José María Vicente: «La próxima añada es aún más completa»
El primer bodeguero en conseguir 100 puntos Parker para un vino de la Región, director técnico y propietario de Casa Castillo, deja claro que su único objetivo es «seguir acumulando momentos felices para la agricultura»
Las parcelas donde crecen las uvas que conforman el alma y el cuerpo de los vinos de Casa Castillo, de puro secano, las compró el ... abuelo de José María Vicente (Jumilla, 1970) después de la Guerra Civil. Unas parcelas que eran deficitarias en los años 90, y que ahora no tienen la capacidad para producir todo el vino que los clientes desean comprar. «Ahora gestionamos el éxito y la escasez», explica Vicente, director técnico y propietario de Casa Castillo, aunque él prefiere denominarse simplemente como «viticultor». En realidad, también es el primer bodeguero en conseguir los 100 puntos Parker para un vino de la Región de Murcia (Pie Franco Casa Castillo 2020). Y avisa: «La próxima añada, que empezará a llegar al mercado esta primavera, es aún más completa que la anterior».
Publicidad
–¿Más que la de 2020?
–Sí, yo creo que es un poco más completa, con un poco más de concentración, un poco más de carácter y de identidad mediterránea. A nosotros nos ha sorprendido porque, claro, esta añada está eclipsada en todo momento por la de 2020, que hasta el momento era nuestra favorita, y se ha demostrado que era una añada excelente. Pero, una vez pasada esa etapa y con esos vinos en el mercado, empezamos el estudio de los vinos ya elaborados en 2021. Y nos damos cuenta de que estamos ante otra gran añada. Ya digo que fue una sorpresa también al ser una añada un poco más concentrada, más intensa, que ha necesitado más tiempo de maduración en las barricas y en los toneles para mostrarnos su cara positiva. Esta última primavera ya vimos que estábamos ante otra gran añada que seguramente nos proporcionará grandes momentos. Empezará a llegar al mercado en primavera.
«Jumilla, el Altiplano y la monastrell tienen infinitas posibilidades de producir vinos de talla mundial»
–Pero, ¿qué hay más allá de los 100 puntos Parker?
–Nosotros no medimos la grandeza de nuestros vinos por estas calificaciones. Nosotros medimos la grandeza de nuestros vinos por la satisfacción del cliente, por la comodidad, y somos bastante objetivos a la hora de valorar nuestros propios vinos, nuestras propias cosechas. Yo siempre digo que nosotros ya nos sentimos felices haciendo este estilo de vino, interpretando así una zona como Jumilla y una variedad como la monastrell. Esto nos hace felices. Y si además esto está valorado así por el señor Parker o por otra gente, pues la felicidad es doble. Pero nuestro objetivo no es acumular puntos, sino momentos felices en un negocio vital en la Región como es la agricultura donde, normalmente, hay poca gente que prospera. Es un negocio muy complicado, que la gente termina abandonando por el bajo nivel de ganancia. Y nosotros le hemos dado un poco la vuelta a la tortilla. Es un retorno. Un retorno a los sistemas clásicos de producción, de elaboración del vino que, además de hacernos felices, son capaces de hacernos vivir dignamente de la tierra, de la agricultura.
–¿Qué vinos recuerda en la mesa de su casa cuando era joven?
–Siempre había una botella de vino en la mesa. Mi padre bebía en esos momentos riojas clásicos, como Muga. Después, a finales de los 80, irrumpen Pesquera, Hermanos Pérez Pascuas, Yllera... Esos vinos más potentes que iniciaron la revolución del vino nacional.
Publicidad
–Una revolución que continúa hoy con Casa Castillo. ¿Cuál ha sido la evolución desde aquellas parcelas deficitarias?
–Jumilla era muy conocida después de la Guerra Civil, cuando el vino era más un alimento que se vendía por garrafas. En ese momento, los comerciantes de vino de Jumilla hicieron grandes fortunas. Lo que pasa es que eso lastró a Jumilla, a mediados de los 80, cuando el vino empieza a considerarse un elemento de placer. Jumilla venía lastrado por ese vino de mayor graduación alcohólica, que muchos llamaban 'cabezón'. Y era porque no había precisión en la elaboración. Cuando nosotros empezamos, aún con ese lastre, el primer objetivo fue trabajar en la exportación. En 1999 exportábamos el 92% de la producción de Casa Castillo. Vendíamos muy poco en el mercado nacional. Pero ese mercado fue abriéndose a nuevas zonas vinícolas, a nuevos estilos, y poco a poco fuimos ganando mayor presencia en España. Nosotros, que no veníamos de ese mundo pero éramos tremendamente aficionados, tuvimos tiempo para viajar y conocer otras zonas para evolucionar Casa Castillo hacia un vino mucho más placentero, con un trago mucho más fluido y refrescante. Un nuevo estilo al que llegamos en torno a 2010. Y lo que hemos hecho estos últimos años ha sido evolucionar ese estilo de vino fino hasta encontrarnos donde estamos, gracias también a la naturaleza, porque nos ha acompañado el tiempo, por la madurez enológica y por el conocimiento que tenemos de nuestras uvas y de nuestras parcelas.
