Cambio o barbarie

Lo que sí sabemos, y ya lo dejaba claro McCartney con su respuesta, es que nunca ha tenido miedo al cambio. Y no corro el riesgo de pasar por original si digo que cambiar no es fácil. Normalmente, nada nuevo hay bajo el sol, aunque el sol caliente a veces más de la cuenta. Por algún motivo, nos preocupa más cambiar el mundo que cambiar nosotros. Tom Waits decía que cambiar es saber aprovechar las oportunidades. Con su tono de trovador moderno, áspero y romántico describió la vida mejor que todos los humanistas juntos. «La vida es como ir de fotógrafo a una boda y ser tú el que se casa con la novia: una ocasión que no puedes dejar escapar».

Con la botella de hoy pasa algo así. Una botella única, irrepetible y prácticamente inalcanzable para todos. Pero pongamos primero en contexto quien es Cécile. Nacida en el mundo del vino, Cécile desciende de los Jayer y es heredera de la colección de viñedos de su familia. Cuando asumió el cargo en 2002, Cécile encontró los suelos gastados y las vides cansadas, agotadas por años de fertilizantes químicos, herbicidas y todos los métodos que alguna vez supuestamente se utilizaron para elaborar los mejores vinos. El primer edicto de Cécile fue convertir toda la finca a biodinámica, siguiendo los pasos de las grades productoras como Madame Leroy o Leflaive.

Los vinos de Cécile rápidamente atrajeron la atención de la comunidad. En unos pocos años llegaron a las colecciones de entusiastas de Borgoña y adornaron las listas de vinos de los mejores restaurantes de Francia. Durante casi una década, Cécile perfeccionó sus vinos en un modesto garaje en Vosne-Romanée. En 2013, su viaje dio un importante salto cuando se mudó a una bodega recién construida junto a su residencia en Morey-Saint- Denis.

Hace años que conseguir alguna de sus botellas es un camino difícil. Y si a eso sumamos que en 2021 recuperó las viñas que su familia tenía arrendadas a los Noellat, Cécile va camino de convertirse en la etiqueta icónica de Borgoña. Por si fuera poco, la añada 2022 es la primera en que Cécile recupera las 0,3 hectáreas que su familia teníaen Echezaux Bas, la parte sur del Grand Cru, que para todos es casi desconocida.

Al no haber sido tratada la viña de la forma que haya le hubiera gustado todo este tiempo, este primer año que la tiene ha decidido añadirla a su cuvee de pueblo. Estas botellas son ahora o nunca, no habrá más oportunidades. Así que haced como Tom Waits y, aunque llevéis cámara, convertíos en el novio.

Mi abuela no bebe Coca-Cola. De ahí que su gestión de producto, cuyo único propósito en la nevera es el agasajo de sus nietos adictos a la sustancia, deje que desear. Su apuesta es siempre por la botella grande. Cualquier entendido en la materia sabe que este formato es válido cuando va a ser ventilado en poco tiempo. Dejarla abierta solo conduce a un rápido proceso de degradación. A veces hacemos las cosas mal por pensar en los demás. Si algo he aprendido bebiendo vino en este tiempo es que las cosas buenas funcionan al revés. Altaroses es la garnacha de pueblo de Joan d'Anguera, elaborada a partir de viñas más jóvenes de garnacha procedentes de viñedos que rodean sus bodegas en Darmós. Como todos los vinos que se elaboran en la bodega, se fermenta con racimos enteros y levaduras autóctonas. Resultando fresco y adictivo.