Epstein, pecado capital
Este hombre guapo, elegante, con buenos modales, delincuente sexual y económico, siempre fue turbio. ¿Tuvo algún momento de candidez en su vida? Se ignora. Jeffrey ... es el mayor de dos hermanos, nace en un hogar judío de clase media en Brooklyn. Su padre, Seymour, trabaja como jardinero. Su madre es maestra hasta el momento de su boda. Quizá el niño Jeffrey fantaseaba allá en Coney Island con volar tan alto como su astucia le permitiese.
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Destaca como músico excepcional en un campamento de verano. Tenía cinco años. Como muchos capítulos de su vida, se desconoce por qué no siguió por esta vía. Con 16 se gradúa en Lafayette High School. Es tan listo que se salta dos cursos.
Asiste a clases en Cooper Union, una de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos. Desconocemos también por qué, pero se marcha a la Universidad de Nueva York para especializarse en matemáticas. Nunca terminará sus estudios. No existen registros del paso de Epstein por estas instituciones.
No necesitó de credenciales para trabajar en uno de los colegios más prestigiosos del Upper East Side, El Dalton School: la escuela de todos los niños bien de Manhattan. Su valedor es Donald Barr. Lo despiden por contrataciones poco convencionales tres meses después de que Epstein comenzase a trazar derivadas en aquellas caras pizarras. En el 76 el que se va a la calle es él. Ya entonces se propasaba con las alumnas. El motivo oficial de su despido: desempeño deficiente.
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En Dalton School trabaja el tiempo suficiente para crear sus conexiones. El lema de Jeffrey, supongo, era dejarse siempre puertas abiertas y decir adiós con una sonrisa. Con la misma sonrisa que jura sobre la biblia cuando contesta al fiscal y se ampara en la quinta enmienda para no confesar su depravación.
Su primer valedor, Bear Stearns, lo ficha como junior para su banco. Epstein consigue que los clientes más ricos ahorren impuestos. Lo hacen socio. También lo despedirán tras cuatro años por traficar con datos particulares. Sin embargo, permanece cerca de los jefazos del banco. Ellos le ayudan bajo cuerda cuando funda la primera de sus empresas en 1981: la Intercontinental Assets Group. Epstein presumía de recuperar la pasta malversada de los ricachones. De hecho, ayuda al padre de Anita Obregón. Le devolverán millones de inversiones en un fraude de Drysdale Government. Su empresa compraba deuda de pequeños clientes a hospitales y universidades y conseguía que los morosos pagasen. ¿Ya entonces usaba las amenazas para sus fines?
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Crea después Epstein & Co. Sus clientes tenían como único requisito atesorar mil millones de dólares. Fanfarrón, sí. Es por esta época cuando asegura de sí mismo que trabaja para el servicio de inteligencia. Fue intermediario en una venta de armas de USA a Irán. Su cliente es Adnan Khashoggi. J. E tiene pasaporte falso por si es preciso salir 'volao'. También estará íntimamente vinculado al esquema Ponzi. Aquella estafa piramidal donde vendieron la moto a tantos pobres inocentes.
Avaricia y lujuria
Epstein es la salsa de todas las fiestas, pero todo es misterio a su alrededor. A Vicky Ford le encargan un reportaje para Vanity Fair. Una amiga le cuenta que sabe algo del magnate. Ford se topa con las agresiones a las adolescentes. Nada de esto se publicará. Epstein lee el borrador donde dos hermanas confiesan ser víctimas de sus 'masajitos'. Amenaza al editor. También a la periodista: 'Sé que estás embarazada de gemelos. Puedo conseguir que no te atiendan en los hospitales y pedir a un santero cubano que maldiga a las criaturas'.
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El resto es historia. Las mansiones, la isla de los pedófilos, el Lolita Exprés, las denuncias en Palm Beach. La tela de araña que tejió con jovencitas a base de 200 dólares y la ayuda de Ghislaine Maxwell. Los Clinton, los famosos y la realeza. El proxenetismo de la élite. Jeffrey tuvo un olfato increíble para escoger a sus víctimas. Jugó con el miedo de las jóvenes y con la avaricia y la lujuria de los poderosos. El diablo Epstein se suicidó, supuestamente, con 66 años.
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