El Linde: Almuerzos de lujo
El Linde es un pequeño bar sin cocina, solo con tostador, donde su propietario, Vicente García, inventa las mejores tapas
Vicente García lleva más de veinte años tras la barra del bar El Linde ofreciendo alguno de los mejores almuerzos de Molina de Segura. El ... bar es pequeño, pero la circulación de los clientes es ágil y, si no encuentras sitio a la hora del almuerzo, se hace hueco pronto.
Unas mesas altas pegadas a la barra como si todavía estudiésemos en pandemia dan un poco más de espacio a los comensales que ven, por todos lados, latas de conserva, encurtidos, habas frescas, embutidos y todo tipo de ingredientes para hacer del almuerzo el mejor momento del día.
García solo dispone de un tostador por donde pasa casi todo lo que pone en la mesa. Bocadillos partidos en tres partes que facilitan el trámite, aceitunas partidas, piparras dulces y una copa de vino. Cinco euros. Pero además de una buena puntica de pan con lo que te apetezca, El Linde ofrece tostas creativas que ha ido incorporando a su recetario y que sirve según se le va ocurriendo. Porque no tiene carta. Tú solo dile lo que te apetece y él te va diciendo. «¿Quieres probar una caballa con queso y tomate, sin mahonesa?». Cualquiera dice que no.
Dejarse llevar
Sardina ahumada con pipirrana, salchicha seca, bonito, buenos tomates, quintos de cerveza bien fría y, algunas tapas que incluso lo han llevado a ganar la ruta de la tapa de la ciudad en alguna ocasión. En la vitrina, ensaladilla de ahumados, rusa y de marisco y alguna preparación más para combinar con las creaciones de Vicente. Pero eso sí; lo inteligente es dejarse llevar por lo que te ofrezca él, y no adelantarse a la jugada para no perderte algún producto nuevo que tenga en la cámara.
También dispone de terraza para hacer el almuerzo más tranquilo y distendido, aunque lo que a mí me gusta es apoyarme en la barra y ver cómo un hostelero trabaja sin descanso sin más medios que un tostador y sus ganas de agradar.
El Linde también es un bar de paso y es normal que se crucen conversaciones, chistes, y anécdotas. Ciclistas, comerciales, jubilados, estudiantes y empresarios se mezclan en un punto de encuentro donde Vicente ha creado una atmósfera en la que todos se sienten únicos. Un bar de los de siempre, del que es imposible pasar de largo y en el que cada visita es distinta, pero siempre con un punto especial.
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