Nadie es una isla: superar la pandemia con la colaboración de todos
OPINIÓN ·
A veces la historia nos pone en mitad de unos hechos de los que hubiéramos preferido no ser testigos ni protagonistas. Pero está en nuestra propia naturaleza intentar sobreponernos a las circunstancias adversas y sortear los escollos que amenazan con sacarnos de la corriente que nos lleva a buen puerto, para enderezar el rumbo hacia la dirección correcta, esa 'antigua' normalidad que tanto anhelamos en estos momentosTras el correspondiente período vacacional, afrontamos estas fechas, prolegómenos del comienzo de un nuevo curso, con todas las precauciones, prevenciones y defensas posibles, pero también con la ilusión y el convencimiento de que, con la ayuda de todos –profesores, alumnos y personal de administración y servicios–, el curso que tenemos ante nosotros será, una vez más, un provechoso eslabón en esa serie que cada individuo va incorporando a su propio acervo hasta culminar la inefable tarea de su formación, la adquisición de conocimientos reglada y formativa que comienza prácticamente con el nacimiento de cada ser.
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Si algo ha demostrado esta crisis provocada por la Covid-19 es que, a pesar de nuestras debilidades, atesoramos fortalezas que no sospechábamos, y que sacamos a relucir cuando las circunstancias así lo reclaman. En momentos tan complicados como los del tiempo presente, se pone en evidencia que nada es seguro y que ninguna persona está preparada del todo para cualquier contingencia, pero también se manifiesta nuestra versatilidad, capacidad de adaptación a las circunstancias y el tesón para salir airosos de cualquier problema que surja. Y salir todos juntos, la única forma civilizada y solidaria de afrontar los problemas cuando son universales.
Desde los inicios mismos de la pandemia, en la Universidad de Murcia hemos realizado cuantos esfuerzos han sido necesarios para apoyar a todos, para no dejar a nadie atrás, para acabar o amortizar –en la medida que sea posible–, las situaciones adversas, fundamentalmente económicas, provocadas por la crisis. Fruto de esa intencionalidad fueron las 15 medidas de cuidado social, económico y académico dirigidas fundamentalmente a los estudiantes para que nadie se viera obligado a abandonar sus estudios por motivos derivados por la pandemia; medidas que, en gran parte, salieron adelante gracias al empuje y al apoyo de todos los estamentos que integran la comunidad universitaria: profesorado y personal de administración y servicios, y también, como no podía ser de otra manera, al estudiantado, a través de las delegaciones de estudiantes y al Consejo de Estudiantes.
Esa necesaria unión de la que podemos hacer gala en el seno de nuestra comunidad universitaria era ya un hecho evidente antes de este período tan tormentoso. Está claro que si algo hemos aprendido de esta desgraciada plaga que nos ha atenazado durante meses y que aún lo sigue haciendo, es que el único camino verdadero a la solución de las crisis colectivas es la solidaridad, algo que, de tan asumido, probablemente teníamos olvidado. Esta idea está ya presente en el final de 'La peste', la obra de Albert Camus: «En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio». Y es que, como añade Nuccio Ordine: «El coronavirus nos demuestra que las personas no son islas». Esta idea de la salvación colectiva ya la ofreció Martin Luther King cuando afirmó que «puede que todos hayamos llegado en diferentes embarcaciones, pero ahora estamos todos en el mismo barco». La comunidad llega a sitios de mejor manera y más lejanos que la individualidad de cada uno de nosotros.
Permitidme que me refiera en estos momentos de expectación ante el nuevo curso que comienza a otro inicio en nuestra universidad hace poco más de un siglo, cuando Ipiéns Lacasa, el catedrático de Química encargado de leer el discurso de apertura aquel año – en un acto que se llevó a cabo dos meses tarde de lo habitual a causa de la pandemia de gripe–, se dirigió al estudiantado para decirles: «En vuestro amor al estudio confían no solo los que dispuestos a enseñaros compartirán con vosotros las horas de trabajo, sino también España entera».
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Docencia presencial
El Consejo de Gobierno de la Universidad de Murcia ha decidido comenzar el primer cuatrimestre del curso académico 2020-21 en la modalidad de docencia semipresencial (que debemos entender como «presencialidad reducida y segura»). Desde finales del mes de mayo se han ido planificando los distintos escenarios posibles de docencia para este inicio de curso, y elegimos la semipresencialidad porque la evolución de la pandemia aconseja evitar aglomeraciones en los campus y en sus accesos. Para ello se combinarán clases presenciales con grupos reducidos y formación por medios telemáticos. Para hacer esto posible muchos compañeros han trabajado arduamente en la adaptación de las infraestructuras y en todos los centros, en coordinación con varios vicerrectorados, se han aprobado los Planes de Contingencia (en su tercera versión, que se puede consultar en la página web de cada una de las facultades).
Es la hora de perfilar los protocolos de actuación sanitaria y logística por si llegaran a producirse contagios o incidencias relacionadas con la Covid-19, conforme a las recomendaciones de las autoridades sanitarias y educativas. Aún queda tiempo para que todo esté ultimado antes del inicio de curso que, para la mayoría de las titulaciones, está fijado para el lunes 28 de septiembre.
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Al igual que hace 100 años, todos los problemas que nos han hecho afrontar este comienzo de curso de manera extraordinaria, pasarán, y será entonces cuando, todos juntos de nuevo, físicamente cercanos y a la vieja usanza –como siempre–, volveremos a unirnos y a reunirnos para hacer de nuestra universidad el mejor de los centros, igual que nuestros antecesores han intentado durante todos los cursos que han precedido a éste en nuestra universidad en sus 105 años de existencia.
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