Miguel Gil observa un racimo de cabernet sauvignon en una de las últimas parcelas que se vendimian estos días. Vicente Vicéns/ AGM
Garum | Reportaje

Viaje a la zona cero de la vendimia más difícil

Bodegas Juan Gil afronta la merma del 50% en la producción seleccionando las mejores uvas por escáner para sus vinos

Jueves, 19 de octubre 2023, 16:26

Hay algo extraño en las viñas que jalonan las carreteras que dirigen a Jumilla. El trayecto hacia la Ciudad del Vino compone estos días una ... preciosa paleta de colores propia del otoño en el Altiplano, pero en los viñedos hay cosas que no cuadran. Dan ganas de aminorar la marcha del vehículo, hasta casi detener el coche en el arcén, para ver qué demonios ocurre en unas cepas que siguen preñadas de racimos al final de la vendimia, y cuyas hojas lucen un granate oscuro casi negro. ¿Tonalidades propias de la época? ¿Últimas uvas por recoger esta campaña? ¿Cuadrillas rezagadas? Todas las hipótesis son incorrectas, como sabremos al final de la ruta, que está fijado en las viñas de la Familia Gil.

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Aquí, en el paraje de la Aragona, se ubica el renovado cuartel general de los hijos de Juan Gil, una bodega centenaria que supone un buque insignia para la Denominación de Origen Protegida (DOP) Jumilla, y que fue pionera a la hora de poner los vinos de esta tierra en el mapa. En las entrañas del edificio, a pie de despalilladora, está trabajando el martes por la mañana Miguel Gil, que supervisa unos trabajos de mantenimiento. El sexto de los nueve hermanos al frente de la nave, que dejó su trabajo como ingeniero aeronáutico para reconfigurar -con éxito- el futuro de la empresa familiar, es el hombre adecuado para dar respuesta a todas las preguntas. Respuestas, por cierto, cargadas con altas dosis de preocupación.

«Hemos dejado mucha uva sin recoger por culpa del mosquito verde, un insecto propio de las altas temperaturas que seca las hojas y no permite la correcta maduración de la uva al cortarse la fotosíntesis», explica el bodeguero. «No llovió nada hasta mayo, lo que hizo que las viñas no brotaran hasta entonces. Y luego vinieron cinco olas de calor. Lo que ha pasado este año es inaudito, con una merma en la producción que, en nuestro caso, llega al 45% del cultivo en secano», relata Miguel Gil. «El otro día vino a descargar a las tolvas uno de los productores que nos abastecen -unos 500, en total, además de los viñedos propios-, y me dijo que no había visto nada parecido en su vida». El hombre tiene 75 años.

Trabajadoras de la bodega seleccionan las uvas de Clio y El Nido a mano. Vicente Vicéns/ AGM

Además, y por si fuera poco, el cultivo aquí es «ecológico, por lo que tenemos menos capacidad de defensa frente a plagas como la del mosquito verde, que no son habituales, ya que solo podemos utilizar armas biológicas. El reto es enorme». El caso de Juan Gil no es único, ya que en torno al 65% del viñedo de la DOP Jumilla es ecológico y, en el caso del municipio de Jumilla, el porcentaje se eleva prácticamente al 100%. El resultado es una fotografía en la que predomina el color tostado, gris oscuro casi negro, sobre el verde, el ocre y el granate vivo de la vendimia. Un auténtico «desastre». Hay bodegueros que han perdido «toda la cosecha», se lamenta Miguel Gil. «La monastrell se adapta muy bien a los rigores del secano, pero esta vez no ha podido con tantos factores en contra. La monastrell es fuerte, saber sufrir. Pero no es 'Superman'». Y, si lo fuera, digamos que este año le ha caído encima una montaña de kriptonita.

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A la merma en la producción de hasta el 50% -como han certificado estos días los técnicos de la propia DOP Jumilla-, hay que sumar el aumento imparable de los costes de producción también en este sector, por mucha energía fotovoltaica en la que se haya invertido previamente. Con este escenario, ¿qué herramientas tiene una empresa para no dejarse engullir por la ruina más absoluta? La opción de subir los precios no parece entrar en la ecuación, al menos para los hermanos Gil. «Corremos un alto riesgo de perder mercado si repercutimos el incremento de los costes de producción en el precio de los vinos», reflexiona la cabeza visible del negocio, que reconoce la «encrucijada» en la que se encuentra la empresa, y otras muchas bodegas, «con unos costes inasumibles y un mercado que no acepta más subidas de precio. Vamos a rezar para que el año que viene sea mejor que este, y asumir esta nueva pérdida de márgenes como una inversión a futuro».

«Dios aprieta...»

Rezar... y echarse al gaznate un buen trago de vino. Que siempre ayuda para seguir cavilando y asumir que cuesta el doble producir la misma botella que hace un año. El bálsamo de Fierabrás que supone beber vinos de esta categoría es algo que se reconoce con facilidad en las caras de Miguel Gil, su hermano Ángel y el enólogo, Bartolo Abellán, cuando intercambian impresiones mientas catan algunos de los tintos de la última añada disponible en el mercado y los comparan con los mostos que empiezan a salir de los lagares.

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Proceso de despalillado de las uvas. Vicente Vicéns/ AGM

«Aún es pronto, pero estos mostos prometen», se ilusionan los hermanos. Y entonces le viene a Miguel a la cabeza la frase de su madre: «Dios aprieta, pero no ahoga». Porque siempre hay una parte positiva dentro de lo negativo. La reducción en la producción y la dinámica del viñedo en estos meses tan complicados ha provocado «una mayor concentración en las uvas que pueden dar buenos vinos. Pero estamos hablando de suposiciones, porque nunca nos hemos enfrentado a algo así», asegura Miguel Gil.

