El UCAM vence y convence en la complicada pista del Casademont Zaragoza

El UCAM gana y, además, lo hace reconociéndose y gustándose ante el espejo. Maravillando desde el 'short-roll' de Birgander, con Gates como máximo anotador y haciendo que parezca que lleva en Murcia desde agosto, sin asfixiar a Ennis y metiendo en dinámica una jornada más a más jugadores. Y cuando en el pasado los minutos de adversidad daban al traste con todo en poco tiempo, hoy dieron lugar a la mejor versión. El único momento de inquietud llegó en el tercer cuarto a raíz de una antideportiva y una técnica muy seguidas y, en un abrir y cerrar de ojos, tres triples de Gates fueron la pimienta de una reacción que llevó a disfrutar de dos decenas de puntos de ventaja.

Una victoria que gusta en su significado y su significante. Porque el UCAM iguala al Casademont en la clasificación, pero se asegura adelantarle en cualquier empate de final de temporada al haberle ganado los dos duelos directos. Y en su significante porque las formas en que el UCAM ha conquistado Zaragoza dan aún más solidez a este reconfigurado equipo de Sito Alonso, que rozó la épica ante el Barça el domingo pasado y se estrenó con dominio en el 'Top 16' de la Champions contra el Nanterre.

Solo tres días después de repartir 24 asistencias en este último partido, hoy en Zaragoza el UCAM se fue a un número alto como son 19. Esta cultura del pase extra quedó patente desde el primer cuarto y con el compromiso colectivo de Hakanson, en uno de sus mejores partidos sin la necesidad de anotar. Compartir hacía feliz a todo el equipo y ese estado de ánimo se trasladaba a la defensa, una de gran actividad pero mejor posicionamiento, la manera en como Birgander ganaba la partida a Bango.

Hasta cinco balones perdió el Casademont hasta el primero del UCAM, que corría flechado hacia el otro aro con acciones espectaculares como un milimetrado pase de campo a campo de Kurucs a Ennis. El cambio de Bango por Dubljevic rebajaba la ansiedad local, pero que ahora le entraran los tiros a un Gates que encajado como un guante en el ataque del UCAM no impedía que el equipo murciano volara (13-24, final del primer cuarto).

Probó con una zona Fisac en el segundo cuarto aprovechando el descanso de Gates. Y, aunque ralentizaba el ritmo del UCAM, el sacar ventajas para ir al tiro libre tampoco le hacía sufrir en exceso. La defensa murciana seguía siendo sólida hacia los manejadores locales con el siempre correcto Sant-Roos y, hasta que Sito llamaba al orden por tiempo muerto, el parcial del cuarto seguía siendo para los suyos (6-8 para el 19-32), aguantando hasta el descanso con sus grandes sensaciones (30-44).

Peligrosa fue la vuelta del Casademont después del intermedio. Un equipo más combativo, más dispuesto a bajarse al barro. Y allí que se fue el UCAM, pringándose más de lo que le hubiera gustado. Solo anotó una canasta en los primeros cinco minutos en un desajuste defensivo, y el Príncipe Felipe se venía más y más arriba. Una jugada de canasta y falta de Miguel González fue pedida a revisar por Sito para comprobar si era acción de tiro, y, aunque le dieron la razón, para su incredulidad se elevaba el grado a antideportiva, aprovechada con dos tiros libres y canasta extra. Un minuto después, pedir tiros libres a una falta sobre Ennis traía técnica al banquillo murciano. El parcial llegaba a ser de 8-2 y se bajaba la diferencia a un dígito (38-46, minuto 24).

Un triple esquinado de Gates, tras un gran pase de Hakanson desde el otro lado, daba aire el UCAM. Y enchufaba al propio jugador, que metía otros dos más en menos de dos minutos, justo para devolver la máxima diferencia cuando, un suspiro antes, el Casademont amenazaba con entrar en el partido (41-57, minuto 27). Pidió tiempo muerto Fisac, y el regreso fue el golpe moral definitivo al partido. Kurucs fallaba el segundo tiro libre de su serie, pero anotaba un 2+1 después de rebote ofensivo. Ya eran veinte de diferencia para enmudecimiento del Príncipe (41-61, minuto 27).

Un pabellón que solo había visto perder un partido a su equipo, y por la mínima, acababa de asumir que un rival directo como el UCAM se había agenciado ya la victoria y con todavía más de un cuarto por jugar. Uno que se hizo largo no ya solo por este aroma de partido sentenciado en el que se colaba algún silbido que otro, sino por un concierto de pito que llevó al Casademont a encadenar hasta seis ataques seguidos yendo al tiro libre (63-77, minuto 36).

Una presión a toda pista con dos contra uno en la recepción salvó un poco el orgullo local y pilló por sorpresa al UCAM, que se dejó unos cuantos puntos de su extensa renta en este caótico final. Sin castigo, eso sí, pues la victoria nunca peligró y, habiendo ganado en la ida también, no habrá calculadora que mirar en un empate a triunfos con los maños.