Mi última copa

En un pintoresco pueblecito de especial encanto llamado Ludes, (clasificado Premier Cru), en el corazón de la Montagne de Reims, se encuentra la Maison Gaidoz-Forget: «Vignerons indépendants», elaboradores de vinos desde hace casi un siglo. Podría empezar por la historia de esta familia desde 1930, cuando el bisabuelo Henry inició el negocio, seguido por su hija y posteriormente por su nieto a finales de los años 80. Pero prefiero hablarles de la niña, la que da nombre al champagne que nos ocupa hoy: la Cuvée Bertille.

Bertille, hija de Luc, corriendo por los viñedos o escondiéndose tras las barricas y siguiendo los pasos de su padre desde la infancia. Si le preguntas a qué edad quería ser viticultora, no podrá responder porque fue algo obvio desde que nació. Su padre y maestro despertó su olfato, entrenó su paladar y le transmitió su enorme pasión por la tierra y una bodega minuciosa, precisa y familiar.

La Cuvée Bertille Millésime, sólo se elabora en años cuyas condiciones climatológicas son perfectas, en honor a la joven promesa que toma el relevo y rinde tributo a su nombre. En el ensamblaje de 2014, la gran protagonista es la chardonnay, reina de las variedades blancas por su fuerza y elegancia, además desu capacidad de guarda, custodiada por un 40% de pinot noir, cuyo cuerpo y potencia aportan estructura. Finalmente, una pequeña parte de meunier favorece a la armonía, viveza y flexibilidad que perfecciona a este clásico trio de vides.

Se trata de un extra brut vinificado y criado en barrica de roble francés, desde la vendimia, al embotellado, sin filtrar ni clarificar para una mínima intervención. Tras siete años de envejecimiento 'en rima' sobre sus lías nace un champagne gastronómico, de burbuja fina e integrada, aromas de azahar, manzana, pera, albaricoque y melocotón. Su entrada en boca es fresca, amable, ligeramente yodada, con paso cremoso. Me evoca un recuerdo a kumquat, la mandarina japonesa tan aromática, que disfruté hace poco en un afamado restaurante japonés, con un final dulce de vainilla Bourbon y caramelo tostado. Servido en copa amplia –por favor– y a una temperatura entre 8ºC y 10ºC. Sin imposición, humilde recomendación. Cada cual que disfrute el champagne a su antojo, que la vida son dos días para someterse a las exigencias de los más puristas. ¡Salud y sed de burbujas!