Una pareja se gasta más de 285.000 euros en parecerse a Barbie y Ken

«I'm a Barbie girl in a Barbie world, life in plastic is fantastic». Muy lejos quedaría este éxito de Aqua en los años 90 que tanto hemos cantado cuando salimos de fiesta o escuchamos en la radio, porque en estos últimos años hemos descubierto que en la sociedad todavía existe cierta obsesión por la muñeca más afamada de la historia, y parece tan casual que de repente aparezcan personas que hayan querido convertirse en su versión real.

Anastasia y Quentin son los últimos que han llevado esta adicción, porque no puede llamarse de otra manera, hasta el siguiente nivel. Se han gastado más de 209.000 libras (alrededor de unos 286.000 euros) para parecerse a Barbie y a su inseparable Ken.

Ella, Anastasia Reskoss, de veinte años de edad, quiere retocarse las orejas y su novio Quentin Dehar, de veintitrés, está esperando para poder ponerse implantes en los pectorales. El curioso deseo de esta joven pareja de Francia es convertirse en versión real de la pareja de plástico más famosa de las jugueterías. Prótesis mamarias y de trasero, cuatro operaciones de nariz, relleno de labios y mejillas, blanqueo dental, etc. Estas son algunas de las intervenciones quirúrgicas por las que han tenido que pasar, pero parece que todavía no es suficiente.

Sus caminos se cruzaron allá por 2013 cuando se encontraron en una fiesta en la ciudad costera de Saint Tropez, en Francia, y desde entonces no se separan. Se han estado empujando el uno al otro para hacer más y más drásticos sus cambios físicos.

Anastasia, que por su nombre quizá adivinaréis que nació en Rusia, cuenta que el sueño de su vida pasó a ser el pasar la vida juntos y metamorfoseándose en las muñecas que tanto amaban. Según el portal británico Metro, Anastasia decidió «convertirse en Barbie» cuando tenía 15 años.

«Mis padres me compraron todas las Barbies que yo quería», y declara que llegó a tener más de 100 muñecas. «Las amaba a todas, eran tan bonitas».

Explica que cuando tenía 15 años era más consciente de lo que parecía y fue cuando se dio cuenta de que quería ser como Barbie. Además, considera que para sus padres siempre fue muy buena hija, y que estudió mucho. «Al fin y al cabo, mis padres preferían a una hija adolescente que quisiera cuidar su apariencia a que tomase drogas», declara la doble andante de la muñeca.

En el caso de él, Quentin se vía más atraído por el estilo de vida de millonario que llevaba Ken. De hecho, se ha comprado el mismo modelo del coche de juguete, un Porsche. Quentin veía esta metamorfosis como una manera de huir de su propia identidad. «No me sentía yo», explicaba refiriéndose a su época de instituto. De modo que decidió convertirse en su ídolo de la infancia.

¿Qué tendrá ese mundo artificial de Barbie que a tanta gente fascina? Lo que sí sabemos es que tanto plástico no debe ser sano.