Después de una jornada electoral tórrida, con votantes, vocales de mesa e interventores cocidos en sus propios sudores, lo que menos podía esperar es que ... los resultados no sirvieran para nada y hubiera que volver a convocar nuevas elecciones. Es una de las posibilidades que expertos y analistas barajaban anoche ante la incierta situación que se vislumbra en la política nacional, con un PP ganador, pero sin el margen suficiente, y un PSOE perdedor pero aún con posibilidades de forjar alianzas.
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Por mi parte, que se apañen como puedan pero que no convoquen nuevas elecciones. Llevamos dos citas con las urnas en apenas tres meses, y la última costará olvidarla.
Por el mismo motivo, tampoco me agradaría asistir a una nueva campaña regional y tener que volver a votar. Si López Miras y Antelo esperaban anoche recibir alguna señal de Madrid sobre cómo proceder en Murcia con respeto a la investidura, está claro que no la van a encontrar. O tal vez sí: que se las arreglen como puedan y como mejor les parezca, que Feijóo y Abascal bastante tienen con intentar aclarar el borrascoso panorama que se cierne sobre el Parlamento estatal.
El PP podría tratar de intimidar a Vox con su triunfo de ayer, sus cuatro diputados y tres senadores, para intentar llevarle a su terreno en la negociación de la investidura. Pero tampoco ha sido tan apabullante el triunfo popular si tenemos en cuenta que el PSOE ha mantenido sus tres escaños y mejorado el número de votos con respecto a las elecciones autonómicas del 28 de mayo. Incluso Vox, que es el principal perdedor del 23-J en la Región, al dejarse un diputado y un senador con respecto a hace cuatro años, mantiene un nivel de apoyos considerables, con más de 160.000 votos, un 22% de todos los emitidos, cifras por encima de las obtenidas el 28-M que le dieron los nueve escaños en la Asamblea Regional que ahora esgrime para exigir su entrada en el Gobierno regional.
Si Feijóo esperaba que el rechazo de Vox en la Región de Murcia podía serle útil en la campaña reciente, después de haber cedido en Extremadura y la Comunidad Valenciana, no parece que le haya supuesto nada extraordinario. De modo que ahora lo que toca es dejar a la Región de Murcia que resuelva sus asuntos pendientes. Y mejor antes que después. Los cuatro meses de Gobierno en funciones se van haciendo ya excesivos.
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Vox debería poner de su parte para desbloquear una situación en la que solo puede obtener ganancias si hay acuerdo con el PP y que, en cambio, puede terminar pasándole factura si se dilata en el tiempo. El resultado de ayer, aún con la amplia cosecha de votos, supone un claro revés para un partido que hace cuatro años fue la fuerza más votada en al Región, y que ahora ha tenido que conformarse con el tercer lugar. En España, el resultado ha sido incluso peor con la pérdida de 19 escaños.
Es el momento de sentarse a hablar y de olvidarse de la posibilidad de nuevas elecciones.
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