El respeto al cultivo tradicional es la base sobre la que sigue creciendo la bodega, que revolucionó la DOP Jumilla

Por el trabajo y el cariño que le ponen en esta bodega, que cambió para siempre el concepto universal sobre los vinos de Jumilla, no será. En el coche de Miguel Gil, de camino a las últimas viñas de cabernet sauvignon que se recolectan esta temporada, suena 'I was born to love you', de Freddie Mercury. Nací para amarte, en traducción simple al castellano. Una canción que bien podría resumir la pasión de esta familia por las uvas y el vino. Y no solo de la familia, sino del equipo del que se ha rodeado. Es el caso de María del Carmen Núñez, experta en Enoturismo en la empresa, que trajina durante toda la mañana con varios grupos de turistas extranjeros que, tras una visita y la irrenunciable cata, salen encantados de la vida y con un reconocible brillo en esos ojos claros. «¡Wonderful!».

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Un escáner... de uvas

En la apretada agenda de Núñez también hay hueco, sin embargo, para hacer de anfitriona para GARUM con el objetivo de ponernos en solfa y mostrar las últimas novedades de la bodega donde se elaboran Juan Gil (etiqueta amarilla, gris y azul), Clio y El Nido. Entre esas novedades, mención especial requiere «el escáner». Una enorme máquina que supuso en su día una inversión de varios cientos de miles de euros, pero representa una auténtica revolución -una más- en la elaboración de vino por parte de la familia Gil. «Funciona como un reconocimiento facial, pero con uvas», explica María del Carmen Núñez con pasmosa naturalidad.

-¿Cómo?

-Sí. Fijamos en el ordenador los parámetros que nos interesan para seleccionar las uvas más valiosas. Valores como el tamaño o la maduración, por ejemplo. Y esas son las uvas que va escaneando la máquina para separarlas de las menos valiosas. Calculamos que puede filtrar alrededor de cuatro kilos por segundo.

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Artistas de la talla de Shakira, Juan Luis Guerra y Alejandro Sanz beberán los vinos de los Gil en los Grammy Latinos

Este novedoso sistema, sin embargo, no se utiliza para todos los vinos que produce esta firma de Jumilla (el grupo dispone de un total de once bodegas en diez provincias distintas). Hay dos vinos -Clio y El Nido, que en cierta manera son las joyas de la corona- cuya selección de uva sigue siendo manual. «Al modo clásico, como se ha hecho toda la vida», subraya Miguel Gil. Porque el respeto al cultivo tradicional sigue siendo la base sobre la que no para de crecer la empresa.

Ángel Gil, Bartolo Abellán y Miguel Gil catan vinos junto a los barriles creados 'ex profeso' para los premios Grammy Latinos 2023. Vicente Vicéns/ AGM

Lombrices 'en nómina'

Lo que sí empiezan a tener todos los vinos de la bodega es alimento casero 'made in Gil'. Abono fabricado por la propia empresa y obtenido a partir de los desechos vegetales generados por el proceso de elaboración del vino. Estos residuos se mezclan con excrementos de ganado para que una 'legión' de varios millones de lombrices procese el compost con el que pretende autoabastecerse la familia Gil. «Economía circular» con la que seguir ganando en sostenibilidad y en ahorro de costes de producción, y de la que Miguel Gil se siente particularmente orgulloso. Con permiso, eso sí, de los jabalíes que rondan por la zona y que se desplazan desde varias decenas de kilómetros para devorar las jugosas lombrices que trabajan 24 horas al día en una de las fincas del paraje. « Las lombrices son el 'plato' favorito de los jabalíes», alecciona Miguel Gil. ¿Y las jugosas y dulces uvas? ¿De postre? «Solo si no hay otra cosa que echarse a la boca». Estos jabalíes...

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-¿Y con los racimos que se dejan sin recoger de las viñas por la plaga, qué se hace?

-Nada, se lo comen los pájaros.

Afortunados pajarracos.

El «regalo» de los Grammy

Afortunados, y muy agradecidos, también se sintieron los hermanos Gil y todos los trabajadores de la bodega cuando recibieron esa llamada, hace unos meses, que llevaba implícita un enorme «regalo»: la bodega había sido seleccionada como suministrador oficial de vinos para los premios Grammy Latinos 2023, la cita anual más importante de la música latina en todo el mundo. «Es la primera vez que los premios salen de Estados Unidos -se celebran en noviembre en Sevilla- y la organización quería un vino español. La bodega oficial de los Grammy, de origen chileno, dio nuestro nombre», se sigue emocionando María del Carmen Núñez. Ya solo faltaba una cata en Jumilla para que los responsables del certamen 'ficharan' a los Gil como el que firma un contrato con una gran estrella.

Así, la familia Gil ofrecerá las mejores elaboraciones de sus once bodegas durante la semana de eventos asociados a los Grammy Latinos, y la presencia de la DOP Jumilla será predominante. Incluso hay un vino especial creado para la ocasión, que también pasará por las papilas gustativas de artistas de la talla de Rosalía, Shakira, Juan Luis Guerra, Alejandro Sanz y los cartageneros Arde Bogotá, que compiten en dos categorías. Vaya maridaje. Dios aprieta, pero luego da de beber Juan Gil a Bad Bunny.

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