuerpo: «Así nos convertimos en esposos aun antes de habernos hecho amigos (...); nos reconocimos, con un escalofrío, en la abrumadora totalidad».

Hermosos sonetos

Rilke, tenía una feminidad de la que carecían sus otros pretendientes. Le dedicaba hermosos sonetos: «De todo lo bello, vienes tú hacia mi. Tú, mi brisa de primavera, tú, mi lluvia de verano. Tú, mi noche de junio con mil caminos, que ningún consagrado obtuvo antes que yo». El verano de 1897 fue inolvidable para ambos, también para el marido que, a pesar de su trato, sentía esta relación como una humillación mayúscula.

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Durante un tiempo compartirían la vida como una familia Friedrich, Rilke y ella. Pero la intensidad de Rainer era demasiado y cuando le pidió matrimonio se acabó la historia. Louise sintió esta petición como otra traición a su pacto.

Andreas-Salomé fue la primera mujer aceptada en el círculo psicoanalítico de Viena y mantuvo un estrecho vínculo con Freud. Tras su muerte, los nazis confiscaron su biblioteca y sus escritos, que recuperó Ernst Pfeiffer, un joven que acudió a su casa en busca de trabajo y que se ocupó finalmente de redactar sus memorias. Fue nombrado albacea y vigiló y publicó todo el legado de esta pensadora y rompedora mujer.

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