«Fuimos valientes y decidimos echar una mano»

Cancelación de reservas, noticias negativas y un virus que no dejaba de expandirse. De repente se decreta el cierre de los hoteles. Sin embargo, Los Habaneros tiene una serie de clientes de larga estancia que les ha permitido permanecer abiertos. De ahí, una petición de ayuda del Ayuntamiento de Cartagena para poder ubicar a personas sin hogar, que estaban en la calle y que podían poner en riesgo la salud pública ante la crisis sanitaria. «Fuimos valientes y decidimos echar una mano y estar ahí. Es un hotel pequeño, somos una familia y elegimos ir todos a una», afirma con orgullo Antonio Santiago Ros.

Así, a partir de la segunda quincena de mayo recibieron a unas 30 personas, a las que atendieron con el respaldo del Consistorio y de La Huertecica, que desplegaron un equipo técnico de enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales en torno a los nuevos huéspedes. Aunque admite que, al principio, fue un cambio drástico en cuanto al perfil de clientes y tenían que estar atentos a ellos para que siguieran una serie de horarios, poco a poco la situación se normalizó. «Ha sido emocionante, porque esas personas que no están acostumbradas a llevar un ritmo de vida con los hábitos que la mayoría de personas tenemos, como es dormir bien o hacer tres comidas diarias, a los pocos días le notabas una cara diferente», afirma con satisfacción.

Destaca la capacidad del sector turístico para reinventarse y afrontar los retos y cambios. «Esta vez será parecido», señala, aunque mira el futuro con incertidumbre, ante una demanda que no termina de arrancar y con la esperanza puesta en que todas las comunidades pasen de fase. «La puerta del hotel siempre está abierta», concluye.