Un arresto que llega tras un terremoto en Sevilla y una deseada vuelta a Valencia

Nacido en Cartagena y criado en Javalí Nuevo, donde el campo de fútbol lleva su nombre desde 2021 tras la plata olímpica lograda por la selección en Tokio, Rafa Mir, de 27 años, estaba intentado recuperar su mejor versión y volver a ser el delantero que destacó en el Huesca (25 goles en dos temporadas y un inolvidable ascenso a Primera en 2020). Lo quería hacer en el Valencia, el club en el que se formó como futbolista y al que siempre quiso regresar. Lo logró este verano, tras una etapa muy negra en el Sevilla.

Tras salir de la entidad del Sánchez Pizjuán, Rafa Mir acusó a Quique Sánchez Flores de dejarlo en la grada por «órdenes» de la directiva. Dijo que «la desorganización que tenemos dentro del club [del Sevilla] es muy marcada» y aseguró que la entidad sevillista «no funciona, tal y como se comprobó con los casos de Jesús Navas y Sergio Ramos».

En el Valencia, donde completó su formación tras ser descartado por la cantera del Barça, contaba con el aval de su técnico, un Rubén Baraja que apretó de lo lindo este verano para que la directiva che lo incorporara a sus filas. Había jugado los cuatro primeros partidos de liga, tres de ellos como titular, y la ilusión de la grada de Mestalla era que formara una dupla productiva en ataque junto a Hugo Duro.

Este arresto marcará, sin duda, su carrera deportiva. Compartió vestuario con Santi Mina, quien lleva un año sin equipo, después de ser despedido por el Celta de Vigo tras ser condenado a prisión a consecuencia de la denuncia de una mujer de presunto abuso sexual en julio de 2017. Anoche, varios medios informaban de que el Valencia podría estar ya estudiando la posibilidad de rescindir el contrato de Rafa Mir, siempre y cuando las graves acusaciones que se le imputan se vayan confirmando.

Rafa Mir es hijo de Magín Mir, un prometedor defensa balear que estuvo muy cerca de ir a Barcelona 92 con la selección olímpica de Guardiola, Kiko, Alfonso, Luis Enrique, Juanma López, Solozábal y el Pitu Abelardo, actual entrenador del Cartagena. Pero una grave lesión de rodilla le apartó de aquellos Juegos y su carrera empezó a torcerse.

Con una capacidad de anticipación y una calidad en los pies inusual en los defensas de principios de los noventa, Magín tuvo que empezar de cero y fichó por el Cartagena, en Segunda B. Completó dos campañas espectaculares en el Efesé, conoció a Cristina Vicente y se casó con ella. En la ciudad portuaria nació su hijo Rafa. Y el tren de la élite volvió a pasar por su puerta. Tenía un precontrato con el Sevilla de Carlos Salvador Bilardo, donde iba a compartir vestuario con Maradona, Suker y Simeone. Pero el partido antes de firmar, en Mahón, sufrió otra lesión gravísima.

Después pasó por Albacete, Elche, Murcia, Sóller, Gramanet y Gimnástica Segoviana. Y acabó su carrera en equipos del grupo XIII de Tercera: Mar Menor, Sangonera y Muleño. Magín y Cristina se instalaron en una casa de la familia en Javalí Nuevo y allí creció Rafa. Su padre quiso que probara con el fútbol sala antes de saltar al fútbol once y en una temporada en el benjamín de El Pozo Murcia hizo 136 goles. Vino el Barça y se lo llevó a La Masia. Rafa se pasó los seis primeros meses llamando a su madre, rogándole que fuera a recogerlo y lo llevara de vuelta a Javalí Nuevo.

El futbolista está muy ligado también a Palma de Mallorca, donde vive toda la familia de su padre y su hermano pequeño, David, quien tiene 15 años y ya destaca como goleador en las bases del RCD Mallorca. Su primo Nicolau Mir es gimnasta y estuvo en Tokio 2021 y París 2024. Y su tío Pascual regenta la Pastelería Mir, uno de los locales especializados en ensaimadas más populares de Mallorca. Aunque lleva mucho tiempo fuera, a Rafa Mir le gusta volver a Murcia y este verano fue visto varias disfrutando de la noche de la capital del Segura.

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