Lucila Pascua: «No he tenido la sensación de perder el tiempo, sino de ser profesional»

La conexión de Lucila Pascua con el deporte comenzó a los 8 años, en cierto modo determinada por su altura y la recomendación de sus profesores de gimnasia. Sin embargo, no se imaginó que acabaría siendo profesional. «Todo se fue dando por mis condiciones físicas», afirmó ayer en el evento 'Extraordinarias', donde con orgullo mostró su metro noventa y seis. Cuando era adolescente, recuerda que no tenía referentes. «Yo no sabía que se podía ser deportista profesional ni jugadora de baloncesto, y eso ahora sí que lo tienen muchas niñas y les da perspectiva, motivación y ganas de querer trabajar», indicó, mostrando cómo estas referentes contribuyen a que tengan un reflejo de lo que pueden llegar a ser.

Compartió con las asistentes los horarios a los que se enfrentaba para dedicarse a este deporte que le llevó a conseguir dos medallas de plata en los juegos olímpicos de Atenas 2004 y Río 2016, así como los viajes y cambios de ciudad constantes que implicaba su profesión. «No he tenido la sensación de perder el tiempo, sino de ser profesional», confesó. Habló de «la presión infinita y todo el tiempo» que tienen las jugadoras, porque «siempre hay un entrenamiento, un partido, o una situación personal complicada», todo esto sumado a la compatibilidad con los estudios, para lo que las herramientas a nivel psicológico «marcan la diferencia».

Sin embargo, el ciclo vital de una deportista dura poco tiempo, a pesar de que ella dejó este deporte casi a los 40 años, en 2023. El problema viene en la compatibilidad con estudiar y tener una carrera o una salida más allá de este deporte. A pesar de lo difícil que considera que lo tuvieron las deportistas de su generación, ahora cree que hay más consciencia en el deporte femenino y que cada vez existen más universidades que dan facilidades para estudiar. «Muchas jugadoras dejan el deporte antes de lo que deberían para adquirir experiencia laboral, para que al terminar las empresas las acepten. Sin embargo en el deporte masculino cuando acaban su carrera tienen un colchón económico y se pueden permitir no tener nada más, pero nosotras no podemos pararnos así y tienes que tener formación», indicó.

Ella se encontró con la psicología y estudió la carrera, lo que le llevó a ser docente, también de forma casi casual. Actualmente imparte en la UCAM Psicología del Desarrollo y Psicología del Deporte del Grado en inglés.

Lucila es presidenta de la Asociación de Jugadoras de Baloncesto de España, desde donde trabaja por alcanzar la igualdad y que sus jugadoras tengan unos mínimos salariales. «He jugado 22 años como profesional y solo tengo 9 años de vida laboral. De joven no te importa, pero cuando cumples años sí», recuerda. Un hecho que le motiva a luchar para que las jugadoras ahora tengan unas garantías, incluyendo el convenio colectivo que se volvió a firmar en 2023 (tras un primer documento que se puso en marcha en 2008), con unas bases sobre las que mejorar la situación de estas profesionales.

Reconoció que vivió durante un tiempo «obsesionada con la diferencia salarial». «Las inversiones que hay en deporte masculino, comparado con los del femenino, son muy diferentes. Creo que tendríamos que empezar por visibilizar que está habiendo un cambio muy potente en el deporte femenino no solo por responsabilidad social corporativa, sino porque es algo que vende y tiene un potencial de crecimiento brutal», defendió. Incidió en la necesidad de un cambio de concepción del deporte femenino en la sociedad, para luchar con lo que más que una brecha, definió como «un pozo».

A las nuevas generaciones tiene claro qué les recomendaría: «que se diviertan y disfruten, que de sus derechos ya nos encargamos nosotras».

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