Aprender descorchando
–¿Qué ingredientes tiene la receta de este éxito?
Publicidad
–Hay uno importantísimo, que es la madurez enológica. El conocimiento de cómo trabaja tu vino, esas levaduras y esa fermentación alcohólica en el vino. Lo que yo llamo madurez enológica. También es fruto de la inquietud, porque soy muy aficionado al mundo del vino. No paro de viajar, de comprar botellas. Y no paro de aprender descorchando esas botellas. Y luego también hay una base sólida del estudio de todos nuestros suelos, de los distintos tipos de suelo, de los distintos tipos de plantaciones y de viñas que tenemos en Casa Castillo. Y saber aplicar una forma distinta de elaborar, de criar y de embotellar para presentar unos vinos que impacten en el mercado.
«Falta la incorporación de más gente joven con ideas renovadas, con conocimiento del vino y con precisión en la elaboración»
–¿De qué vinos aprende más?
–Al principio bebía vinos más potentes, con crianzas más acusadas. Bebía mucho vino de Burdeos, Ribera del Duero y Priorato, que fue una zona que marcó mucho la trayectoria de Casa Castillo. Priorato fue un ejemplo a seguir por nuestra parte. Pero bueno, con el tiempo van variando los gustos y, al final, derivas hacia vinos más finos, más elegantes, hacia vinos que tienen un gran equilibrio como es Champagne, Piamonte o Borgoña.
Publicidad
–¿Se siente reconocido como el mascarón de proa de los vinos de calidad en la Región?
–Sí, tenemos un gran reconocimiento, sobre todo de pequeños productores que comparten nuestra misma filosofía. La gente ha sido muy generosa conmigo, enseñándome cosas, y ahora nosotros nos sentimos también en la obligación de compartir nuestro conocimiento con gente que nos tiene como ejemplo y a la que queremos ayudar. Pero bueno, siempre pensamos que aún nos queda mucho por hacer, no solamente a nivel de estudio de la variedad monastrell, sino también del conocimiento de todo lo que estamos produciendo en Casa Castillo. Esto nos mantiene despiertos y vivos y pensamos que todavía no hemos llegado al tope. Nos queda mucho camino por recorrer.
El éxito y la escasez
–¿Dónde está ese tope?
–Es verdad que puedes pensar que hemos llegado al culmen de un proyecto con esos 100 puntos. Pero, como le decía, las ganas de seguir mejorando están ahí. Hemos estado muchos años gestionando en Casa Castillo cómo vender nuestros vinos, cómo llegar al mercado, qué perfil debían tener para sentimos cómodos. Ahí hemos llegado ahora, sobre todo en el año 2020 y el año 2021, de cuya añada se hablará próximamente. Pero, cuando pasas una barrera, siempre aparecen otros problemas, otros retos. Ahora estamos gestionando el éxito, gestionando la escasez. Gestionando cómo podemos seguir evolucionando positivamente los vinos de Casa Castillo. Esto, como le decía, nos mantiene muy vivos y muy despiertos. Y desde luego no queremos subirnos a la parra y pensar que hemos llegado al tope, sino que nos queda mucho trabajo por hacer. Y vendrá gente detrás que seguramente seguirá evolucionando y llegará hasta donde nosotros creemos que se puede llegar. Al final, la zona de Jumilla, la zona del Altiplano y la variedad monastrell tienen infinitas posibilidades de producir vinos de talla mundial.
Publicidad
–¿Cómo se gestiona el éxito al mismo tiempo que la escasez?
–Hay que entender que los vinos de gama alta ya no se venden en bodega. Con la próxima añada que se distribuirá, la de 2021, estamos adjudicando ahora una serie de cupos a cada cliente, a cada distribuidor, a cada importador, que al final los van retirando. Nuestras cantidades son limitadas. Nuestra producción es muy limitada.
–¿Qué le falta a Jumilla y a la Región para competir con otras zonas vinícolas punteras en España y en el mundo?
–Yo creo que falta la incorporación de más gente joven con ideas renovadas, con conocimiento del mundo del vino, con precisión a la hora de elaborar. Una cosa es que esté el potencial a nivel de suelo y de variedad. Eso está ahí. Pero ese potencial necesita de alguien que lo explote, que lo haga vino y que lo presente en un mercado. Y yo creo que ese eslabón de pequeños productores con ideas renovadas es un poco lo que le falta a toda la zona del Levante. Y en los últimos años se ha incorporado gente, ¿eh? Hace unos días leía precisamente en Garum sobre el vino de un amigo, José Piernas. También salió el vino de otro amigo, Bodegas Cerrón, en Jumilla. El potencial es tremendo y hace falta esa gente que sepa extraer de una parcela y de una variedad su máxima expresión, hacerla vino y defenderla en los mercados.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión