Hay que ir asumiendo que el mérito personal en muchas facetas de esta vida no radica en la voluntad de las personas, tanto como se ... ha venido pensando. Descansa más en aspectos fisiológicos, rasgos genéticos y funcionamientos involuntarios de un cerebro que se resiste a ser escudriñado y desvelado en su intimidad.
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Durante mucho tiempo, la hipótesis más razonable sobre el funcionamiento del mecanismo del apetito se había focalizado en el hipotálamo, que es la región cerebral implicada en la regulación del equilibrio energético o los centros de recompensa como el núcleo accumbens, que es un grupo de neuronas del encéfalo, al que se le atribuye un papel central en el placer, desde la risa a la recompensa, así como el miedo, la agresión, la adicción y el efecto placebo, que son las razones por las que se le asocia con el circuito de premio-recompensa. Algún día llegaremos a comprender estas asociaciones, aparentemente concomitantes, que asocian sentimientos encontrados, como es el que están localizadas en las mismas regiones cerebrales. A veces, nuevos descubrimientos desdicen hipótesis anteriores, y vaya usted a saber qué futuro le espera a las que tienen que ver con el cerebro.
Lo cierto es que ahora se ha descubierto un nuevo centro relacionado con el apetito, situado en el encéfalo. Nunca había despertado interés entre los científicos ocupados en estos menesteres, el cerebelo, que es una estructura del encéfalo, pequeña, como un 10% del mismo, situado en la parte posterior e inferior, cuyas funciones son integrar la información sensorial y las órdenes motrices generadas por el cerebro. Con motivo de la investigación sobre un trastorno genético denominado síndrome de Prader-Willi, por el que las personas que lo padecen nunca se ven saciadas y que puede derivar en una obesidad mortal, resulta ser que el cerebelo es central para regular la saciedad de los afectados. Gracias a esto se ha descubierto que el cerebelo tiene un papel relevante en la cognición, las emociones y el comportamiento. Chen, investigador del Instituto Scintillon de California, reparó que, activando unos grupos de neuronas situadas en el cerebelo de ratones, lograba que dejasen de comer. Puestos en contacto con científicos de Harvard, que habían recopilado datos obtenidos por resonancia magnética funcional de personas con el síndrome y otras sanas, mientras se les ponía imágenes de comida, tras haber comido o tras haber mantenido en ayunas, al menos, cuatro horas y la actividad se daba en las mismas regiones neuronales en las que el grupo de Chen registró en los ratones. Sustancialmente alterada la zona en los enfermos con síndrome de PraderWilli, que no observaban diferencia entre acabar de comer y horas de ayuno, mientras que en el grupo de las sanas respondían de forma más acusada, cuando habían estado en ayuno que al acabar de comer.
A veces, nuevos descubrimientos desdicen hipótesis anteriores, y vaya usted a saber qué futuro le espera a las que tienen que ver con el cerebro
Como recoge la publicación en la revista 'Nature', las neuronas implicadas en el control del apetito corresponden a los denominados núcleos cerebelosos profundos anteriores. Otros experimentos corroboraron que la activación de este grupo de neuronas en los roedores reduce drásticamente la ingesta de alimento, ya que atenúan la respuesta del centro de placer del cerebro al alimento. De aquí se desprende lo que decíamos al comienzo, ya que el romanticismo que pudiéramos asociar al apetito desmedido queda relegado a la funcionalidad de una parte del cerebro a la que, andando el tiempo, se podrá acceder y manipular el circuito de las personas sanas, mediante técnicas no invasivas, como la denominada estimulación magnética transcraneal, que supondrá la victoria sobre algún tipo de obesidad y la ruina de tanto dietista artesanal de la conciencia y la voluntad. Son los tiempos; los avances indican cambios laborales, también.
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