Pablo Guardiola y Juani Villarín. P.L.

El restaurante Pablo Guardiola echa la persiana por última vez

Los propietarios del emblemático establecimiento de Los Belones, tercera generación tras 91 años de cocina tradicional de alta calidad, se jubilan y cierran el negocio el 28 de septiembre

Sábado, 2 de agosto 2025, 13:46

El conocido restaurante Pablo Guardiola, en los Belones, echará la persiana definitivamente el próximo 28 de septiembre, 91 años después de que abriera en su primera ubicación, en Los Nietos.

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Los propietarios del negocio, el matrimonio formado por Pablo Guardiola y Juani Villarino, se jubilan. Y no parece que estén muy apenados por hacerlo. «Necesitamos descansar, tener una vida, porque esto de la hostelería es muy sacrificado; nos ha dado muchas alegrías, pero es hora de cambiar», asegura Pablo, un hombre que, con su capacidad de gestión, su conocimiento de los mejores productos del campo murciano y de nuestros dos mares y su bonhomía y cordialidad en el trato, supo convertir este restaurante en un referente de la gastronomía regional junto con la excelente cocina de una autodidacta Juani. «No pude disfrutar de mis hijos -dice- pero voy a hacerlo de mis nietos».

El matrimonio ha descartado rotundamente la posibilidad de que sus hijos continuaran su labor al frente del restaurante. «Ellos tienen sus carreras y se tiene que dedicar a eso. Además, si alguno cogiera el testigo, nosotros no descansaríamos», aseguran al alimón. Así que Pablo está explorando la posibilidad de que alguien adquiera el negocio: un magnífico local de corte clásico, ubicado en una antigua tienda de vinos y decorado con arcos ojivales de ladrillo visto evocando una bodega tradicional que durante décadas ha sido un emblema de la gastronomía regional y de la cocina tradicional murciana.

El primer restaurante Pablo Guardiola se abrió en 1934 en Los Nietos por Manuel Soler Martínez, tío de Pablo Guardiola Soler. En 2014 Pablo hijo traslada el negocio al comienzo de la Calle Mayor de Los Belones, su actual ubicación. Pablo recuerda los tiempos de los Nietos y a una muchacha de 18 años -Juani, su mujer- procedente de Madrid -es decir, de otro planeta- que tiene que compaginar la crianza de sus hijos con el aprendizaje de los secretos de la cocina que nunca había, siquiera, atisbado. Cualquiera que haya comido en el restaurante sabrá que aprovechó las enseñanzas de Pablo padre. Desde entonces han sido numerosos los premios que su cocina ha procurado al restaurante, una cocina casera, en la que no entra un congelado, una salsa de bote o un alimento preparado. Y ni una freidora. Juani usa sartén. Por ejemplo para hacer unas magníficas patatas fritas.

Si se le pregunta a Pablo Guardiola si tiene ya pensado cómo va a llenar los días cuando se jubile contesta con una amplia sonrisa: «Pues mira, para empezar jugar más al dominó con los amigos, sin estar pensando en que tengo que levantarme para ir a trabajar y, después para arreglar esto», y se señala su prominente abdomen, resultado de muchos años de comidas desordenadas y horarios imposibles. Ahora solo espera que aparezca alguien a quien traspasar el negocio pero aparezca o no, Pablo Guardiola lo tiene claro: «El 28 de septiembre cerraré esta puerta por última vez».

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