Tres vinos de la jumillana Casa Castillo, en el podio de los puntos Parker

Los premios no les pillan de sorpresa, porque la bodega lleva unos cuantos años con bastante éxito en el marco de la zona del Mediterráneo que les corresponde. Sin ir más lejos, el año pasado consiguieron los 100 puntos Parker para su Pie Franco, siendo el primer vino del Mediterráneo en obtener la máxima calificación. «A nosotros nos da la seguridad de saber que somos capaces de mantener un nivel elevado y, año tras año, colocar nuestros vinos en lo más alto del podio», afirma Vicente, quien, como buen conocedor de su tierra, ya sabía que tenía algo importante entre manos. El bodeguero considera que su buen hacer viene de ser pequeños productores con «filosofía de orfebre, producciones limitadas y calidades altas».

«Tenemos una madurez enológica, conocemos las viñas y sabemos cómo responden, por lo que somos mucho más precisos a la hora de elaborar vino de talla mundial», explica. Todo apunta a que lo están consiguiendo, algo que para Vicente también significa poner la variedad Monastrell en el foco de los grandes aficionados de todo el mundo y dar reconocimiento a la agricultura de secano, una de las actividades más importantes de la Región de Murcia.

Casi medio siglo después de la primera guía de vinos que Robert Parker elaboró, su sistema continúa premiando la calidad, pero también «la trayectoria y el trabajo constante tanto de viticultura como de precisión a la hora de elaborar, todo ello en un entorno de respeto al medio ambiente y agricultura ecológica», detalla el bodeguero de Casa Castillo.

A día de hoy ya no es el propio Parker quien otorga las puntuaciones porque, tras la popularidad de su método se vio desbordado, sino que ahora el crítico delega las valoraciones en distintos catadores de todo el mundo: «En el caso de España se ocupa Luis Gutiérrez, que también cata alguna zona de Francia, Argentina y Chile». Cada profesional otorga sus puntos en una escala de 50 a 100, aunque más allá de la calificación, también ayudan a marcar una jerarquía que después orienta a los consumidores. «El aficionado al vino persigue las botellas premiadas, que no suelen ser de tiradas muy grandes, por lo que al final terminan siendo objeto de deseo», afirma Vicente, asegurándose un año más una alta demanda.