La Murada y La Campaneta, las dos únicas pedanías de Orihuela díscolas en un mar azul

Si bien el PP tiene su músculo en la ciudad, donde las elecciones han venido decantando la balanza a un lado u otro es en las pedanías. Esta pasada legislatura la cesión de la mayor parte de los pedáneos a Ciudadanos hizo, al menos en primera instancia, peligrar la hegemonía popular en la zona rural del municipio. Pero solo aparentemente, pues, pese al indudable esfuerzo de los naranjas por hacerse presentes en todas ellas con una legión de representantes vecinales en su papeleta, lo cierto es que, no solo no han conseguido ampliar su poder en estas, sino que además han perdido plazas de enorme valor sentimental como Desamparados o La Aparecida, tierras natales del candidato José Aix y el edil Ángel Noguera, que han rolado al color azul. El único destello para los naranjas ha llegado de la mano de su pedáneo en La Campaneta, Diego Pozuelo. Allí, Ciudadanos ha arrebatado a los socialistas la única plaza rural en la que eran fuertes. Esta, junto a La Murada, son los únicos farolillos en medio del tsunami azul del 28-M. En la pedanía más grande de Orihuela, su hijo, el general y candidato de Vox, Manuel Mestre, ha conseguido concitar el apoyo de la mayor parte de sus vecinos.

No obstante, el ganador de los comicios, el Partido Popular de Pepe Vegara, no ha ganado con la misma holgura en todos los términos del segundo municipio más extenso de la Comunidad Valenciana. Donde el PP ha triunfado de manera más incontestable ha sido en la mesa que aglutina Media Legua y Camino de Callosa, donde los populares obtuvieron el 57% de los votos. Resultado similar al obtenido en La Matanza (52%) o El Mudamiento (50%). En estos lugares, analiza el concejal popular Víctor Valverde, «el voto de la gente mayor es muy fiel».

Por contra, el rincón oriolano donde se ha librado una batalla más épica ha sido en La Aparecida. Es sin duda donde el pulso ha estado más igualado. Si en 2019 allí el PP era la tercera fuerza por detrás del PSOE y Ciudadanos, que se llevó el gato al agua con el 31% de los sufragios. El PP le ha dado la vuelta a la tortilla consiguiendo el pasado domingo el 38% de los votos.

Muy disputada ha estado también la contienda en Desamparados. Bastión donde los naranjas eran líderes indiscutibles con el 44% de los votos de los vecinos de La Parroquia, el PP esta vez ha sacado partido del descenso de los votos al PSOE para adelantar por la derecha a Ciudadanos, que se queda en el 30% de los votos frente al 35% del PP.

Pero, sin duda, la plaza más codiciada en estos comicios era San Bartolomé. Tradicional feudo de los populares y casa de la exportavoz popular en Les Corts, Eva Ortiz, Ciudadanos lanzaba todo un órdago arrancando su campaña con un auditorio de la pedanía abarrotado, donde José Aix anunció una de sus promesas estrella: consolidar la bonificación del impuesto a las terrazas. Allí, la pedánea naranja, Natalia Caro, que partía con un histórico 45% de los votos en 2019, se ha desplomado hasta el 30% y ha dejado de nuevo el camino expedito al PP.

Así todo, Ciudadanos no ha conseguido sacar tajada electoral en aquellos lugares como Desamparados o San Bartolomé, tampoco en Virgen del Camino, La Matanza o La Murada, donde ha impulsado obras de reurbanización y mejora en canalizaciones y viales.

El resto de formaciones, con la salvedad de la victoria del candidato de Vox en La Murada, apenas han rascado poder en las pedanías. En el caso de los socialistas, se han mantenido en plazas como Hurchillo o Correntías, la pedanía natal de la actual alcaldesa, Carolina Gracia. La nota más triste para los socialistas la pone La Campaneta, en la que han pasado de primera a cuarta fuerza, mientras que la más alegre es Molins, donde la pedánea (y desde el domingo concejala) Aynara Navarro ha conseguido duplicar los votos, de 104 en 2019 a 279 (el 30%).

Cambiemos, por su parte, acusa su falta de implantación en este terreno, donde en las diferentes plazas rurales obtuvo de media una treintena de votos. Nada que ver con la ciudad, donde los de Carlos Bernabé aglutinan la mayor parte de los sufragios.

La costa tuvo de nuevo un claro vencedor y, como viene siendo la tónica habitual, una vez más no pudo saborear la gloria. El litoral oriolano, abstencionista y hostil en muchas ocasiones a los partidos tradicionales, este 28-M depositó mayoritariamente su confianza en el Partido para la Independencia de Orihuela Costa (PIOC), que, pese a obtener el 37% de los sufragios en su tierra, no logró rebasar la barrera del 5% sobre el total del municipio que le daba acceso al Pleno.

Después de la formación encabezada por Ramón Fusté, quien más creció fue el PP, que sacó gran partido de su alianza con Claro. El otrora partido hegemónico de la costa llevó en los pasados comicios a Cambiemos, su entonces socio, a conseguir un tercer concejal y, en esta ocasión, precisamente ellos y Ciudadanos son los que más apoyos perdieron allí el pasado domingo. Cs pasa a ser última fuerza con 4,95% y Cambiemos penúltima, con el 6,79%.

Asimismo, las diferencias socioeconómicas se aprecian en los resultados. En los barrios de chalés cercanos a la primera línea de playa, la coalición PP-Claro se impuso con el 38% de los votos, mientras que en las urbanizaciones del interior PIOC arrasó con hasta el 44% de los sufragios.

«Nuestra presencia ha movilizado abstencionistas», se felicita el líder de PIOC, Ramón Fusté. «La razón de esa dualidad entre un lado y otro de la N332 ha sido la inexistencia de medios de habla española en Orihuela Costa. Para contrarrestarlo, hubiésemos necesitado presupuesto para publicidad. No lo tuvimos. Esa falta de suficiente conexión con el electorado español nos lastró», analiza.

El presidente de Claro, Antonio Cerdán, por su parte, destaca «la debacle de Cs, que ha conseguido solo uno de cada cinco votos que obtuvo en la costa en 2019» y la sorpresa de PIOC. «Ha movilizado voto británico muy desinformado que les ha apoyado debido a tres factores: la quimera de la independencia, la promesa de sacar dos o tres concejales y el apoyo rotundo de un medio europeo que ha alimentado esa ilusión independentista. Al final, esa burbuja ha estallado, al no conseguir representación, e irá diluyéndose», sentencia.

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