Elvis: Las caderas de un tipo raro

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Sábado, 12 de noviembre 2022, 08:30

Elvis es la historia tantas veces contada del sueño americano que acaba mal. Fatal. Al final de sus días vivía poseído por las drogas y ... la paranoia. Pensaba que el nuevo novio de Priscilla lo quería matar y confundía el fervor de sus fanáticos, con intentos de homicidio. Precisamente, aquellos que debían protegerle, sus guardaespaldas, sacaron un libro titulado 'Elvis. ¿Qué está pasando?' y terminaron de mancillar su reputación.

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Al final de sus días, Elvis vivía encerrando en Graceland y en hoteles. No salía a la calle. Sus horarios eran erráticos y no conseguía dormir. De ningún modo. En una ocasión, una sobredosis de Demerol, lo llevó a un coma del que logró regresar. En su vida fue importante Nick, el doctor Nick, que le daba todo con receta, como si eso fuese garantía de algo. Elvis viajaba con maletas que eran farmacias ambulantes. 12.000 pastillas para él y su equipo, decía el doctor. Me imagino de color rojo. Los Simpson retratan en su serie a un doctor Nick, muchos dicen que inspirado por este médico algo desaprensivo.

Pero comencemos por el principio. Elvis nació en Tupelo (Misisipi) fue hijo único, puesto que en el parto murió su hermano gemelo. Vivió una infancia pobre y errática. Hasta que la pequeña familia se mudó a Memphis (Tennessee).

Ahí comenzó a espumar el rey del rock. Los tupés y las indumentarias raras le distinguían del resto. Así como su apostura. Sus padres le regalaron una guitarra y comenzó su gran historia. De adolescente grabó un disco para su madre en los pequeños estudios SunRecords. ¿A quién te pareces? No me parezco a nadie, decía un joven Elvis. De pronto, el dueño de los estudios necesitó un cantante y echaron mano del joven. El éxito llamó a su puerta y fue para siempre.

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Su vida fue una gran paradoja. Encumbrado por las multitudes, por su gran talento vocal y escénico y subyugado toda su vida por un mánager que era un pinta. Se hacía llamar Tom Parker, nacido como Andreas Cornelis 'Dries' van Kuijk. Este no solo se quedó con muchas de sus ganancias para malgastarlas en juego, sino que siempre le disuadió de viajar a Europa porque tenía causas pendientes con la policía holandesa.

Elvis tenía un punto raruno con las mujeres. Le gustaban adolescentes. De hecho, Priscilla tenía 16 años cuando el rey se encaprichó de ella. Comenzaron un noviazgo «a la distance» de cartas y platonismos. Priscilla llegó virgen al matrimonio. Una vez que dio a luz a su hija Lisa Marie, ya no se volvió a acostar con ella nunca más. Y ahí tienes a Priscilla en la flor de su juventud, casada con un símbolo erótico y sin comerse un colín. Por supuesto, eso se acabó pronto. Priscilla se lió con su profesor de karate, recomendado por su marido, y en el 75 pidió el divorcio. Y ya nada fue igual para el gran artista que rodó pésimas películas (con la excepción de 'King Creole').

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Quizá nada de esto es importante, ni la paradoja de morir en un váter de Graceland de porcelana negra con incrustaciones de oro. Ni los kilos excesivos que acumuló fruto de una dieta suicida, aderezada con tranquilizantes. Ni los trajes con capa que llevaba al final de sus días, con más brillos que un árbol de Navidad. Y el sudor. Ese sudor omnipresente, pegajoso como un líquido contaminado que empañaba su cara.

Sin embargo, nada de esto es importante, sino cómo hacía suyas las canciones con su timbre excepcional y una puesta en escena subyugante y única. Elvis era un blanco que cantaba como un negro, cuya timidez le hacía parecer un buen chico hasta que movía las caderas con aquel descaro, con esos movimientos explícitos que volvían locas a las chicas. Elvis y su pelo negro y brillante, dicen que tintado. Su rock con perfume de soul y godspel.

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Elvis sigue vivo, teorías conspiranoicas aparte. Los concursos de imitadores del astro, se suceden a lo largo del planeta. Su hogar, Graceland, lo visitan una media de 20 millones de fans al año. Ese pastiche de neoclasicismo y el gusto hortera de Priscilla es el legado más tangible del rey. Ese, y sus grandes interpretaciones de temas que jamás compuso.

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