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Nazario Cano, una olla a presión
El chef de Odiseo condensa en su ponencia un universo de nuevas ideas y técnicas culinarias
Papel comestible a partir de piel de pescado y caldos espesantes para hacer merengues. Nazario Cano es poseedor de una cabeza capaz de imaginar espacios ... culinarios imposibles. Y tiene unas manos capaces de hacerlos realidad. Eso le permite adquirir un compromiso radical con sus ideas, despegado de corrientes y pensamientos políticamente correctos, indiferente a modas y prescripciones ajenas. Cuenta, además, con una voluntad de hierro para, una vez iniciado un camino, por insólito que parezca, llegar hasta el final.
Pero es que, además, es un chef de una gran sensibilidad, lo que le permite trasladar al comensal sus ideas de forma clara, exquisita y comprensible. Ese salto entre lo extremo de muchas de sus propuestas y un resultado final subyugante y evocador es posible gracias a su empeño investigador y a sus vastas habilidades técnicas.
Nazario reina en el imperio de Odiseo, restaurante destacado con una estrella Michelin en la capital murciana en la difusa frontera entre la ciudad y lo que queda de huerta. El chef, tan pronto elabora un menú apoyándose en las ideas de los agricultores, que incluso participan en la elaboración de los platos, que lleva al extremo las técnicas de la salazón, otro de los emblemas gastronómicos de la región murciana.
Pergaminos
En esta ocasión llevó a la Sala Polivalente de Madrid Fusión un ramillete de maravillosas locuras. Recordando que en los tiempos antiguos el papel como soporte de la escritura se elaboraba a partir de la piel de animales terrestres -los pergaminos-. «Hemos creado papel comestible a partir de la piel de pescados, sobre el que es posible escribir con tintas comestibles como la del calamar, algo que tiene muchas aplicaciones en una cocina creativa», aseguró el chef.
«Cuando llegue a Murcia, me fascinó el chiquillo y decidimos jugar con él. Es mi homenaje a los embutidos extraordinarios de que se hacen en la Región de Murcia»
Nazario cano
En el escenario mostró cómo se elabora un papel con una piel de bacalao. Por otra parte, se ha fijado en caldos espesantes con alto contenido de colágeno que pueden ser montados como si fueran merengues, lo que abre otras muchas puertas: «Un caldo de pulpo, lleno de colágeno natural, puede ser montado hasta adquirir la sedosa consistencia y textura de un merengue», aseguró. Y lo demostró montando en una copa unos trozos de pulpo asado coronados por ese merengue marino». Se trata de un elemento espectacular en los emplatados y que, muy por encima de las famosas espumas, usadas 'ad nauseam', aporta mucha mayor potencia de sabor.
Espectacular fue también la manera en que, mediante jeringuillas, introduce dentro de verduras -por ejemplo un puerro asado- diferentes sabores en forma de líquidos como de pimiento asado o de grasa de vaca… «En lugar de marinar de fuera adentro, nosotros lo hacemos de dentro a fuera, con resultados espectaculares en cuanto a sabor», precisó.
Trampantojo
Pero donde más énfasis hizo fue en una elaboración a partir de un embutido tradicional murciano: «Cuando llegué a Murcia, me fascinó el chiquillo y decidimos jugar con él». El resultado, un chiquillo de atún que, marcado a la plancha, incluso invitó a probar al público. Un trampantojo gracias a la grasa que contiene el pescado y a las especias usadas, las mismas que las tradicionales en el embutido de siempre. «Es mi homenaje a los extraordinarios embutidos que se hacen en la Región de Murcia», explicó.
En una trepidante ponencia, Nazario Cano concluyó con una sentencia: «En la tradición está la innovación». Como en cada ocasión, la inagotable creatividad del cocinero sigue sorprendiendo, uno de los objetivos confesos del propio chef.
Un despliegue de sabores
Más de 40 demostraciones culinarias y catas, tanto en el estand de los 1.001 Sabores como en los diferentes escenarios del recinto ferial; una cata de vino diaria dedicada a cada una de las Rutas del Vino (Bullas, Jumilla y Yecla), degustaciones de café asiático a cargo de Salzillo, y dulces elaborados por el Gremio de Pasteleros de la Región. Estas son las armas con las que la Comunidad se enfrenta desde este lunes al reto de comunicar las excelencias de la gastronomía regional en Madrid Fusión, el congreso de alta cocina más relevante del mundo.
En un estand, el de 1.001 Sabores, de 84 metros cuadrados -uno de los más grandes de la feria-, presidido por un muro vegetal formado por 1.400 kilos de 40 variedades de verduras y frutas de la Región, elaborado por la Floristería Fernando Hijo, desfiló en la primera jornada un abanico de productos, elaboraciones y cocineros como la revisión del paparajote de Alejandro Medina (del restaurante Alkimia, en Alcantarilla); la recuperación del maíz ecológico por Alejandro Ibáñez (Barahonda,) y la reivindicación de la cultura y la historia a través de la cocina de Juan Azorín y Ana Sánchez (Estirpe), ambos en Yecla; el caldero perfecto de José Jiménez (Venezuela, San Pedro); la evolución de los salazones de Salva Fernández (Borrego Original y Tradicional, Bullas); la elevación del pimentón a categoría de alta cocina por Rodi Fernández (Taúlla, Espinardo), y la cocina sustentada en el apoyo a la artesanía local de Irene López (De Loreto, Jumilla).
Ya por la tarde fue el turno de los postres del Hispano, a cargo de Nacho Abellán; el reinicio de la cocina de María Egea y Marco Antonio Iniesta (Frases) y el producto local como fetiche para Juan Antonio García (El Churra), todos ellos de Murcia; y de las influencias actualizadas de Raimundo González por Tomás Écija y Cundi Sánchez (La Maíta, Molina), y la divina conjunción del cordero Segureño y la trufa de Caravaca, de Cayetano Gómez.
Con un lleno absoluto en todo el recinto, con las entradas agotadas desde el pasado jueves, y el llenazo permanente del estand de 1.001 Sabores, todo apunta a que esta edición del Congreso va a marcar récords históricos y su influencia en las cocinas nacionales e internacionales va a ser más relevante que nunca.
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